A alguien como yo, que ha crecido en un lugar de clima relativamente caluroso, la nieve le evoca sentimientos muy concretos, especialmente de mi infancia. Si el hombre del tiempo mencionaba la más remota posibilidad de que nevara, lo primero que hacías al levantarte al día siguiente era abrir la persiana con la esperanza de ver todo blanco. Si esto ocurría, ese día la nieve era el centro de todo. Los accesos se colapsaban, los colegios se cerraban, y dedicabas el día entero a experimentar y jugar con tan insólito elemento: era una fiesta. Por eso, supone un gran shock llegar a un sitio de clima más frío, donde es mucho más común que nieve, y ver como allí todo es distinto. La gente y la ciudad se adapta a ella, sigue con el transcurrir sus vidas y no supone ni siquiera un hecho noticiable que esté nevando, forma parte de la normalidad. La nieve no es un acontecimiento, es un elemento más del entorno.
Algo parecido a lo que siento yo cuando veo que está nevando y no hay un sólo niño construyendo un mísero muñeco de nieve o haciendo una guerra de bolas, debe sentir el aficionado del BorussiaEn el Dortmund viven la Copa de Europa cada día de Dortmund, por ejemplo, que ve que hay eliminatorias de Champions en las que apenas se desplaza una discreta cantidad de aficionados. Ellos, al ser un acontecimiento excepcional en su vida, que no saben si volverá a ocurrir, lo viven de una forma mucho más intensa. Si bien es cierto que el Dortmund tiene tres títulos europeos que los diferencian de los equipos más inexpertos, el pasado reciente atenúa ese recuerdo y borra cualquier exigencia histórica. No tienen nada que perder, por presupuesto y por exigencia histórica ya han cumplido. La excitación, la expectación, la ilusión que supone competir por la gloria entre los elegidos, cuando no forma parte de tu día a día, es un arma muy potente. Y Klopp, su entrenador, es muy consciente de ello. «Nuestros jóvenes saben que en otro lugar podrían ganar más dinero. Pero aquí pueden hacer historia. Si llegas ahora al Barça serás campeón, campeón y campeón, pero ya lo eran los 10 años anteriores».
Si algo han demostrado los borusser este año es que pueden competir con cualquier equipo de Europa y, contra el Shakthar Donetsk, saldrán, seguro, sin ningún complejo. Aunque no deja de ser cierto que el partido ante el Shakthar le llega al Dortmund en el peor momento posible. La goleada sufrida en casa ante el Hamburgo certificó, por si quedaba alguna duda, que no repetirían título de liga. A esto se le unen las bajas de Grosskreutz y del dinámico y vertical Gündogan, mediocentro de gran importancia en el juego del equipo (no han ganado uno sólo de los seis partidos que han disputado sin él) y al que todo apunta que sustituirá Nuri Sahin. Schmelzer y Piszczek, tocados, parece que llegarán. La línea más talentosa del equipo, la de tres cuartos, llega prácticamente intacta y de la inspiración de Götze (¿Puede ser ésta la competición que lo consagre definitivamente?) , Reus, Kuba y Lewandowski dependerá, en gran medida, si siguen adelante. Allí pueden hacer historia.
Mark 13 febrero, 2013
"y al que todo apunta que sustituirá Nuri Sahin"
¿Kehl-Bender no pueden jugar? Porque si pueden dudo que Sahin les quite el puesto. Ademas de que esa pareja ya jugo contra el Madrid haciendolo bien.