Si las naciones futboleras vendieran sus productos en la plaza del mercado, España exhibiría su material con un punto incluso pedante. ¡Centrocampistas, traigo centrocampistas! ¡Enganches, mediocentros, trotones, gestores de juego! Nuestras canteras han pillado el truco y la cosa está que no para. Varios de los mejores “dieces” de Europa, nombres de sobra conocidos, surgieron en este país: Andrés Iniesta, David Silva, Santi Cazorla, Cesc… Eso sí, como es lógico, no se puede decir que tengamos la patente de dicho puesto. Todo lo contrario. Hoy día, existen gran cantidad de futbolistas magníficos que actúan en tres cuartos de cancha; Mesut Ozil, Sneijder, Ribery, Gotze… Donde sí hemos sacado ventaja al resto ha sido un poquito más atrás, más o menos sobre la divisoria del campo. Lo que en Ecos llamamos la base de la jugada.
Nuestra suerte ha sido contar, principalmente, con tres figuras irrefutables: Xavi Hernández, Xabi Alonso y Sergio Busquets. Porque además, en el colmo de la fortuna, cada uno era diferente al otro. Xavi Hernández ha sido la pausa, el control. La técnica para hacer asequible lo imposible, en zonas donde solo hay errores. Alonso es el “cinco” de recepción y orientación perfecta, que sabe a dónde ir para que su golpeo no pueda ser defendido. Por último, está Busi, una exótica mezcla de razas, con una velocidad mental más propia de un programa informático. Son únicos en lo suyo, no se les puede imitar. En la Real Sociedad hay un chico llamado Rubén Pardo que seguramente quisiera parecerse a ellos. Al verle, te das cuenta que de cada uno rescata un detallito. Sin embargo, lo que al final obtienes es un elemento heterogéneo, distinto al resto. Motivo más que suficiente para ilusionarse y seguirle de cerca.
Resulta obligado empezar con la pregunta clave: ¿qué es Rubén Pardo? La cuestión, avisamos, es de las puñeteras. A sus 20 añitos, cumplidos antes de ayer, el niño es pura combustión. Corre mucho,Montanier tiene claro que Rubén Pardo sigue estando muy, muy verde la quiere tocar cien veces por partido, acaba los encuentros muy cansado… todo normal, vaya. A Montanier, que lo entrena desde hace tiempo, no hay duda de que estos aspectos no se le han escapado. Pardo ha tardado en participar porque, en efecto, está verde. Para protegerlo, el míster galo ha contratado los servicios de un guardaespaldas: Asier Illarramendi. El internacional sub-21 es quien ejerce de mediocentro, y tiene bien clara su vocación. Por cierto, la cumple fabulosamente. No es genial en ningún terreno, pero rara vez flaquea en algo. Si no contempláramos la excelencia a diario en nuestra Liga hablaríamos más de él.
Asier Illarramendi, mediocentro posicional y protector fundamental de Rubén Pardo
¿De qué necesita protección la joven promesa? Básicamente, de sus carencias defensivas. En otras palabras: el chaval no le quita una pelota a nadie. No hay balón dividido al que no llegue tarde.La Real busca ocultar los defectos de Rubén Pardo en defensa Sus presiones al poseedor del esférico son estériles, y yendo a banda es muy débil. Muy poco intenso también en achiques laterales. Conviene señalar que estamos aún ante un físico sin definir, “infantil”, bastante similar al Busquets inicial. Buena prueba de que a Montanier le encanta Rubén Pardo son las molestias que se está tomando para insertarlo en su dibujo. La Real Sociedad, cuando no tiene la posesión, oscila entre dos modos de cerrar (según le fuerce el rival): 4-2-3-1 o 4-1-4-1. En la disposición en doble pivote, Rubén Pardo dispone de más libertad para ir a buscar al oponente. Ahí no es malo; es capaz de salir a un pressing alto, no tiene miedo. No la va a robar pero sí logra molestar e impedir giros fáciles. Los problemas afloran en terreno propio, con los defectos citados. La solución ha sido retrasar la ubicación de Xabi Prieto y los exteriores, formando una línea de 4 por delante de Illarramendi. De esta manera, Rubén halla siempre resguardo a su espalda y a sus dos lados; una red de seguridad.
Todas estas pegas que resaltamos serán importantes cuando el riojano comparezca en la élite continental, su inevitable destino. Porque Pardo, eso es indiscutible, va a ser relevante a nivel Champions. Otro desenlace sería un sorpresón. De entrada, se trata de uno de los centrocampistas españoles más completos gestualmente de la nueva generación. Es verdad que no alcanza la Matrícula de Honor en nada (o eso se intuye), pero tampoco baja del 6,5. A diciembre de 2012, el balón explica la realidad del jugador.
