Cuatro años y un día. Han pasado como un suspiro, hemos vivido mucho. El salto a la eterna madurez celebra cumpleaños al tiempo que la competición nos coloca un reto mayúsculo: sobrepasar la barrera de cuartos por tercer torneo consecutivo. Delante, Francia, aspirante fallido a caramelo de la Euro pero con las opciones tan intactas como cualquiera. Llegan en conato de rebelión, aunque esta vez suena a mentirijilla. «Les enfants» siguen siendo terribles.
Se abren varios escenarios para Le Président, ninguno fiable, ninguno malo. De entrada, cabe la posibilidad de que Francia mantenga su 4-2-3-1 reciente. Cero adaptación a España.
El actual 4-2-3-1 da opciones a Malouda Hasta ahora, solo Irlanda ha prescindido de modificar su estructura original ante los hombres de Del Bosque. Con semejante diferencia de nivel, sería ventajista decir que lo terminó pagando, pero resulta innegable que la mayor fluidez española apareció ante los irlandeses. Italia colocó línea de cinco y Croacia, doble lateral y Modric fuera de la base. Ambos compitieron. Con su once de gala, Francia mantendría sus armas para transitar, pero reclamaría mucho trabajo de repliegue a su línea de mediapuntas. Malouda (que ganaría bastantes opciones con este dibujo) ha crecido con ello, pero más dudas ofrecen Benzema, Nasri e incluso Ribery. Casi con toda probabilidad, Blanc expondría todo el poderío físico disponible en su doble pivote con M’Vila y Alou Diarra, para que trabajaran contra las apariciones de Xavi y las conducciones de los interiores, cerrando Malouda a una altura casi de tercer pivote. La mutación hacia un falso 4-3-3 parece una imposición de la calidad española. Esta elección global presentaría una Francia con intenciones de robo más adelantado, pues no resulta recomendable que futbolistas poco dotados en fase defensiva vivan en campo propio permanentemente.
Claro que Blanc puede sentir que su equipo necesita vivir agrupadito y crecer desde la angustia española. Ir sumando robos, duelos directos victoriosos, etc. En definitiva, un bloque de presión bajo. Aquí cobra fuerza la vuelta de Cabaye,El trivote, un gran negocio para Francia trivote y repliegue. En este escenario, Xavi y por extensión España pueden sufrir. El catalán tiene más problemas que nunca para jugar por delante del balón, lo que le hace huir a la base, achatando a su equipo de forma peligrosa. Los pivotes pueden bascular sin miedo a la amenaza interior y la defensa sobre los mágicos Andrés y Silva resulta sencilla. Hay ventajas evidentes para Francia en esta disposición. Quedaría por definir la última línea. Ribery y Benzema son fijos, pero el discurso puede variar muchísimo según quién sea el tercer elegido. Nasri es un futbolista que guarda algún tipo de similitud con el perfil de jugador que viene hiriendo a España en transición. Samir no es un lanzador natural, pero acapara balón y permite que los compañeros se recoloquen. La pega para Francia es que viene adoleciendo con este tridente de una preocupante falta de profundidad. Solo Ribery está siendo incisivo, y siempre con balón al pie. Los franceses necesitarían un Benzema que se olvidara de Zizou para parecerse más que nunca a su ídolo.
Benzema, el único que puede corregir la falta de profundidad al espacio de Ribery y Nasri
El posible matiz novedoso llegaría con la entrada de Menez. Blanc podría buscar potenciar a Benzema, implicándolo más que nunca en la transición, liberándolo de la ruptura contra centrales que podría apartarlo muchos minutos del juego y tratar de que Karim entrase lo máximo en contacto con el balón. De esta manera, Francia ganaría tres futbolistas dotados para transitar (algo que Les Bleus necesitan sentir como posible ante España) sin desnaturalizar el comportamiento de ninguno de sus puntas. Los de Blanc han adolecido del mismo mal que la Selección de Del Bosque. Acrecentar ese defecto sería fatal.
Para España, el partido estará un día más en el reparto correcto de los roles. Es hora de que Xavi agarre el toro por los cuernos. Debe ser valiente y exigir al doble pivote rival.Árbeloa y Xavi deben jugar un partido de gran personalidad Alou Diarra no puede vivir cómodo en posicional, pendiente del auxilio del compañero ante la carrera mortal de Iniesta o la diagonal pausada de Silva. Xavi debe jugar por delante de balón con frecuencia. Perder la pelota no es un problema si se pierde correctamente. La proyección de Arbeloa es otro punto innegociable. Álvaro se va a ver sometido a uno de los partidos más exigentes a nivel de personalidad de su carrera. Debe subir para obligar a Ribery a no ser una salida fácil y rápida tras recuperación. Arbeloa «debe estar siempre» y España debe hacer buena la posición de Arbeloa. En el mano a mano, pocos niegan la línea de fondo como él, pero su lectura del movimiento interior de Ribery esta vez debe ser perfecta y coordinada. Busquets, muy sensible en salidas al costado contra el extremo, tiene que recuperar, ya sí, ese don para el robo que le hace único y que no ha exhibido en la Euro. Robar y buscar a Alonso para transitar, de lo poco potente de España en esa fase del juego.
Xavi debe ser valiente y atreverse a perder el balón
La profundidad (al menos hasta que Vicente decida que es hora de que Navas nos la regale de manera gratuita) quedará otra vez en manos de Fernando Torres. Tiene un puntillo paródico lo que esta Selección le está pidiendo al delantero del Chelsea. Lo gracioso es que, mientras no esté por medio un gesto de remate donde deba pensar, Torres te da lo que le pidas y a veces incluso más. Hoy enfrentará a Koscielny, un central capaz de humillarte si le ofreces el escenario que le gusta. Fernando debe flotar, no parar quieto, lanzar movimientos circulares que nunca le estacionen, realizar apoyos inteligentes y contados, no quedar nunca a una altura demasiado retrasada. Un concepto este que liga las diferentes claves del partido. La altura a la que reciban Xavi, Benzema, Torres y Arbeloa definirán, por diferentes motivos, los momentos bisagra del choque. No estaría mal que acertaramos en las que tengamos. Serán pocas.
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