Joaquín Caparrós soluciona problemas. Sumergido en más de uno estaba el Sevilla FC en el año 2000, recién descendido a Segunda División y forzado a vender a sus estrellas, Marchena y Tsartas, para aliviar cuentas. Llegó Jokin y la historia ya se sabe, sentó las bases de un bicampeón de UEFA. Por el camino nacieron Ramos y Navas, el tosco mediocentro Baptista se convirtió en un mediapunta letal -22 kilitos cortesía del míster- y Alves maduró en un proceso delicado y meritorio, porque el crack no era ni un amago de futbolista cuando dejó su Bahía natal. Del País Vasco fueron todos los protagonistas de su segunda gran obra, en un Athletic que coqueteaba con el descenso y que ha jugado 2 finales justo tras su marcha. Con todo, lo de Mallorca el año pasado era el reto más difícil de su carrera.
Una grave crisis institucional, la nula capacidad para reconstruir desde el mercado y una posición límite en la tabla era lo objetivo. Lo subjetivo, que la plantilla del RCD Mallorca parecía una mediocridad sin solución. Resituó las piezas desde el 4-4-2 al que parece suscrito, adelantó el bloque de presión 20 metritos e inculcó los valores adheridos a su carisma: pelea, concentración y esa picardía tan productiva. En pocos meses, el tándem Ramis-Nunes (o Ramis-Chico) se puso de moda, el doble pivote Tissone-Pina copaba minutos en «38 Ecos» -Alejandro Arroyo era bastante insistente con el tema- y las bandas, con Pereira y el Chori Castro, destacaban. Vamos, que el Mallorca de repente era súper interesante, por arte de magia. Incluso nos descubrió a Nsue, un delantero con poquito, como lateral derecho. Y funcionó.
El presumible punto negro de Caparrós es que no es capaz de dar el paso élite. En España no hay otro como él en labores de rescate, pero nunca convirtió un buen equipo en un equipo de culto. En su defensa, decir que siempre se marchó cuando sus grupos estaban a punto. En su contra, que su bidimensional librillo impulsa a pensar que ni Sevilla ni Athletic tuvieron mala suerte por ello. A ver Mallorca. Sin duda, el plantel no tiene respuesta a los Kanouté, Muniain o F. Llorente, pero Joaquín está intentando algo. Alfaro, que hará de extremo izquierdo, tirará para dentro para romper el futbolín, y Javi Márquez y Tomás Pina juntos suenan impresionante. El uno, recibiendo y acaparando. El otro, volando y ofreciendo. Con talento para ver, técnica para ejecutar y un punto estético magnético. El Señor Lobo quiere terminar el trabajo.
@migquintana 26 julio, 2012
Oh! Leer el título del artículo, ver la foto de Caparros y comenzar con la primera frase es tremendo. Es una verdadera lástima que a la vez no suene de fondo alguna canción de la BSO de Pulp Fiction, creo que me podría haber puesto a bailarla con las manos rollo John Travolta.
La temporada del Mallorca fue muy seria. El equipo estaba muy abajo, los primeros partidos eran contra equipos grandes y la plantilla parecía tener un déficit claro de calidad difícilmente subsanable. El bloque comenzó a ser suyo rápidamente. El bloque fue más agresivo, fue más arriba y se convirtió en un equipo muy difícil de ganar. Encima, aparecieron jugadores como el mencionado Tomás Pina. Será muy interesante verle con Javi Márquez, un jugador que cuando despuntó me encantó y le auguraba un gran futuro pero por el camino ya ha perdido demasiados meses. Tiene 25 años y un club que se ha mostrado ideal para, con tranquilidad, poder sacar todo el potencial de un jugador. Esa pareja suena impresionante, sí.
Sin embargo, la marcha del Chori Castro es muy importante. Era la pincelada de calidad que sobresalía, el desequilibrio que empezaba por fuera y terminando llegando al área. En la temporada pasada, en 38 partidos, produjo 18 goles. Al Mallorca no le sobran, le faltan. »Joaquín Caparrós tendrá que solucionar problemas».