El FC Barcelona vive el mejor momento de su vida. De la pasada y, muy probablemente, de la que le queda por vivir. Su cantera le bendijo con un aspirante a mejor futbolista de todos los tiempos y fue protagonista de la primera generación española campeona del mundo. Juntos acuñaron un estilo idolatrado y tiránico en la práctica; dirigidos, primero en cuerpo y siempre en alma, por el líder más perfecto que jamás haya tenido un club de fútbol. El fuego lento de los títulos, innumerables, coció la Leyenda. Y cuando parecía que podía tocar a su fin, Messi dijo «no» y Vilanova lo hizo todo bien. El Barça de Xavi, Andrés y Leo persiste cinco años después, y aún tiene hambre. Sin duda, dos adversarios singulares han condicionado el ciclo más que los demás: el Real Madrid y José Mourinho, que desde hace tres veranos son sólo uno, pero más fuerte. Antes, el Real no tuvo respuesta. No es que perdiese siempre, es que no podía ganar nunca. La diferencia futbolística se unía a la de agresividad. El Madrid comparecía; el Barça entraba, gritaba, miraba a los ojos y bebía sangre, fuese 4-0 o 2-5. El 5-0 fue el final de aquéllo. Mourinho comprendió parte, y la interpretó bien. El Real no podía igualar el fútbol culé, pero sí igualó su activación, y empezó a competir. Cuando la evolución de ambos proyectos puso a los blancos por encima, el Clásico lo sintió. A los puntos, en los últimos 5 duelos, el Madrid ha sido mejor que el Barcelona. La clave, que Messi dejó de ser libre. Marcó goles y regaló asistencias, como nadie más podría, pero no cuando él quiso, sino cuando él pudo. Pepe y Ramos, matizando esa magna cuestión, sucedieron a Xavi e Iniesta como dueños de la rivalidad. Hoy Leo Messi volverá a jugar sin cadenas, en un estadio que no sabe respirar cuando le ve.
Cuando el Barça domina por Iniesta y Fábregas, Leo Messi ataca el lado débil. Pocos han sabido descifrar esa ecuaciónAunque las bajas del Real Madrid capitalizan la previa en buena medida, hay algo incluso más importante que hay que tratar: el juego del Barça ha cambiado. Ya no es ni el equipo dominante de Xavi ni aquél agarrado a un pasado irrecuperable, y tampoco ha pasado a ser de Cesc, como parecía estar escrito, sino que hoy es Iniesta el centrocampista de mayor presencia útil. Por supuesto, sus compañeros no lo buscan con desespero, es el Barça, el equipo de la paciencia, pero la sensación es que el juego empieza de verdad cuando la pelota llega a Andrés, y que el Tiki-Taka previo es una especie de cuenta atrás que alimenta a los culés y tortura a los demás. Iniesta aparece por cualquier sitio, aunque en ninguno tanto como en el extremo o el interior izquierdo (nota: 4-3-3). El primero es el habitual cuando el rival espera encerrado. Lo que hace Andrés ahí es pararlo todo. Ni desbordar, ni asistir. Para el tiempo e invierte los ejes: el vertical pasa a ser el horizontal, y viceversa, de manera que el Barça, que busca el gol, mira a portería pero el rival, que busca el balón, mira hacia la banda. A grandes rasgos, suceden tres cosas: 1. Los desmarques de Cesc y Alba -que sí juegan corriendo- desbordan alrededor del manchego. O los defiendes, o te crean la ocasión. 2. La basculación del rival hacia la izquierda culé deja espacio a Dani Alves, Xavi y Messi, que se están empachando de acciones decisivas. 3. Como el rival no mira hacia el frente pero sí despeja hacia allá, Busquets y sus compinches están mejor colocados para los balones divididos, y se hacen con todas esas segundas jugadas. Sólo un rival ha conseguido reducir este sistema con el Barça metido en el encuentro. Fue el Real Madrid. Mourinho.
Arbeloa fue capaz de parar a Iniesta en la Liga, pero aquel día contó con ventajas que hoy no tendrá.
No hace tanto tiempo, pero las cosas han cambiado. El 2-2 fue la primera vez en la que Tito probó el nuevo modelo. Hoy, está consagrado. Además, y más importante, aquel día Mourinho tenía herramientas que le daban la opción de controlarlo todo. Esta noche no tendrá ninguna posibilidad de, en la pizarra, sujetar todas las variantes del Barcelona. Al fin y al cabo, como se apuntó, le faltarán quienes han dominado tácticamente los últimos Clásicos: Ramos y Pepe sólo tuvieron menos importancia que Leo Messi y Cristiano Ronaldo.
En su momento dedicamos texto y capturas a estudiar cómo detuvo Mourinho a Iniesta. Os emplazamos al análisis («Regreso al Olimpo») para profundizar. En esencia, Arbeloa no jugó como lateral en sí, persiguió a Andrés allá donde fuese, y evitó así las superioridades que pudiese crear el manchego en zonas centrales. Además, como Álvaro es un perro, concedió pocos 1 para 1 en la banda. ¿El espacio libre? Di María trabajó sobre Alba y Pepe gestionó el resto. Todo esto a 25 metros del área de Casillas. Una salvajada futbolística.
