Vidas cruzadas | Ecos del Balón

Vidas cruzadas


Es complicado encontrar dos países tan íntimamente relacionados durante el último siglo como Polonia y Rusia. Y no siempre por buenos motivos. De hecho, casi nunca. La historia de ambos países es la de dos hombres cuyas vidas se cruzan continuamente. La influencia de Rusia sobre el país al que se enfrenta hoy en la Eurocopa ha sido siempre capital. Imponiendo criterios políticos, creando fronteras, fomentando alianzas a favor o en contra de Polonia. Quizá el más célebre haya sido el pacto germano-soviético firmado por los ministros de exteriores del III Reich y la URSS, a la sazón Von Ribbentrop y Molotov, allá por 1939. Las mandíbulas de medio mundo cayeron por la sorpresa, pero ninguna más que la de los polacos, que se vieron a merced de dos superpotencias que se repartieron el territorio nacional tras la invasión alemana del país, que dio lugar al comienzo de la Segunda Guerra Mundial. Lo que vino después fueron los 6 años más duros de la historia reciente para la nación simbolizada por el águila de armas -pico y garras- doradas.

Así como en 1939 la URSS vendió la integridad de Polonia, al final del segundo conflicto global, fue el Ejército Rojo el que liberó el país de la dominación nazi, dando además comienzo al descubrimiento de la parte más siniestra del imperio de terror de Adolf Hitler. Polonia se había convertido en la última estación para miles de personas recluídas en los campos de concentración y exterminio de Auschwitz-Birkenau, Belzec, Chelmno, Majdanek, Sobibor y Treblinka. Los soviéticos no estaba exentos de culpa, ni mucho menos, pero la liberación sirvió como una pequeña conciliación.

Polonia, tras la II Guerra Mundial, estuvo bajo la protección del gran hermano soviético…

Conciliación que duró poco tiempo, concretamente hasta que el régimen de Stalin comenzó a imponer gobiernos de corte comunista en todos los países liberados por el Ejército Rojo en la Europa del Este. Polonia, evidentemente, no escapó a este sistema, y vivió bajo los gobiernos de Wladyslaw Gomulka y Edward Gierek durante los siguiente 30 años. Si bien puede considerarse al polaco como uno de los régimenes menos represivos del bloque comunista, esto no impidió que la rivalidad con la URSS creciese en cualquier ámbito en el que el país pudieseMientras la rivalidad aumentaba, Polonia era incapaz de vencer a la URSS en partido oficial enfrentarse al gigante. Y el fútbol, obviamente no podía escapar a ello.

Durante todo este período, ambos equipos nacionales se enfrentaron en doce ocasiones, pero los polacos solo pudieron alzarse con la victoria en dos partidos amistosos. Por eso, el partido que nos ocupa está tan marcado a fuego en el imaginario colectivo. Por todo lo que venía sucediendo fuera del campo. Estamos hablando del partido de segunda fase del Mundial de España 82 en que ambos equipos, Unión Soviética y Polonia, se jugaban el pase a semifinales. Un encuentro que, además de todo lo que hemos dicho, venía marcado por una palabra: SOLIDARIDAD.

Solidarnosc -Solidaridad en polaco-, fue un sindicato no gubernamental clandestino creado en los Astilleros Lenin de Gdansk (precisamente una de las sedes de la presente Eurocopa), en 1980. Su líder era Lech Walesa, y llegaría a ser el primer sindicato no gubernamental de la Europa del Este, aglutinando un pensamiento anticomunista y no violento que tuvo detrás a más de diez millones de personas en su momento de más auge. Además, el carácter católico de gran parte de sus militantes hizo que obtuviese la ayuda del cardenal Wojtila, posteriormente Juan Pablo II. Sindicatos e Iglesia se unieron en la lucha contra la dominación comunista, que se personificaba en el General Jaruzelski, un gobernante mucho más terrible que Gomulka o Gierek, al que había sucedido. Para el momento en que los capitanes Zmuda y Chivadze saltaban al césped del Camp Nou durante su partido del Mundial, Polonia llevaba ya 7 meses bajo la ley marcial decretada por el gobierno. El movimiento de Solidaridad estaba en su punto más alto y su líder, Walesa, con su inconfundible mostacho, era uno de los hombres más reconocibles del mundo.

