Tenía que quedar 0-0, cualquier otro resultado habría ensuciado la historia. La primera semifinal de la Eurocopa de Polonia y Ucrania enfrentaba a las dos mejores defensas del torneo. A las dos más diferenciadas, también. De un lado, la caja fuerte; ese equipo vestido de cuadrado rojo que guarda el balón, echa la llave y regenera su contraseña cada dos minutos y medio. Frente a él, Quimera y su camada de bestias; un grupo de atletas de élite futbolísticamente tecnificados que desde el orden, la exuberancia física y la agresividad conquistan tu territorio, envenenan tu aire y te matan por asfixia, si es que sobreviviste al primer impacto. El Portugal-España del 27 de junio de 2012 se ha hecho perpetuo. Fue así desde el momento en el que títulos como «Pedro y Jesús Navas», «la prórroga de Busquets» y, por encima de cualquier cosa, «el partido de Sergio Ramos» quedaron asociados de por vida al intenso preludio de la Final de Kiev. Al choque entre dos centrales colosales, los mejores del mundo, que vertebraron la noche, capítulo a capítulo, a partir de sus sobrenaturales despliegues.
En un encuentro marcado por sus ejercicios defensivos la prioridad era obtener la mejor posición, y Paulo Bento tenía un plan escalar. El primer objetivo era bajar a Xavi hasta la base, no lo quería entre líneas. Sabía que con invitar al interior catalán sería más que suficiente, pero no se anduvo con chiquitas: Hugo Almeida, Nani y un centrocampista voluntario presionaban cada iniciación a máxima intensidad. Forzada España primero a incrustar a Xabi Alonso entre centrales y luego a pegar un par de pelotazos, Xavi descendió a zona de mediocentros (imagen de la izquierda). Victoria parcial lusa y cambio de chip. Como a Alonso en el primer pase y a Xavi en el segundo no iban a precipitarles la decisión, y menos aún a mermarles el gesto técnico, Portugal dio un paso atrás. Pero en su intensidad, no en su posición. El bloque defensivo seguía en campo español, lo que había cambiado era la intención de robo. Desde ese instante los lusos se centraron en el trabajo sobre las líneas de pase (imagen de la derecha).
Para España no fue ningún shock. De hecho, estaba preparada para dicho cambio, y así lo atestiguan todos los movimientos que pasamos a ejecutar. Para comenzar, los laterales fueron proyectados, que Xabi y Xavi querían espacio. Al anclar a Arbeloa y Jordi Alba arriba y bien abiertos, Iniesta y Silva ganaron libertad, y mostraron una versión más interior que en días pasados. Y en el frente, Negredo tenía por misión separar a nuestros dos genios de Pepe y Bruno Alves, en base a su tesón y capacidad de contacto. La imagen de la izquierda corresponde a la recepción de Silva desde Xabi Alonso tres segundos después de la captura anterior. Es decir, es el resultado de un pase del mediocentro desde primera línea a través de seis piernas portuguesas, previo movimiento fantástico del canario. Plan había, pero la exigencia técnica y emocional era bárbara. Y además, el enorme trabajo de Moutinho, Meireles y Veloso separaba mucho a receptores de emisores. Batir líneas era casi imposible. Portugal tenía el ritmo. El partido era Pepe.
Toda la idea de Paulo Bento estuvo sostenida por el omnipresente central; pues, en resumen, la clave era que Portugal regalaba a España un espacio enorme en su zona de mediocentros que administrarían Pepe y su amigo Bruno partiendo de la triple ventaja otorgada por sus compañeros: 1. el pasador que intentaba hilar las pasaría canutas antes de ejecutar, 2. el mediapunta que fuese a recibir estaría de espaldas y alterado por el esfuerzo intelectual, y 3. el central acudiría en carrera y siempre mirando la jugada de cara. Lo del esfuerzo intelectual es importante. A Iniesta y Silva se les exigía genialidad y creatividad en sus movimientos, Pepe y Bruno Alves tan solo tenían que esperar concentrados y salir tras la señal. Y con esto no se pretende restar méritos a los defensas. Es más, la percepción personal del autor es que dicho planteamiento solo es posible con el central madridista sobre el campo. Las capturas que encabezan el párrafo muestran un lance en el que Silva logra recibir libre y con tiempo. Tiempo de mentira. Tener a Pepe, saber que lo más lejos que está de ti es a un segundo y que es indesbordable hacía que España nunca se sintiese en ventaja contra él. Exhibición absoluta de un futbolista que, salvo milagro de Iniesta, Buffon, Cassano o Xabi en la Final, estará en el podio de estrellas de esta Eurocopa junto a Pirlo y Sergio Ramos.
Negredo fue un concepto con sentido, pero el jugador se quedó muy corto y no consiguió nada.
