El Borussia Dortmund ha reconfirmado en 180 minutos que el Real Madrid no es el equipo del año pasado. Su mejorable día a día no se debe sólo a una mera desconexión, pues, a su vista, nada había más motivador que el doble duelo contra el campeón de Alemania y en ninguno de los dos partidos se acercó al nivel que exhibía hace unos meses. Montar un drama es absurdo, la temporada es larga y no hay dos equipos con su potencial; pero restar valor a la situación sería un fallo, pues a 7 de noviembre, por juego y resultados, el Real Madrid no está ni entre los mejores ni entre los favoritos, y eso sí es una novedad importante y merecedora de análisis. Dicho lo cual, ayer se enfrentó a un equipazo con el que se repartió los periodos de dominio y al que, a los puntos, sin relativizar, debió vencer. A lo largo de los 90 minutos creó más peligro del que afrontó, que ya es decir.
La primera mitad fue de Klopp y sus chicos, que se ordenaron del mismo modo que su rival, en 4-2-3-1. La pelota fue blanca, yEl Real Madrid no consiguió penetrar en el 4-2-3-1 de Klopp en la 1ª parte técnica tenía el Real para administrarla. Le faltó posición y claridad. El Madrid estuvo muy rígido, muy inmóvil, sin proponer permuta alguna en su línea de mediapuntas ni escalonar siquiera a su doble pivote. Di María nunca abandonó la banda sin el balón en el pie, y Özil, en todo el primer tiempo, recibió 0 pases por delante del doble 5 Kehl-Gündogan. Tampoco es que se menease demasiado a sus espaldas. Tan fija distribución de atacantes derivó en un juego muy horizontal de Alonso y Modric, que, en paralelo, se pasaban la pelota sin producir nada. Las salidas auxiliares, Arbeloa-Ronaldo y Ramos-Di María, no funcionaban; así que el curro de Reus, Götze y Grosskreutz terminaba dando resultado y el Real arriesgaba el balón. Lo que hicieron tras eso Marco y, sobre todo, Mario fue de aúpa. La superioridad técnica era absoluta, ningún defensa blanco le podía quitar el balón a un crack amarillo, y en concepto estuvieron geniales: conducir, atraer, fijar y soltar al lado débil. Si enfrente no hubiese estado su equipo, Mourinho se habría retorcido de placer viendo jugar al Borussia Dortmund hasta el 1-2 del sublime Götze. En realidad, como todos, pero, por afinidad, él un poco más. Sueña con conjuntos como éste.
El Madrid tiene cerebro e inquietudes, y probó cositas nuevas en ese periodo de inferioridad. Una de las que son muy suyas es dar el balón, replegar hasta campo propio y hacer, en resumidas cuentas, la que sufrió ayer; pero no tuvo opción, pues el Dortmund sí tenía el modo de batir líneas blancas con constancia: juego directo sobre Lewandowski. Varane, en su peor partido, fue aniquilado, y Pepe volvió a dejársela botando a los que le consideran tan brutal como errático. El 0-1 llevó su firma, y un gol en su debe pesa mucho en contra de su balance, aunque el resto sea de impresionante factura. Iker, como Pepe; pero sin la factura impresionante. Hoy por hoy, a su equipo no le da nada. Dos tiros con peligro entre palos, dos goles. Ninguno fue imparable.
En la segunda parte, el Borussia Dortmund no chutó una sola vez.
Casillas no volvió a ver de cerca a sus verdugos, para alivio suyo. Dos cambios al descanso. El activo fue Callejón por el lesionado Higuaín. El canterano superó por mucho el rendimiento del argentino, pero es que además motivó una serie de ajustes que agitaron el choque y lo volvieron a favor del Real: Ronaldo, muy bien, pasó al medio, donde ganó presencia con lo que ello implica, y los costados empezaron a huir de la raya para ocupar los huecos que la falsa referencia dejaba en la zona del 9. Movimiento. Chispa. Acentuada, encima, por la inicial y provisional permuta entre Di María y Özil, ideal para meter nervio a la pelota. En respuesta, Essien. La supremacía técnica de Luka-Xabi no generó ventajas, la nueva propuesta por delante del balón exigía más riesgo y Essien pasaba a ser más útil por su calidad para controlar segundas jugadas -rechazos, despejes-. Lo bordó el africano. No es que viésemos, en general, a un Real Madrid digno de enamoramiento, fue discontinuo y careció de brillantez, pero superó ampliamente al Borussia Dortmund, que fácil no era. Por eso no hay que excederse. El Madrid compite. Es un buen equipo, como dicta la lógica. Lo que ocurre es que juega mucho peor, o mucho menos, de lo que se le exige. Y mucho menos, o mucho peor, de lo que necesita para optar a los títulos en primavera. Este Real, de momento, no huele a campeón.
@jugondejugones 7 noviembre, 2012
Echo de menos un comentario sobre Ramos, que hace un partido flojo. El segundo gol es principalmente culpa suya, que sale a presionar a Schmelzer (que estaba en su propio campo, abierto, ofreciéndose), dejando totalmente descubierta su espalda, por donde le entran como un cuchillo y para dejársela a Gotze. La cagada me parece mayúscula.