En la última década, las garras doradas del águila polaca brillaron más que nunca.

Con banderas de Solidarnosc en las gradas del estadio del FC Barcelona, y no portadas solamente por los aficionados polacos, Polonia disputaba su encuentro más importante de la historia. Es cierto que la gran generación creada por el Kazimierz Gorski les había llevado al tercer puesto en la Copa del Mundo del 74, pero esto era diferente.Respecto al Mundial del 74, Polonia perdíó a Deyna o Lubanski pero mantenía a Zmuda, Kusto, Lato y Szarmach Había más cosas en juego y había más gente mirando. Algunos de los miembros del maravilloso equipo de ocho años antes todavía estaban presentes en el equipo nacional. Faltaban los carismáticos Tomaszewski y Deyna, el gigantesco central Gorgon, o los talentosos Kasperczak, Gadocha y Domarski. Eran los hombres que habían conquistado Wembley en la clasificación para el Mundial alemán, ganando en el camino la medalla de oro de los Juegos Olímpicos del 72 (y la plata en los del 76). Y habían puesto a los clubes polacos en el mapa de la Copa de Europa. Su fútbol de seda, fútbol total con toques sudamericanos, les distinguía de cualquier otro conjunto de la época. Obviamente, en España también falta el mayor mito del fútbol polaco, Wlodzimierz Lubanski, el jugador del siglo, que en esta época, veteranísimo ya, estaba disfrutando del mundo occidental (como les permitían a casi todos los grandes mitos del Este cuando alcanzaban una edad veterana), en sus pasos por Bélgica y Francia. Quedaban de esa época gloriosa el capitán Zmuda, central rocoso, el todoterreno Marek Kusto y los míticos atacantes Grzegorz Lato y Andreij Szarmach.

Y estaba Boniek, la joya de corona. El centrocampista ofensivo del Widzew Lodz que tras la Copa del Mundo emigraría a Italia para sentar cátedra primero con la Juventus y posteriormente con la Roma. Un puñal auténtico, capaz de llegar al área con regularidad, crear juego y regatear como el mejor. Y un líder. Y, básicamente, la razón por la que un equipo, digámoslo claro, eminentemente plano y físico como la Polonia del 82 se encontraba en la posición en la que estaba. Luchando por unas semifinales. Había sido Boniek el que, con tres goles contra Bélgica en la primera jornada del grupo de cuartos de final daba una ventaja capital a los polacos. Los soviéticos sólo derrotaron a los belgas por 1-0, lo cual les obligaba a vencer al conjunto entrenado por Antonie Piechniczek que alineaba a su conjunto de gala, bajo la columna vertebral del Widzew Lodz –el mejor conjunto polaco de la época, semifinalista de Copa de Europa-, el portero Mlynarczyk, Zmuda en el centro de la defensa, Boniek creando y el velocísimo Smolarek arriba, compartiendo ataque con el astuto Lato, que por aquel entonces ya estaba jugando en Bélgica con el Lokeren, conjunto que acogió a muchos mito del Este en esa época. El propio Lubanski había tenido allí su primera etapa en occidente.

Al igual que su país, los soviéticos salían del túnel para brillar durante unos años antes de irse.