Hay dos acciones que vuelven loco al canterano txuri-urdin: Por una parte, tenemos su cambio de orientación. Que Rubén Pardo ha quemado Youtube viendo compilations de Xabi Alonso suena obvio. Cuando recibe, su instinto es mirarVerle hacer cambios de orientación es todo un espectáculo primero al compañero alejado (con Chory Castro, Vela o Griezmann en plantilla, nunca falta una referencia en los extremos). Sus lanzamientos no tienen la dirección y energía de los del tolosorra (auténticos misiles teledirigidos), pero vuelan y finalizan donde pretende en enorme porcentaje. Lo increíble es que hay apartados donde el rookie supera al maestro. Por ejemplo, Alonso ejecuta este lance estacionado, quieto, con los pies clavados en tierra. El actual número 14 de la Real Sociedad tiene la habilidad de realizar este toque en movimiento, corriendo. Asimismo, su uso de la zurda está muy presente. La emplea en situaciones complejas (bajo presión o con el cuero botando), lo que hace que sea más difícil encimarle y no quede limitado por el perfil.
En carrera, con la zurda o con la pelota botando; disfruta como un bebé con el pase largo
Es precisamente el movimiento lo que termina de matizar a Rubén. Pese a ser una evidente pieza de gestión de juego, muestra comportamientos y recursos típicos de futbolistas más adelantados. Lo más destacable, su tendencia a conducir y continuar. Va en su esencia. Tras soltar el balón, su voluntad es sumarse permanentemente a la ofensiva. No guarda la posición. Si tiene espacio, arranca, consciente de que su zancada goza de cierta potencia a campo abierto. No le asusta la frontal del área aunque todavía hay que esperar para palpar su relación con la portería adversaria. Como extra, técnicamente se abre hueco con relativa sencillez; su control para seguir jugando es escuela nacional. Con estas credenciales, es hora de repetirnos la pregunta: ¿qué es Rubén Pardo? ¿Cuál es su demarcación ideal?
Para conseguir resolver el puzzle, hay que fijarse bien en las pistas que van goteando en este periodo de aprendizaje. Son casi inexistentes los momentos en los que Rubén capitaliza la salida desdePardo no ejerce nunca como mediocentro real abajo. Ni siquiera en Mestalla, con Illarramendi ausente, recayó en él esa labor; fue el reconvertido Zurutuza quien mantuvo el rol estático. ¿Por qué ocurre esto? Curiosamente, es más frecuente ver a Pardo caer en la precipitación cuando acumula segundos con la pelota, cuando abusa de su traslado. Son pecados derivados del ansia de juventud. No conoce los ritmos. Por supuesto, tiene algunas virtudes como centrojás: al ser un medio tan ancho, no sufre para acostarse en el sector que corresponda para comenzar a hilvanar, muy al estilo de su ídolo Alonso. En opinión de Montanier, no compensa. Honestamente, el francés no pinta equivocado en este tema. Por una razón.
Muy probablemente termine siendo mediocentro durante toda su trayectoria; hoy no lo es
La particularidad que hace del crío un ingrediente de sabor por descifrar es su juego por delante del balón. Revela tanta valentía al pedirla que se diría que le gusta. Crea líneas de pase, a sabiendas de que, como describimos previamente, no se ahoga en esas exigencias. Como Illarra garantiza un rendimiento regular, y su convivencia con el protagonista de este artículo es correcta, Montanier lo tiene claro; que la líe arriba. Su precocidad y el puntual contexto deportivo que vive desaconsejan un juicio sobre su futuro. No obstante, hay conclusiones que, con mesura, ya pueden extraerse: estamos ante otra joya de nuestro balompié. Un valor que ha de perpetuar, junto a otros, la imagen y personalidad de La Roja. Deberá hacerlo con su libreto personal. Rubén Pardo no es un Xabi Alonso. Tampoco un Xavi. Ni por jerarquía (salvo explosión milagrosa, apunta a un escalón pelín inferior) ni por parentesco. Se viene otro centrocampista estrella, grande. En la plaza del mercado pronto nos odiarán.
Abel Rojas 15 diciembre, 2012
Personalmente no podría entender que los gigantes dejasen que Rubén Pardo se fuese de la Liga. Dicen que el Barça está criando a Sergi Samper que es parecido. No lo he visto jugar contra mayores, así que no opino. De ser así, estaría justificado. En el caso del Madrid me costaría más. Es cierto que le ha salido José Rodríguez, que seguramente no vaya a ser peor futbolista y también juega por detrás del balón, pero me parecen perfiles del todo complementarios. De hecho espero verlos este verano formando base de la jugada en alguna categoría de la Selección. Me fliparía, vamos.
A mí Rubén Pardo me parece una joya del máximo nivel. Que no alcanzará la jerarquía de su predecesores… joder, tampoco la tiene Modric y es un jugadorazo cotizadísimo. Es que no es fácil. Y ya me parecería un pelotazo para España que Rubén Pardo saliera igual.