Nada importa menos que el cómo cuando luchas por meterte en una final. No hay mayor alivio que pasar la eliminatoria, aunque las cosas no se parezcan a las de tus mejores días. Pero le supo, cómo no, muy bien a la Real Sociedad pasar a la final de la Copa del Rey, 32 años después, de la forma en la que lo hizo, hallando el camino para simplificar su plan y detectar dónde estaba la oportunidad de hacer daño sin exponerse demasiado. Y es que el cuadro txuriurdin puede presumir de haber construido el sistema más eficiente, ecológico y económico de toda la Liga. Cada pieza está en su sitio, cada figura complementa a las demás en un baile sincronizado que además dispone de pliegos secundarios con los que jugar más directo y no emplear a todos sus jugadores en el dominio del campo contrario. Y ayer fue un ejemplo claro y a la postre muy competitivo.
La Real Sociedad controló muy bien los ritmos del partido
Ante un Mirandés que comenzó el encuentro esperando atrás para atacar espacios, sobre todo por fuera, la Real ya había saltado al campo con la intención de no caer en esa trampa, mortal por el espacio que podía dejar y por perder la iniciativa del choque y darle alas al rival. Para ello Imanol Alguacil contuvo algunas piezas para valerse de otras pocas en la generación de ventajas. Se vio claro con algunos automatismos generales del equipo que quedaron aparcados con tal de fijar más las posiciones, finalizar más jugadas de forma directa, sin abrir el partido hacia donde quería Iraola.
El sistema donostiarra, basado en la creación de triángulos entre las tres líneas y entre los dos costados, no tiene laterales muy muy largos, aunque los suelte a media altura para encargarse de la amplitud, peor ayer fue todavía más significativo como para superar líneas, la Real Sociedad decidió que los laterales serían más intermitentes y que sería Willian Jose con su juego de espaldas el que iría ofreciendo su presencia en los tres carriles para poner peso en la zona del balón. Una posesión más directa, que acababa en centro al área sobre el segundo palo, donde Januzaj tenía ventaja física sobre Enric Franquesa. Sin lanzar a sus laterales para profundizar, desde mecanismos más frontales y con el delantero brasileño activo en la descarga y la fijación del central de la zona del balón, el robo del rival se alargó, cuando no iniciar desde atrás.
El ataque fue más directo, sin involucrar tanto a sus laterales
Fue una variante bien pensada y mejor ejecutada, en la que no necesitó ni un gran día de Odegaard ni una gran movilidad de Mikel Merino, pudiendo controlar lo que pasaba en el partido. El partido fue así de la Real Sociedad, pues detectó que la espalda de sus laterales y la calidad de sus zagueros es probablemente su talón de aquiles si el oponente encuentra situaciones para hacerlas públicas. Aunque los nervios fueran inevitables, la Real soñó y cumplió una clasificación apacible en lo futbolístico, dando forma a una recompensa que el nuevo formato y su calidad como equipo le han hecho merecedor tras haber creado un sistema fantástico.
AdrianBlanco_ 5 marzo, 2020
Qué bien compitió ayer la Real durante los 90 minutos. Qué equipazo es el de Alguacil. 😀