Reflexionaba Tito Vilanova en la rueda de prensa previa al partido en que Vallecas es la salida más complicada que tendrá su equipo hasta el momento. Viendo que bajo las órdenes de Pep en 2011, el Barça se fue de la Avenida de la Albufera con siete goles a favor por ninguno en contra, y que los inicios del nuevo Rayo de Paco Jémez, por sensaciones, aconsejan imponer la cuarentena, no parece justificarse la afirmación del técnico culé. Pero Vilanova, tácticas de alerta sobre su plantel aparte, lo dice por algo. Más allá de la consabida estrechez del terreno, la peculiaridad del césped o la singular atmósfera del estadio, los números dan la razón al preparador azulgrana: 1-0, 0-0, 0-2, 2-1. En Vallecas se marca poco. Y no será por la vulnerabilidad del sistema de Jémez ni por la cantidad de efectivos que los franjirrojos acumulan en campo rival.
Paradoja en el Estadio de Vallecas: campo pequeño, con muchos espacios hoy día y poco gol.
Por otro lado, tras convertir Riazor en la bahía de Sidney en fin de año, el Fútbol Club Barcelona seguirá pendiendo del hilo más indetectable de la historia del balompié moderno. Lo normal es que el resultado sea suyo, puede que el balón también (nunca se pagó tan barato un hat-trick como en la era actual) y hará que el debate sea más bien ajeno. La vuelta de Alves, el tema Villa, la posición de Cesc, el acompañante de Song ante la ausencia por sanción de Mascherano… Lionel templará la marejada vestido de Poseidón, porque tiene pose y tiene el don. De hacer sorda cualquier manifestación contraria o inoperancia colectiva propia. El rival, reiterando que las condiciones del escenario no lo propician, concede espacios, y en ataques por turnos, primero tú, después yo, la ayuda motorizada y exterior de Alba, y la propia zurda del argentino, puede ser, una vez más, más que suficiente.
A su vez, Paco Jémez también reflexionaba en rueda de prensa: «Si yo hago el planteamiento del Celtic se me caería la cara de vergüenza». No esperen nada de ese otro mundo; Jémez va a seguir a lo suyo. Porque no quiere hacer otra cosa y porque ese otro mundo no lo conoce ni lo quiere descubrir. Apuntillaba ante los medios que intentará hacer daño, que preparará el balón parado como desnivel de la contienda y que buscará alegrar a la gente. Ello no quiere decir que vuelva a la defensa de tres. Son ya 180 minutos en los que los madrileños forman con uno más atrás y en los tiempos que corren, no está para regalar nada. Sí esperamos un Rayo muy agresivo, con una presión fuerte en zonas intermedias y un mayor uso del balón largo; que bote, que pique, que demande de Song y acompañante (¿Bartra?) una constante lectura del poseedor y del desmarque. Si algo tiene el Rayo son piernas y verticalidad. Probar a la zaga y hacer replegar con continuidad es opción número uno.
Estos son mis principios. Si no le gustan, no tengo otros. Jémez.
Lo suele decir el equipo modesto ante el gigante: “buscaremos nuestras opciones”. Algo tan manido tiene su significado pero no es en la previa donde los pequeños lo encuentran. Saltan al terreno y lo buscan. Se adelantan en el marcador, hay una expulsión, un agujero o duelo táctico que inclina el partido durante diez minutitos y ahí el pequeño agarra todo hasta que el grande responde la afrenta. El fútbol es muy raro y todo tiene razón de suceder, pero ante Leo Messi lo importante es sacar en claro que el equipo estuvo mejor que hace siete días y que hay motivos para mantener la ilusión durante la semana. No es esta la liga del Rayo, pero cosas más raras se han visto.
@undefined 27 octubre, 2012
Menos de tres goles se paga a 3.3 y más de dos a 1.34, en Betfair.