Lo de Di María lo hará Callejón, presumiblemente. Lo otro es más delicado. En la memoria colectiva de los Clásicos queda el Real presionando, sí; es lo más efectista porque nadie está acostumbrado a ver al Barça expuesto y, mientras dura la presión blanca, es arrasado. Pero eso, en clave Pepe-Ramos, es lo de menos. El verdadero fuerte de la pareja se da en la defensa estática, que ocupa entre 40 y 60 minutos por duelo. Lo que hace la tiránica dupla es situar ese ataque posicional culé lejísimos de Casillas, y de ahí todo el cúmulo de ventajas. La lejanía de la frontal es margen para la resolución de problemas. Sin dicha ventaja, el Madrid es uno más. Podrá presionar, pero cuando repliegue, que en algún momento lo hará, estará mucho más cerca de su portería de lo que venía estando. Xavi siempre podrá dar un pase de gol, Iniesta jugará como contra todo el mundo y Messi estará desencadenado. Y contra una línea de cuatro de circunstancias.
Varane como lateral derecho podría darle al Madrid cierto margen para defender más arriba.
Ayer analizamos el efecto que tendrían Messi y el Barcelona sobre los tres centrales blancos disponibles («Mourinho busca defensa»). Groso modo, Carvalho podría pagar la hiperactividad requerida, Varane su inexperiencia y Albiol su poco talento en la defensa del espacio reducido y su tendencia al fallo grave. El tema es que en los laterales Mourinho tiene un problema de dimensión similar: los dos zurdos están KO -o casi- y su plantel no dispone de un lateral derecho suplente. Valoramos rápidamente las tres opciones:
– Marcelo. Sin ritmo de competición. Incluso estando a tope, Pedro suele crearle problemas. El extremo es de movilidad constante e intensidad máxima, y Marcelo no está mentalmente en dinámica como para afrontar un reto así con garantías. Con balón, eso sí, resultaría decisivo. Si, como parece, se confirma su suplencia, Arbeloa hará de él y se abre el siguiente abanico para el puesto habitual del salmantino:
– Essien de lateral derecho. El ghanés carece de movilidad. Su edad y sus lesiones le han convertido en un jugador de cintura rígida, zancada pesada y pie lento, por lo que el ritmo de Cesc y Alba desdoblando a Iniesta le superaría por completo. Cierto es que su experiencia y su talento están ahí, y, al ser Iniesta un reto más intelectual que físico, podría evitar ser un punto débil descarado de tener una noche generosa.
– Varane de lateral derecho. Es una variante sugerida por Francisco Beltrán que tiene su vuelta. Su última experiencia como lateral, en Vigo, fue muy mala, pero, como se decía, Iniesta es un reto distinto, casi más apropiado para un central que para un lateral puro. Varane tendría dos plus: su velocidad da pie a defender más arriba y su calidad técnica ayudaría a hacerle la vida un poco menos fácil a Busquets.
Busquets estará tan beneficiado por las bajas merengues como el que más. Por un lado, el Barça va a vivir gran parte del partido cerca del área local. Por el otro, la zaga blanca será pobre en su primer pase y, para colmo, podría presentar un diestro en la izquierda. Es decir, la transición defensa-ataque del Madrid parece a priori bajo mínimos, y ahí el pulpo puede dar el paso hacia delante y encerrar al equipo de Mourinho en su propia parcela. Busquets tiene contexto para dominar. Las rarezas del choque sonríen a sus virtudes.
Buena parte de las opciones del Madrid pasan por un Özil omnipresente tras el robo blanco.
Quien haya llegado hasta aquí puede entender que el Barça irá al Bernabéu a darse un cómodo paseo, y tampoco es eso. El Madrid tiene tres futbolistas que vienen haciéndole la vida imposible: Özil, Benzema y Cristiano Ronaldo. El alemán, genio en horas altas, es un tema interesante. Atención a lo siguiente: en el encuentro del pasado abril no jugó Marcelo, sino Coentrao. Es decir, el Madrid perdía virtuosismo en la salida de balón. Lo que hizo Mourinho para compensar fue incrustar a Mesut en una eventual línea de cuatro centrocampistas junto a Di María, Alonso y Khedira, formando un 4-4-2. La razón, que estuviese cerca de la pelota en el momento del robo. Recibía más fácil, eludía la primera embestida azulgrana y encontraba a los de arriba. Hoy podría repetir la jugada. El problema sería que sin Pepe y Ramos esa línea de cuatro medios estaría mucho más retrasada, el desgaste de Özil sería mayor y la conexión con Benzema y Ronaldo, más difícil. O sea, Busquets tendría una ventaja táctica que Özil debería superar por talento y técnica. Exigencia.