Los soviéticos, por su parte, nunca fueron simpáticos. Acostumbrados a sufrir malos arbitrajes por sistema –y sin rechistar- en las grandes competiciones internacionales, habían pasado por una mala racha desde su final de la Euro 72 (en la que su legendaria defensa fue aplastada por Alemania Occidental).Beskov contaba con una selección muy joven liderada por Blokhin y por Dassaev Se perdieron todos los torneos desde entonces, a pesar de contar con un gran conjunto como el primer Dinamo de Kiev de Lobanovskiy, y con ellos Blokhin, el veloz extremo ucraniano, un diablo sobre la cal que se había ido reconvirtiendo hacia el centro del ataque, pero que ganó el Balón de Oro en 1975. Recuperados, su fase de clasificación había sido excelente, y su defensa volvía a ser un muro. Resguardado por el mejor guardameta del mundo, Dassaev, con un líbero de clase internacional como Alexander Chivadze, y con talento en el medio y el ataque, gracias a la buena generación de futbolistas georgianos que auparon al Dinamo de Tbilisi al título de la Recopa. Y la base, como siempre, de la máquina de Kiev. Arriba, Blokhin seguía siendo la referencia, y el nivel que venía dando el conjunto dirigido por el legendario ex falso 9 del Dinamo de Moscú, Konstantin Beskov, estaba siendo de notable, incluído su gran partido contra el enorme Brasil de Telé Santana. El equipo, por si fuera poco, era de una juventud insultante, y anticipaba grandes resultados para la URSS en la década siguiente: Demianenko y Bessonov eran ya una referencia europea y el fantástico armenio Khoren Oganesyan marcaba el ritmo de un conjunto que, si podía galopar, no quería trotar.

El duelo estaba servido, y aunque lo típico es decir que los deportistas no quieren saber nada de política, lo cierto es que los propios polacos reconocían que la URSS era la única selección del Mundial que NO PODÍA GANARLES.

Los soviets salieron con la intención de correr. Tres centrales enormes (Sulakvelidze, Chivadze y Baltacha), dos carrileros larguísimos (Borovskiy y Deminaneko), el poderoso Bessonov (la joya de la corona soviética en ese momento), comiendo campo en la posición de pivote, Oganesyan como lanzador y tres balas como eran Gavrilov, Shenghelia (máximo goleador de la Soviet Top Division) y Blokhin.

El partido tuvo un patrón claro: a Polonia el empate le servía y por nada del mundo iba a permitir que la URSS se sintiese cómoda, ergo entregó la pelota y esperó atrás. Los soviéticos, aunque tenían jugadores perfectamente capacitados para el ataque posicional,Al valerle el empate, Polonia entregó el balón y así anuló el peligro de la URSS no se encontraban cómodos, y sus llegadas fueron esporádicas y carentes de peligro. El planteamiento de Piechniczek era perfectamente entendible. Polonia buscaba su oportunidad en el balón parado. Y en la segunda parte, cuando Beskov comprendió que jamás podría correr e introdujo al extremo Daraselia y al tanque Andreyev dispuesto a destruír por saturación las dos líneas de defensa polacas, fueron estos los que salieron con más libertad en rápidas contras, las más claras dos carreras individuales de Matysik y Boniek, que detuvo Dassaev. El partido tuvo más tensión, más intención y más presión que juego y verdadero peligro; realmente Polonia consiguió defender cómodamente el empate que les daba el pase. La jugada más importante del partido fue cuando, en el minuto 88, y con la URSS ya entregada, Boniek vio una estúpida cartulina amarilla que le impediría jugar la semifinal contra Italia.

En semifinales esperaría la Italia de Paolo Rossi, que acababa de tumbar a Brasil.

El día de su mayor triunfo acarreó también su mayor pérdida. Boniek era la dinamo polaca y el equipo a esa alturas era básicamente ÉL. E Italia tendría sancionado a Gentile, el implacable marcador que había secado a Maradona y Zico. Obviamente, sin la presencia del número 20 polaco, la ausencia del jugador de la Juventus era una anécdota. Polonia apenas propuso nada días más tarde en ese mismo Camp Nou e Italia, que ya cabalgaba a lomos de un desbocado Paolo Rossi, emprendió su camino hacia la final del Bernabeu, donde ganaría su tercera Copa del Mundo.

Para Polonia, sus dos terceros puestos significan mucho. El primero, el del 74, significa que Polonia podía plantar cara en el campo a cualquier país del mundo. El del 82, eliminación de la URSS mediante, significa que también fuera del campo Polonia tenía derecho a decir su palabra.

 

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19 comentarios

  • Gerardo 12 junio, 2012

    Extraordinario documento. Va directo a mis favoritos. Enhorabuena a Sergio y a todo el equipo de Ecos, se están afianzado como una ABSOLUTA REFERENCIA.

