Mirado con lupa, al Clásico de ayer se le podrían sacar sus pegas, por supuesto. El inicio culé fue horrible; y el Real, tras ponerse en ventaja, padeció un nerviosismo innecesario. Jugadores como Thiago, Xavi o Di María completaron actuaciones muy pobres, y el banquillazo a cracks como Piqué y Marcelo restó un poco de fantasía. Está claro, el encuentro no se acercó a la casi inalcanzable cota futbolística de la última Final de la Copa del Rey, pero decir que mereció la pena sería quedarse muy corto. Ayer compartimos dos horas de trabajo a destajo con las dos mentes más privilegiadas del presente balompédico. Dos tipos que están cambiando esto a mejor. Guardiola, con negras, tiró del Gambito Frescura para intentar asaltar la iniciativa; y Mourinho, con blancas, fue comiéndose cada peón sacrificado por su rival sin prisas por llegar hasta el monarca. Pep y José deben irse juntos cuando se vayan, y volver de la mano cuando vuelvan. Tienen que enfrentarse 6 veces por temporada. Como Cristiano Ronaldo y Leo Messi. Estas cuatro personas son el nuevo abecedario de nuestro deporte favorito.
Guardiola se sintió en desventaja. Por la imperiosa necesidad de la victoria, por el terrible golpe sufrido en Stamford Bridge, por la mayor cercanía del partido de vuelta y porque la falta de profundidad que ha venido mostrandoPep buscó frescura, profundidad, descaro y verticalidad en Thiago y Tello. Y cambiar el chip. en muchos de los últimos encuentros es la muerte contra el Real Madrid de Pepe, Ramos, Ronaldo y Benzema. Contaba con Messi, con el Camp Nou y con el pasado reciente y lejano, lo que le daba el favoritismo, pero por juego sabía que el Madrid no estaba por debajo. En busca de un impacto moral sobre el choque y una dosis extra de profundidad tiró de los dos niños descarados, mandándole así un mensaje jovial a su grupo que seguramente necesitase. Mourinho, por su parte, lo vio siempre clarísimo. Creía que era la noche para ganar, que su equipo era mejor, y fue con todo. La situación le permitía regalarle a sus jugadores un colchón emocional por si acaso, pero en ningún momento valoró la derrota. A tenor de lo visto, acertó. El Real fue bastante mejor en líneas generales.
En la primera mitad el Barça batió su marca personal de balones perdidos; y baja no era, porque viene siendo un problema dramático para el equipo desde hace meses. La última corrección de Pep, ya vista en Stamford Bridge el pasado miércoles, es la apuesta definitiva por la base de dos hombres (imagen de la izquierda) en detrimento de los típicos triángulos. Busca dividir presiones, ganar opciones horizontales y tener un hombre más tras la pérdida, por si algo falla. Ayer, eso sí, el acompañante de Busquets -central/mediocentro- fue Thiago, en lugar de un Xavi que jugó de interior derecho, en la línea posterior. Pese a que contra el Madrid no funcionó, Guardiola insistirá en el ajuste. Thiago lo hizo demasiado mal y el Madrid demasiado bien como para descartar tan pronto una jugada válida. Con contraprestaciones, pero válida.
El Real Madrid amoldaba su dibujo según el ataque organizado del Barça estuviese en la base de la jugada o en la zona de aceleración.
Mourinho manejó dos conceptos distintos durante su defensa posicional. Mientras el Barça iniciaba, el Real presionaba a toda cancha desde su 4-2-3-1. La intensidad no era la del Athletic de Bielsa, pero allí estaba y molestaba, siempre valiéndose de que su rival, sin Alexis Sánchez, jamás le iba a obligar a correr hacia Casillas. Esa circunstancia favoreció tres persecuciones sin límite: la de Xabi a Xavi (imagen de la izquierda), la de Khedira a Iniesta y la de los centrales a Messi. A Mourinho no le importaba que su pareja de medios desatendiese a Leo en esta fase del juego, pues la línea de pase hacia él siempre era frontal y Pepe y Ramos de cara la dominaron de forma tiránica (imagen de la derecha). Así pues, cuando los mediapuntas culés bajaban a la base o se abrían al costado, eran perseguidos.
Por bien que lo haga un cojunto, es imposible defender al Barça durante 90 minutos en su base. Ya sea por funcionamiento o por pura genialidad va a batir líneas las más de las veces, y por supuesto el Clásico no fue una excepción. En esas situaciones emergió la sorprendente figura de Özil, una de las claves defensivas del choque. El Madrid evolucionaba en campo propio hacia un 4-4-2 (imagen de la izquierda). En la derecha siempre delimitiba Di María, y luego Özil se situaba bien entre él y Khedira, entre Khedira y Alonso o a la izquierda de Xabi, según le pillase la jugada. Su desempeño fue un escándalo, eligió carril con acierto y sumó robos con continuidad por pura sorpresa durante el paso del 4-2-3-1 al 4-4-2.