Luka Modric podría ser importante contra el FC Barcelona, pero su presencia sería un gran cambio de estrategiaHablamos de los problemas que puede sufrir el Real en salida de balón y hasta ahora hemos obviado al más genial de sus recursos, Luka Modric. Su inclusión en el equipo titular es factible, pero implicaría un cambio quizás demasiado relevante en lo que para el Madrid ha sido su rutina de confianza: el 4-2-3-1 con Özil en el medio y un extremo derecho que equilibre con sudor el desafío de Alba, Iniesta y Cesc. Esa es la parte mala. La muy mala. La buena tiene múltiples vertientes, aunque aún así quede la sensación de no compensar. Lo primero, lo evidente, Modric puede solventar de un plumazo los previsibles problemas en la transición defensa-ataque que atormentarán a los suyos. Para seguir, es el bastión ideal para juntarse con Alonso, Özil y Benzema y dibujar ataques posicionales más lentos en la mitad de campo culé, algo que el Barcelona concede y sufre ante sus oponentes más técnicos. Por descontado, Luka da pie a que Khedira sea Khedira, el de las dos áreas, lo cual sería difícil de ver desde un 4-2-3-1 típico. Y para finalizar, estamos hablando de un genio, un tipo cuya calidad puede convertirse en un regate y una asistencia inesperada en el momento más imprevisto. Desde luego, si Mourinho opta por un centro del campo de 3, es una pieza más viable que Essien. El ghanés aportaría su saber estar, pero su extrema lentitud de ejecución podría convertir a Busquets en el hombre de la noche. No tendría piedad. Iría siempre a por él. Robaría sin cesar.
Buena parte de las opciones del Madrid pasan por un Özil omnipresente tras el robo blanco.
Lo más brutal de toda la historia es que llevamos 2.000 palabras desgranando la lucha entre dos equipos de calidad histórica y, en el fondo, sabemos que lo anterior se quedará en casi nada. Que, en realidad, lo expuesto es poco más que un sorteo de piezas cuyo resultado dicta quién lleva las blancas y quién las negras en la nueva partida entre Leo Messi y Cristiano Ronaldo. Si no pasa nada extraño, y en contra de las últimas veces que se midieron, esta noche será el argentino quien lleve la iniciativa, quien tenga más ocasiones, más ventajas, más presencia, más compañía, más corriente a favor. Por eso es el Barcelona tan favorito. Sin embargo, Ronaldo ha cambiado. Ha trascendido, como trascendió Messi. Es más que un futbolista. La entrega del Santiago Bernabéu, que al fin le ha aceptado como el tercero de la estirpe de Di Stefano y Raúl, ha culminado su madurez. Cristiano Ronaldo no se pone nervioso, no tiene ansia de nada, piensa cada decisión, falla lo mínimo. Su comunicación con la grada provocará euforia, generara confianza y aliviará el, para el estadio de la Castellana, insoportable e inevitable pánico a Messi. Con, en teoría, Pinto y Adán defendiendo los arcos, las dos Leyendas incluso se agrandan. La fiereza de sus apariciones irá determinando las vibraciones del encuentro. Con ellas, el marcador de la ida de esta, ojalá, grandiosa semifinal de Copa del Rey. Un cachito más de historia. Quien no lo disfrute, que se lo haga mirar.
Abel Rojas 30 enero, 2013
@ Sete, David
Para mí la fortaleza actual de Piqué es no ser Mascherano. Por supuesto que suma, es crucial para la estructura defensiva para que no la descosan con juego directo y tal, es un imprescindible como muy pocos. Pero, en mi opinión, porque la rotación es flojísima. Hace mucho que no veo a Piqué imponerse a un jugador bueno. Todos sacan algo contra él. Recientemente Roque, Rubén Castro, contra la Real lo echaron, etc. No me parece el central dominante que se suponía que iba a ser. Sólo digo eso. Por eso me parece que la ausencia de Pepe o Ramos es astronómicamente más grande si hablamos en positivo. Las cosas buenas que hacen esos dos en un Clásico me parece hoy por hoy muy lejos de las que hace Piqué.
@ Merchancito
Lo de Higuaín en la derecha me parecería una opción muy a considerar si el argentino estuviera en forma, pero el tema es que físicamente está mal, mal, mal. Mourinho le está dando minutos para ponerlo rápido a punto, pero no sé yo si un partido de ida y vuelta contra Alba es lo que necesita. Y eso que yo, como tú, creo que sería jugada ganadora para el Madrid. Ataría a Alba por intimidación. Pero si estuviese bien.
@ Jonn168
Te refieres a algo en plan "Khedira de central" o algo así?
@ Alejandropc1987
Para mí Cesc es absolutamente crucial hoy. Me imagino un Barça dominando muy arriba pero con problemas a veces para ser profundo y ahí Cesc debe ofrecer soluciones. A ver, Cesc casi siempre ha jugado regular contra el Madrid, pero hoy me parece que tiene un partido por delante que debe comerse. Me decepcionaría que pasase sin pena ni gloria por esta noche. El tema está para que deje huella.