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  • @migquintana 12 junio, 2012

    Creo que por todo el contexto social, político y cultural, este es el artículo de Vilariño que más me ha gustado. Y el techo estaba altísimo. Os recomiendo que os miréis todos los hipervínculos porque hay documentos fabulosos. Es para apagar el móvil, cerrar la puerta de la habitación, abrir una Voll Dam muy fresquita y estarse una hora deleitándose con esta historia. Y aprendiendo, claro.

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  • @ecosdelbalon 12 junio, 2012

    @ Gerardo

    Gracias, compañero. Los nuevos fichajes están respondiendo de una manera… es tremendo.

    @ Quintana

    Coincido. Mi artículo favorito de Vilariño. Quizá, incluso mi favorito de Ecos desde que arrancó la Euro junto a algún Magnolia.

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  • @SVilarino 12 junio, 2012

    El comentario de la Voll Damm de Quintana es ya un clásico jajaja. Qué grande ^^

    El tema de Solidarnosc es muy muy interesante. Ver cómo llevaron a cabo poco a poco la rebelión contra el gobierno, evitando al mismo tiempo poner en peligro al país. La Ley Marcial del 81 fue instaurada, en teoría, para hacer una limpieza que evitase que las fuerzas del Pacto de Varsovia invadiesen el país como había sucedido en Checoslovaquia en 1968 y en Hungría en 1956 (curiosamente otro caso de revolución al que está muy unido el fútbol, con la desbandada de los jugadores del Honved).

    Y la ayuda e influencia de Wojtila/Juan Pablo II es tremenda. Para tesis.

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  • @DavidLeonRon 12 junio, 2012

    "Italia tendría sancionado a Gentile, el implacable marcador que había secado a Maradona y Zico. Obviamente, sin la presencia del número 20 polaco, la ausencia del jugador de la Juventus era una anécdota"

    ¿Te ha costado escribir esto, Vila? ^^

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  • @fernandosb9 12 junio, 2012

    Muy buena la contextualización. De lo general a lo particular y por un sentido.
    Me desvirgo comentando en una sucesión brutal de líneas :)

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  • @SharkGutierrez 12 junio, 2012

    Un artículo brillante. Al César lo que es del César.

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  • Chema R. Bravo 12 junio, 2012

    Fantástico Sergio, fantástico… los contextos políticos, sociales, económicos, culturales y religiosos… esos grandes protagonistas olvidados muchas veces al hablar de un fútbol o de un equipo o de un partido… como en aquel Holanda-Alemania del 88. Afortunadamente, aquí se cuidan esas cosas.

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  • @chopi_8 12 junio, 2012

    Me ha encantadosí señor. Estos artículos para mí son un poco como volver a aquellas clases de historia en el colegio donde siempre aprendía cosas nuevas y que, particularmente, me encantaban. Mucha chicha por la mezcla de fútbol y contexto socio-político.

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  • Antonio León Romero 12 junio, 2012

    Disfrutamos con secuencias de grandísimas películas, Postales que unen maravillosos personajes con música y diálogos que forman un todo lleno de coherencia y gran perfección y lo remata el amigo Sergio Vilariño con lecciones de futbol e historia que complementan nuestros conocimientos y recuerdos a la máxima potencia.

    Gracias a todos.

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  • @Iratipdp21 12 junio, 2012

    Sublime. Enhorabuena, si lo llego a leer dos dias antes lo pongo en mi examen de historia. Saludos

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  • wikipeix 12 junio, 2012

    DEP Pahiño. Leyenda del fútbol español

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  • @PapitoOscar 12 junio, 2012

    Una auténtica joya. Contextualizar unos hechos es siempre necesario, gracia Señor Vilariño.

    Yo era pequeño, pero hubo dos detalles que se me quedaron clavados en la retina de aquel Mundial del 82.
    Uno fue, evidentemente, la mejor selección de fútbol que yo haya visto, Brasil 82 (con el permiso de Brasil 70).