Así dicho parece que teniendo a Pepe es fácil minimizar a España, y no es el caso. Lo que ocurrió es que algunos de nuestros futbolistas no estuvieron a su nivel. El caso más exagerado fue Sergio Busquets. Sus primeros 90 minutos no fueron discretos, fueron malos. La jugada que oscila entre la imagen de la izquierda y la de la derecha es una hipérbole de su tiempo reglamentario. En el primer fotograma de la secuencia observamos al joven invadiendo el espacio de Xabi, haciendo inválida la posición del tolosarra y cerrando el circuito, porque más a la derecha, donde se le necesita, no hay nadie. En esta imagen intermedia vemos a Xavi con el balón, que bajó a donde no estaba Busi, que le ha entregado la pelota tras una técnica maniobra. El mediocentro no prioriza en solventar el desequilibrio táctico que surgirá en la espalda del «8» y no lo corrige. En la última instantánea, Cristiano Ronaldo sale como un cohete al espacio vacío. Busquets, el pestillo, estaba lejísimos. Evidentemente, su mal juego fue más sutil, si bien la esencia es la recogida en este lance. Despistado, fuera del desarrollo. Coentrao, Meireles y Cristiano Ronaldo apenas lograron un par de situaciones de peligro reales, pero ésa era la única vía de escape del encuentro, nosotros no teníamos ninguna a favor, razón por la cual Portugal se fue a la caseta como ganador moral del primer tiempo.
Fue una pena, porque el dispositivo anti-Ronaldo preparado por Del Bosque era bastante interesante y con un gran Busquets podríamos haber cerrado el grifo. La imagen de la izquierda es magnífica desde un punto de vista analítico, expresa de manera inmejorable la defensa del primer pase portugués que hizo España: queríamos que saliesen por la izquierda. O sea, que iniciase Bruno Alves. Curioso, teniendo en cuenta que el del Zenit es muy superior a Pepe tanto en técnica de golpeo como en lectura de juego, pero había sentido tras la decisión. Lo que no quería Del Bosque por nada del mundo es que Cristiano Ronaldo se relacionase con el espacio, ya fuese a espaldas o a costados de Arbeloa. Orientando la salida hacia Alves-Coentrao las recepciones de Ronaldo tendían a ser de espaldas y con Álvaro dándole mordisquitos. En transición nos estaba condicionando, pero en posicional estaba controlado.
Paulo Bento perdió la iniciativa y media semifinal al cambiar a Cristiano Ronaldo de perfil.
Que Busquets está bendecido es una de las verdades del fútbol. Uno de sus fallos más graves se tradujo en una tarjeta amarilla a Ramos en el minuto 40, lo que a la postre resultó uno de los factores que incitaron a Paulo Bento a cambiar la posición de Cristiano. Así el desafortunado Piqué perdió de vista a Ronaldo y Ronaldo empezó a ver de cerca a Pegaso, que hasta el momento había estado fantástico contra el triángulo de posesión Moutinho-Nani-Hugo Almeida. Dicen que no hay gran vencedor sin un gran vencido, y lo cierto es que el nº 2 mundial enalteció la noche de Sergio tanto o más que su panenka. En realidad, no existen palabras para describir lo que hizo. Es cosa de verlo y disfrutar, o lo que le salga a cada uno. Lo más meritorio fue su control de la transición en situaciones de desventaja (1, 2), pero la jugada que queda para la historia es la del apoyo en el minuto 107 de la prórroga, la que se inicia en la imagen de la izquierda y termina con la de la derecha. Sergio Ramos había revertido la dinámica. España iba a ganar el encuentro.
La inversión del estado de ánimo fue impulsada por el cambio de sistema en una prórroga estupenda, en la que España mostró una de sus versiones más líquidas. Cuatro fueron los nombres que se alzaron sobre todos los demás. Los dos primeros, Jesús Navas y Pedro. Bien abiertos, fijados sobre la raya y a la altura de los delanteros. Ambos -con ayuda de Alba- percutían y la daban atrás, como tanto le gusta a nuestros interiores. Al valor táctico de los regateadores hay que añadir su optimismo adherido. Cuando la coge Navas sabemos que va a pasar algo diferente, aunque siempre pase lo mismo. Cuando la coge Pedro… pensamos que vamos a marcar gol, y en el fútbol parecer acaba siendo ser en la mayoría de los casos. Y si Pin & Pon abrían, Busquets decidió cerrar. El once español puede tener mejores jugadores que este chico, pero nadie le gana a ganar. Es increíble, es de un mérito desaforado, que resurgiese de la manera en que lo hizo para ser una transición defensiva perfecta por sí mismo. Es un competidor especial.
Iniesta, que nunca nos ha fallado, está jugando muy bien; pero sabemos que su noche aún no llegó.
El cuarto nombre es Iniesta. Centrado, con libertad sobre el eje vertical, siendo directamente suministrado por Alonso y con Navas y Pedro ramificando sus eslaloms, dominó los tempos y coqueteó con el gol. Pero… Andrés es el especial, es nuestro genio y le protege un don de la oportunidad que ni siquiera Leo Messi ha exhibido de una forma tan puntual. Hemos llegado a la Final sin que aparezca en ninguna de las fotos. La sensación es que si caemos mañana, Iniesta se marchará de esta Eurocopa sin una noche suya. Y la extrañeza nos invade. No parece posible que eso ocurra. Pirlo espera./blockquote
@luckysori 30 junio, 2012
Vaya texto. Lloro.