Una vez asentada la línea, ésta tenía un comportamiento muy paciente. La prioridad era que no entrase el pase por ningún hueco, evitar que Xavi, Iniesta y Messi pudiesen recibir a sus espaldas. El robo no era una objetivo directo, para ello ya estaban Pepe y Ramos. Gran parte del secreto del dominio de los dos centrales se fundamentó en el desempeño táctico de Di María, Khedira, Alonso y Özil.
El partido, de forma muy bonita, nos ofreció la prueba irrefutable de que Mourinho había bordado su trabajo técnico al pedir a sus centrocampistas que flotasen siempre, que nunca entrasen para robar. Esa prueba fue el gol de Alexis. Si nos fijamos en la imagen de la izquierda, observamos cómo el Madrid tiene una estructura sólida durante su transición defensiva. Iniesta va a toparse con Khedira, Alonso tiene controlado a Messi y atrás hay un dos para uno. Lo que sucede entre ese fotograma y el de la derecha es que Alonso comete el fallo de querer cortar el pase hacia Leo. No llegó, el argentino arrancó en ventaja por primera y única vez en el partido, y su equipo hizo gol. De haber sostenido el tolosarra su posición, Di María y Özil hubiesen completado la línea de cuatro y santas pascuas. La verdad es que, si se piensa, es para volverse loco. Que ese error constituya medio tanto en contra contra el Barcelona… es para perder la chaveta. Pero ése es el nivel de exigencia que plantea Leo Messi.
Benzema y Ronaldo se bastaron para traumatizar a la transición defensiva culé. Uno sujetaba a dos de los tres cierres y el otro atacaba en aclarado contra el sobrante.
El dispositivo defensivo de Mourinho tenía un valor añadido fundamental: El robo pillaba muy cerca a Di María, Alonso y Özil. Tres lanzadores excelsos para los dos puntas que quedaban arriba. Cristiano Ronaldo es increíble; de verdad, no hay palabras para describir a este portento. Vive en el mismo país que Messi y se ha destacado como el claro mejor jugador de su campeonato esta temporada. Y Benzema es el mejor de los normales. Quizá ya sea el número tres del mundo. Seguro, es el número tres del momento. Sin paños calientes, lo de esta dupla contra Busquets, Mascherano, Puyol y Adriano fue un baño total, una sacudida letal e insostenible. Siempre quedaba uno por dentro y otro por fuera. El centrado se las ingeniaba para, mediante un desmarque circular, atrapar a Mascherano y quedárselo consigo, propiciando situaciones de mano a mano entre Karim y Adriano o entre Cristiano y Puyol, según el caso. Busquets, totalmente desbordado. La estratagema de situarlo como central durante las defensas posicionales queda desactivada por la velocidad infernal de la transición blanca. Simplemente no le daba tiempo.
Sólo vieron un poquito cerrado el grifo desde el 0-1 hasta el 45´. Fueron los minutos menos competitivos de su equipo, que mantuvo el rigor en defensa pero no halló la calma para aprovechar lo que había arriba. El Madrid pudo pagar muy caro este detalle. Otro tema fue el ajuste que hizo Guardiola en su mediocampo al descanso. Thiago pasó a ser siempre el último centrocampista y Busquets, a jugar por delante del balón (imagen de la izquierda), para que Sergio, más seguro, afrontase las recepciones de espaldas a marco. Thiago así creció algo. También merece mención el soberbio trabajo técnico de Arbeloa sobre Tello. El canterano culé sólo tiene un movimiento, iniciar la carrera con la pierna izquierda y arrastrar el balón ya en movimiento con la derecha, y Arbeloa se lo comió una y otra vez. Eso es lo suyo. Y acabando la ronda de detalles importantes, Granero. A menudo el madrileño es propuesto como alternativa en momentos de atascos en el 11 titular merengue, pero Mourinho lo concibe como un recurso defensivo con ventaja en el marcador. Nadie de la plantilla del líder tiene el don de Esteban para proteger el balón. O lo conserva o provoca un balón parado a favor. Cortó todo el ritmo al Barça en los últimos 20 minutos.
En definitiva, vivimos un partidazo cargado de lecturas. Hoy tenemos un documento más que estudiar para aprender de fútbol, como casi siempre que se enfrentan estos dos. La Liga parece decidida. La Champions mantiene las espadas en todo lo alto. Pase lo que pase, que nadie opte por el dramatismo. No vivimos una época dada al cambio de ciclo, nadie va a tiranizar ninguna competición a medio plazo, porque ni Cristiano Ronaldo ni Leo Messi van a perder siempre. Así que aflojemos y disfrutemos, que es lo que toca.
mrrealstinson 22 abril, 2012
BRUTAL!
En el plano del partido no puedo añadir nada más porque sería quitarle maestría al artículo.
Solo decir que para mi si, Benzema es el número 3.