El «Futbolista Anónimo» se me ocurrió en la ducha. Diríamos que rondaba por mi cabeza durante todo el primer año de MI, pero se materializó, se convirtió en idea concreta, un sábado por la mañana duchándome. Y, como toda forma viva, ha crecido y se ha ido modificando con el tiempo. Los primeros FA’s fueron John O’Shea y Mauro Zárate, jugadores que, sin ser Messi ni Cristiano, son bastante «mainstream». El juego, por sí mismo, fue pidiendo explorar nuevos horizontes. Convertirse, más que en un acertijo, en una apasionante manera de descubrir el mundo, de viajar desde el ordenador, de empezar a conocer lugares que -ojalá- un día pisaremos de verdad -y tomaremos café en sus bares entrañables, fascinados ante el «landscape» que dibujan sus rascacielos-.
El «Futbolista Anónimo» tiene la vocación de gritarle al mundo que cualquier lugar en el que un hincha sueña a través de un escudo y unos colores merece respeto y atención. Cuando el «Futbolista Anónimo» juega en el quinto clasificado de la liga de Argelia no buscamos complicarle la vida al oyente que participa en el juego: buscamos también situar en el mapa un club, una ciudad, un jugador que ama el fútbol. Alguna gente me ha pedido que, por favor, bajáramos el nivel de dificultad para que mucha más gente pudiera jugar. Y sin embargo, me resisto a ello. No para alejarlo de la masa –Ecos ha explicado perfectamente que no hay que ser un «freak» del fútbol internacional para jugar a esto-, sino para recompensar de algún modo a aquellos oyentes que entienden exactamente el juego como yo lo entiendo, que lo han asimilado como un reto enriquecedor, que han aprendido a amar un poco más el mundo y la vida, con toda su diversidad, a partir del FA. Porque el FA es, al fin y al cabo, una forma de amar a la gente.
@migquintana 13 septiembre, 2012
De John O’Shea y Mauro Zarate a Sedat Berisha y Filip Rudzik. Por el camino, mucho fútbol y mucha vida.
Además, personalmente me resulta muy curioso ver el histórico de jugadores y observar como han crecido a la par que el programa ha ido acompañándoles y, en algunos casos, cantando sus propios goles: en su día eran -más o menos- anónimos como Robert Lewandowski en el Lech Poznan, James Rodríguez en Banfield, Michel Bastos en el Lille, Lewis Holtby en el Alemannia Aachen o Danijel Pranjić en el Heerenveen.