El pasado verano, entre el final de la UEFA Champions League y el inicio de la Eurocopa de Naciones, la Comunidad de Ecos protagonizó «Planeta Pequeño», un proyecto compuesto por 13 programitas de radio de unos 15 minutos por el que pasaron casi 40 amigos de los que amplían y definen la web en los comentarios de los artículos, los chats de las emisiones en directo y las principales redes sociales de internet. Se habló bien y mucho de fútbol; con la excusa de evaluar y homenajear a los futbolistas de la Liga BBVA que más habían destacado en cada una de las posiciones del campo. Y en la última entrega, también a los mejores entrenadores. El caso es que si la Liga terminase mañana y repitiésemos la experiencia, grabar un programa sobre laterales, sin importar siquiera el perfil, sería un serio problema. Sobresalir, lo que se dice sobresalir, muy pocos. Menos de 5, seguro. Y son los entrenadores quienes han decidido que así sea.
La primera parada obligatoria es la salida de balón. Ayer analizaba David León el por qué de «La Edad del Pulpo», aludiendo a cómo laSolo el Sevilla construye su salida dando peso con balón a un lateral mayoría de los equipos de nuestra Liga optan por ejecutar una salida en corto. Eso de por sí ya implica una ruptura con el pasado no tan lejano; y lo que hace que la diferencia se acentúe hasta el extremo es que los circuitos de salida están orientados, Sevilla de Míchel a un lado, a iniciar por dentro. El esquema básico lo forman los centrales, el mediocentro y los interiores, se practique o no el maníaco movimiento de la salida lavolpiana. Objetivamente, la dificultad es mayor, pues por dentro hay menos espacio que por fuera, pero también es objetivo que, de salir bien de esa forma, las opciones del equipo que ataca son superiores, porque el centro alimenta a los tres carriles, y las bandas sólo a dos. ¿Qué es de los laterales? Su papel es meramente táctico. Suelen iniciar la jugada ya metidos en campo contrario, y por supuesto muy abiertos, con el objeto de eliminar a los extremos rivales de la posible presión contra el núcleo central que intentará sacar la pelota. Por eso sólo dos laterales en toda la Liga tienen un papel de verdad importante en la iniciación de sus equipos: Cicinho, porque el Sevilla sí tiene salida lateral y además su banda es la predilecta, y Marcelo, por una cuestión de mero talento. Es tan genial batiendo líneas desde atrás que su técnico le da libertad para hacer y deshacer. Siqueira puede ofrecer dudas, quizá merecería entrar en tan exclusivo grupo, pero con Anquela perdió derechos y obligaciones que en el pasado, con Abel Resino, sí tuvo. El resto, que son todos, sólo contacta con el balón si sus compañeros logran cruzar la divisoria.
Los laterales no asisten porque nadie espera a que lleguen a línea de fondo.
En campo rival, y más una vez se alcanza la mediapunta, al 2 y al 3 sí se le piden más cosas. Normalmente, como, sin contar al Betis, nadie juega con extremos puros, se aspira a que los laterales lleguen a línea de fondo para hacer ancho el sistema y ofrecer una solución. Así dicho suena muy fácil, pero ésto es fácil para Jordi Alba y paremos de contar. ¿Motivo? Se les exige que superen en carrera la velocidad del juego. Es decir, que corran más rápido que la pelota. La semana pasada analizamos el relevo entre el mediapunta clásico y el moderno, y cómo, en resumen, había implicado pérdida de pausa y ganancia de verticalidad. Si nadie espera a los laterales para que doblen, es prácticamente inviable que alcancen la línea de fondo antes de que su equipo pierda la pelota o decida arriesgar para crear la ventaja (chut, pase al hueco, regate). Esta circunstancia, unida a la expuesta en el párrafo anterior, fuerza que jugadores como Iraola, Filipe, Juanfran, Dani Alves, Pereira o Hugo Mallo brillen menos de lo que en principio, por calidad, podrían brillar. Los más afortunados, los laterales de Djukic y Pellegrini, que sí le inyectan a la pelota la calma que Monreal, Eliseu, Gámez y Rukavina precisan para unirse la fiesta, cada uno a su manera.
En la memoria está el rendimiento de Manuel Pablo y Romero en Riazor, de Cosmin Contra en Getafe y Mendizorroza, de Tayfun en Anoeta, de Salgado y Juanfran en Balaídos, de Diogo en La Romareda, Capdevila, Arruabarrena y Belletti en el Madrigal o qué decir de Daniel Alves en el Ramón Sánchez Pizjuán. Sería injusto usar esos espejos para medir a la generación de hoy. Tiene menos importancia directa -con pelota- de la que pudo asumir su predecesora. Juan Pablo Sorín, a veces, hasta le quitaba la pelota a Riquelme. Aunque Juan Pablo Sorín era una metáfora.
David_Leon 1 noviembre, 2012
Lo curioso es que hubo cierto momento en el que parecía que no había buenos jugadores en el puesto de lateral. Pero, cada uno en su nivel, ahora mismo en la Liga tenemos a Jordi Alba, Marcelo, Coentrao, Dani Alves, Filipe Luis, Monreal, Iraola, Cicinho, Joao Pereira, Hugo Mallo, Juanfran, Siqueira… creo que no hay mala calidad ni mucho menos.
PD. Qué grande Sorín. Posiblemente, el último futbolista incalificable. Decían que era lateral o interior izquierdo, pero la verdad es que solo era futbolista. Había entrenadores que lo detestaban:p