    El otro un jugador especial, que te enamoraba, Boniek. Enganchado a él esa selección polaca llegó más lejos de lo que probablemente ellos mismos imaginaban. Y claro, ese contexto histórico se me escapaba a aquella edad, pero era evidente que algo estaba pasando, luego años después se entendería todo mejor…

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  • @Szakach 12 junio, 2012

    Muchas gracias por el artículo Vilariño, he aprendido muchas cosas de las que no habia no oido hablar. saludos.

    Respond
  • Fidel 12 junio, 2012

    El artículo contiene errores de bulto. Apunto los dos más importantes:
    1. El pacto germano-soviético es una respuesta a los pactos entre Gran Bretaña y Francia con Italia y Alemania. Es decir, fue una maniobra destinada a neutralizar el intento de los gobiernos francés y británico para echar a los alemanes contra la URSS. Gracias a ello, los soviéticos pudieron prepararse para la guerra. Por cierto, el propio gobierno polaco también había pactado con el alemán el reparto de Checoslovaquia. Por otra parte, el área que ocupó la URSS correspondía en gran medida con territorias que sólo unos años antes formaban parte del imperio ruso, de hecho había más ucranianos que polacos y es buena medida saludaron la entrada del ejército soviético.
    2. Solidaridad no aglutinaba un "pensamiento anticomunista", más bien al contrario, el programa de Solidaridad apuntaba a una vía socialista polaca que todo el mundo identificaría como comunista. Lo que sí suponía Solidaridad era un rechazo a la tutela de Moscú y la reivindicación de libertades fundamentales que se negaban.

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  • @MrRealStinson 12 junio, 2012

    Vilariño está cedido para la Euro no? Creo que deberías usar la cláusula de compra 😉
    Mi artículo favorito de esta Euro

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  • Fidel 13 junio, 2012

    Veo que no publicas los mensajes que no te hacen las rosca. Tú mismo

    Respond
  • @fernando_eco 13 junio, 2012

    @Fidel

    No hace falta enfadarse, tranquilidad.
    Es un error que a veces tiene el sistema de mensajes, que algunos no los publica de forma automática y hay que hacerlo de forma manual. Ya está publicado tú mensaje, Fidel.

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  • @SVilarino 13 junio, 2012

    @Fidel

    Gracias por los comentarios.

    1. El pacto germano-soviético tiene por parte rusa, como bien apuntas, el objetivo de recuperar territorios que apenas 20 años antes pertenecían al Imperio Zarista y que Moscú consideraba como suyos. Los diferentes "roces" con el gobierno de Josef Pilsudski en los años 20 no hicieron sino ahondar en este sentimiento.
    Pero sobre todo, el pacto era una manera de "asegurar" que los alemanes estarían alejados de la URSS por un tiempo, ya que el Ejército Rojo estaba bastante tocado tras las brutales purgas de Stalin durante esa década. Eso sí, de prepararse para la guerra, poco. Más bien intentar evitarla. Y eso fue un error de capital de Stalin.
    En todo caso, estos apuntes, afectan más bien poco al sentimiento polaco para con los rusos. Rusia vendió a Polonia, Rusia liberó Polonia, Rusia sometió Polonia. Esa es la secuencia en el imaginario polaco. Obviamente, eso no implica que lo polacos no tuviesen sus tejemanejes, como bien apuntas con el acuerdo polaco-aleman que permitía a los primeros hacerse con franjas de Checoslovaquia en las que habitaban en torno a unos 200 mil polacos.

    2. Mea culpa. Debería haber escrito "anti-soviético", pero no sé por qué escribí anticomunista. Supongo que por la costumbre cuando se habla contraposición a todo lo soviético. Lo cierto es que sí, Solidarnosc busca una "vía polaca", más socialista que comunista, de hecho. Y profundamente influenciada por el sentimiento católico de sus militantes. En cierto modo, el catolicismo era lo que distinguía a los militantes polacos de otros muchos que vivían en países del Pacto de Varsovia, que se movían, por lo general, en un ambiente más laico (no les queda otra, tampoco xD). Buscaban recuperar derechos fundamentales que les habían sido negados, y la proclamación de la ley marcial por parte de Wojciech Jaruzelski lo únioc que hizo fue reforzar sus posturas.

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