En la temporada hay como 4 o 5 partidos que Real Madrid y FC Barcelona ganan por tener a Cristiano Ronaldo y Messi, y nada más. Son encuentros, casi siempre a domicilio, que se complican desde el discurso, y cuya espesura acaba trastocando el ánimo del resto y poniéndole la capa al héroe, que decide y da los tres puntos. El Calderón sabe bien de qué va el tema, porque este año lo ha presenciado dos veces. Es justo señalar que durante 40 minutos ayer el Real fue extremadamente superior al Atlético, si bien es muy complicado imaginar un punto de inflexión tan automático, tan sencillo y tan puntual como el posterior al 1-1 sin la exuberante superioridad y personalidad de su fenómeno comiéndose todo.
Además de constatar la surrealista supremacía de un solo hombre sobre 18 equipos, la noche también retrató que Mourinho le tiene a su defensa más fe de la que le tendría yo. Por descontado, su calibraciónQuizá el Madrid vivió en defensa organizada más de lo prudente será (infinitamente) más precisa, aunque no por ello esquivaré hablar de lo que para mí fueron dos riesgos defensivos muy serios. El primero, pasar 50 minutos de encuentro viviendo en defensa posicional. Se entiende y se asume que el contragolpe del Real es el recurso ofensivo más rentable del fútbol mundial, y de ahí que sea lógico que Mourinho repliegue a los suyos durante determinados tramos del partido para obtener renta. Lo que ocurre es que su defensa posicional está lejos de la perfección. Para empezar, hablamos de un equipo que suma a cuatro futbolistas inactivos en esa fase del juego. No es lo mismo tener el mejor contraataque de la historia que ser un equipo de contraataque. Este Real no tiene estructura para serlo.
El segundo riesgo fue la actitud de Arbeloa y Coentrao cuando el Madrid iniciaba. Por una mezcla entre la calidad defensiva rojiblanca, la inoperancia de Kaká, el estado del césped y laLos laterales merengues no esperaban para subir al fondo predisposición contragolpeadora visitante, el Madrid apenas asentó algún ataque organizado en la primera mitad. Sin embargo, Mourinho proyectó a sus laterales hasta la última línea a menudo, formando el 2-3-5 sin dar el empaque previo a la posesión desde el 3-3-1-3. Una medida que no comulga del todo con el juego de posición practicado, por mucho que el del Madrid no sea tan conservador como el del Barça de Xavi. La intención era expandir el sólido sistema atlético para que Kaká, Ronaldo y Benzema exprimiesen los espacios interiores, y lo cierto es que situaciones hubo para ello, pero la transición defensiva se vio numéricamente mermadísima. Otra vez, los laterales no constaban en ella, y la exigencia para Ramos, Pepe y Khedira resultaba brutal.
El asunto es que el Atlético de Madrid, quizá el conjunto más lento de la élite, consiguió trenzar con bastante frecuencia transiciones ofensivas eficientes, y pese a que no podía profundizar -contragolpear- porque RamosFalcao y Diego metieron a los suyos en campo contrario y Pepe en campo abierto son muy superiores, sí que le daban para meterse en campo contrario en ventaja y montar posesiones moralmente positivas. Diego y Falcao fueron los nombres propios aquí. Más aún el colombiano que el brasileño, porque el delantero centro era el comienzo. Sus apoyos largos fueron la base ofensiva del equipo durante medio partido, y la razón por la cual un jugador tan deficiente perfilándose a sí mismo como Diego vivía tan a gusto con balón contra un Khedira + Xabi Alonso que estaba perfecto, pero perfecto, tácticamente. Y es que es eso, a nivel posicional el Atleti nunca obtuvo nada, el Madrid quedaba entero, pero como no es un equipo psicológicamente preparado para sostener un ejercicio defensivo en campo propio intenso y perfecto, los visitantes iban goteando errores individuales que les costaban sustos. El gol de Radamel, tres ejemplos en uno.
El partido murió tras el empate de Falcao. El Madrid comenzó a atacar en posicional e hizo valer su transición defensiva.
El 1-1 cambia el partido de cabo a rabo. Y la verdad, nunca se había visto tan sometido al Atlético de Simeone, quien confesaba en rueda de prensa que, simplemente, no pudieron salir desde atrás. El Madrid dejó de lanzar y se juntó sobre Xabi durante la gestación, y arriba encontró reposo en los movimientos laterales de Özil, que estuvo tan desafortunado en lo técnico como sublime en lo posicional. El alemán generaba superioridad numérica en las dos bandas y otorgaba con su asociación esos 2 segundos que a su equipo le saben como 10, daba tiempo a asentar el 2-3-5 de manera consistente y Arbeloa y Coentrao empezaron a influir en transición defensiva. Fue entonces un Madrid dominante. Pero deja preguntas. Si da la sensación de que Mourinho tiene la receta ganadora, ¿por qué tantos ajustes? Robben, Ribery y el Allianz nos darán muchas de las respuestas.
@sepioes 12 abril, 2012
Abel, después de un flojo partido de Khedira contra el Valencia, ayer me pareció sencillamente brutal.
En la primera parte el alemán jugó por tres, Kaka', Alonso y sí mismo. El primero simplemente invisible, ni se ofrecía ni creaba, y en muchas ocasiones Khedira tuvo que sumarse al ataque con su pase y continuación para intentar suplir la carencia de ataque posicional de su equipo.
Alonso, fatal durante la mayor parte del encuentro, completó uno de sus peores partidos defensivos que le he visto con la camiseta del Madrid. Khedira estaba ahí para que no se notara tanto. Y también hizo una cantidad de ayudas ingente a Arbeloa.
Por resumir, Khedira ayer me pareció lo que es, un jugador imprescindible en ESTE Madrid sin Alonso.