El Praterstadion de Viena fue testigo de la consagración absoluta de uno de los equipos más relevantes de la historia del fútbol. El Milan de Sacchi, vigente campeón de la competición, hacía doblete al imponerse por 1-0 al Benfica de Sven-Goran Eriksson. El gol de Frank Rijkaard iba a tener tintes poéticos; un año antes, Marco Van Basten y Ruud Gullit, con dos goles por cabeza, habían dado el título al club rossonero en la final de Barcelona. El Milan de los holandeses levantaba sus dos cetros continentales gracias a la puntualidad tulipán, unida al aporte de otras leyendas como Franco Baresi (portentoso aquella noche) o Paolo Maldini.
Argentina, por entonces doce veces campeona de América, llevaba esperando demasiado tiempo su Copa del Mundo. La cita de 1978, organizada en el país bajo un complicado contexto socio-político, se presentaba como la gran oportunidad. Alcanzado el choque decisivo, en El Monumental esperaba Holanda, segunda clasificada del anterior Mundial. Los neerlandeses tiraron de jerarquía y presencia para suplir la ausencia de su gran estrella en Alemania 1974, Johan Cruyff. Tras acabar el tiempo reglamentario con empate a 1 (con disparo al palo de Rensenbrink en el minuto 90), Kempes se convertía en mito al hacer su segundo gol de la noche. Bertoni, a cuatro del final, sentenciaba la primera estrella para Argentina.
@DavidLeonRon 10 noviembre, 2012
Pregunta para quien la conozca, especialmente Vilariño e historiadores varios: ¿cómo llegó Holanda a la final de ese Mundial sin Cruyff? Es decir, tras llegar tan lejos, al siguiente Mundial suele ser un descenso evidente, y si Rensenbrink la cuela sobre la hora son campeones..
Es curioso, de ese Mundial no tengo gran conocimiento. No sé cómo era Brasil, cómo era España, ni siquiera Holanda… creo que es mi Mundial más desconocido en líneas generales.
Del Milan, vaya vídeo de BaresixD