Hacía mucho tiempo que el Madrid, con balón, no emitía las sensaciones de anoche en el Bernabéu. Fluido, dinámico, preciso, eléctrico, dulce. Fantástico. Casi imparable. Se vio esa versión de los de Mourinho que va a situación de peligro por posesión hilada. La que estableció el pico de juego colectivo conseguido en esta Liga y le situó, justificadamente, a 10 puntos del mejor equipo del mundo. Vamos, que el choque mostró al Real en un momento de forma muy ilusionante. Ahora bien, jugó un partido cojo, en el que nunca miró hacia atrás. Y no lo hizo, entiendo, porque Mourinho no puso especial empeño en ello, algo que se intuyó desde el anuncio del 11 titular. Seguramente no contaba con un Dani Parejo tan formidable. El centrocampista, en el mejor partido de su carrera deportiva, agarró el clavo ardiendo y lo convirtió en un empate.
Me encantaría glorificar el planteamiento defensivo de Emery, pero creo que fue desbordado. Aunque tuvo su qué -el marcaje de Tino a Xabi Alonso fue un puntazo-, el éxito ché no estuvoLa opacidad de Khedira restó mucho al Real Madrid ahí, porque el Real siempre establecía ataque posicional con los laterales en la última línea (2-3-5) y aceleraba sin problemas. Una parada de Guaita por cada 100 segundos de juego efectivo no es marca de solidez. Y eso que el Madrid ejecutaba el gesto técnico definitivo demasiado atrás, por dos motivos distintos. El primero, que Khedira cantó bastante. El movimiento de Alonso durante la gestación y la gestión de cada jugada era para verlo, llevándose consigo a Costa y desequilibrando tácticamente al Valencia con cada decisión. Khedira tuvo un contexto irreal, surrealista, casi como si jugara de cascarilla, y no pudo transformarlo en nada. La otra buena nueva para Unai fue ver el 3-3-3-1 blanco. Higuaín -el que fuerza el sistema- no jugó su peor partido, pero su mera presencia hace que cada uno de sus compañeros juegue 5 metros más atrás de lo habitual. Y eso que ganó la zaga. La aun así desbordada zaga.
Que no contuviese el caudal ofensivo local no implica que su punto fuese injustificado. El combate «transición ofensiva ché VS transición defensiva merengue» fue una paliza muy seria a favor deParejo le dijo a Mou que no iba a tomarse prisa alguna Unai. El míster fue a pegar y pegó duro y bien. Parejo, al lado de Topal, y por detrás de Tino Costa. Salir bien era cuestión de dársela. Al principio resultó un poco difícil, porque el cuarteto ofensivo del Madrid simulaba dedicación, pero a medida que pasaron los minutos se quitaron la careta y el Valencia encontró a Dani. Exhibición, clase magistral. Hizo de la paciencia y la seguridad técnica una pesadilla para un Real que lo único que quería era que el Valencia chutara pronto. Sí, sí; que chutara. Ahí estaba la concesión de Mourinho. El papel defensivo de Ronaldo, Benzema, Özil e Higuaín fue tan pasivo -ni una carrera hacia atrás- que no queda otra que pensar que era una consigna. Confiaba en su bloque de 2+4 e Iker y quería a los atacantes frescos para contragolpear. Al intercambio siempre gana Messi; pero si no juega Messi, el Madrid.
Topal y Guaita, inspiradísimos a nivel individual, fueron los héroes del 0 en contra.
La exhibición de Pepe, el imprescindible apoyo de Aduriz a Parejo, el perdedor desempeño de Marcelo -uy, uy- y Arbeloa, la dimensión del partido de Jordi Alba y el impacto de Di María sobre el choque, entre otras cosas, serán temas de análisis en el «38 Ecos» de esta noche. Con el equipo del programa y tú si te apuntas al chat, a partir de las 22:30 horas. A nivel más global queda aplaudir la confianza y la coherencia de un gran Valencia y valorar cómo puede afectar el golpe al Madrid. Física y futbolísticamente está casi. Lo normal es que llegue a tiempo para el momento de la verdad. Pero su coco ya está a 4. Y eso puede sembrar la duda mortal.
Postmoe 9 abril, 2012
Hombre, Abel, que Guaita te meta una parada cada 100 segundos contra el Madrid entra dentro de la normalidad y hasta es deseable. Significa que se está defendiendo bien. Como estadística es algo que lejos de hablar mal de Emery lo deja en buen lugar, porque Guaita y el Valencia suelen encajar cuando las paradas son cada 50-60 minutos.
De hecho, esa condición cañizarril que sistemáticamente permite a sus defensas realizar marcas sin preocuparse demasiado por cerrar línea de chut es la que lo diferencia absolutamente de Diego Alves u otros paquetorros como Moyà.
Fíjate como la misma estadística se dio en el otro bando con un Casillas caliente y como a su manera fortaleció a su equipo, errores incluidos. Pon a Alves ahí, y Parejo no frena el gol, lo firma.