«Hay muchas veces en el campo que entrabas en conflicto entre lo que te pedía el entrenador con lo que tú sentías y veías en cada acción que podía desarrollarse en el campo. Yo venía a recibir porque pensaba que un compañero me podía dar el balón pero ese compañero hacía lo que le pedía el entrenador, que era un pase largo y buscaba segunda jugada, por ejemplo. Y ese conflicto siempre se me generó en muchísimos años y con muchísimos entrenadores. Y tú tratas de hacer lo que puedes, de mantener tu personalidad y con los años, al final, daba igual lo que te dijeran y tú hacías lo que sentías».
– Quique Setién, en The Coaches Voice.
Quique Setién es el nuevo entrenador del Fútbol Club Barcelona, un club tan particular como grande, que diagnostica y proclama sus éxitos cuando siente algo diferente, y que ha hecho suyo de manera intransferible desde que lo levantó un genio holandés llamado Johan Cruyff. El viaje que hoy inicia el técnico cántabro guarda un entendimiento rápido y fluido con la filosofía que llevó al Barça a la expansión como marca y ubicación dentro de los mejores equipos del mundo, pero las circunstancias, y las diferentes experiencias que ha acumulado el exentrenador del Betis, abren un abanico de posibilidades, de gran expectación, a la hora de tocar las teclas de una plantilla acostumbrada a partir de ideas menos rígidas. Unión cuyo éxito recaerá en convencer al jugador para acercarlo al método.
Sirviendo su llegada como punto de partida, todo análisis actual parte de una expectación que se convierte en una primera aproximación. Entre quienes todavía no han cruzado ni compartido tiempo, futbolistas y cuerpo técnico, y sin entrar en el terreno de la imaginación, concepto alejado del análisis, sí pueden establecerse relaciones o argumentos entre lo que ha caracterizado a Setién en todos sus equipos y lo que no ha venido haciendo el Barça desde la marcha de Pep Guardiola, en mayor o menor medida. Habiendo configurado la plantilla de un modo más directo, adquiriendo talentos individuales extraordinarios, será trabajo del entrenador dar forma a una estructura que hable por las dos partes: conceptos colectivos y libertades individuales.
«Te adaptas a todo, llevas cambiando permanentemente de ciudades, de entrenadores, de compañeros. No te queda más remedio, si quieres sobrevivir, de adaptarte. Tienes que renunciar a muchas cosas por otras. En esta profesión, es lo que hay. Hay que convencer cada año a los nuevos que llegan, o te vas a un equipo y empiezas de cero o cuando firmas un contrato con tu club, les explicas ‘mira, yo soy así, voy a hacer esto’, pero luego en realidad la gente quiere resultados y tienes que adaptarte a veces, renunciar a cosas en momentos delicados, matices, cambios; adaptarte a las circunstancias».
Una de los recovecos más interesantes de esta relación será observar de qué manera conviven las realidades y necesidades de cada parte; la capacidad de convencimiento y persuasión de un técnico de enorme intervencionismo y ortodoxia llegando a una plantilla que, de entrada, antes de que alguien pueda conquistarles, parece más cómoda si sus mejores talentos pudieran desarrollarse desde la libertad y la interacción mutua, del mismo modo que el vestuario y el sistema vienen reclamando un punto de determinación ideológica que les mueva a organizarse mejor para que su afectado ánimo en la lucha por los títulos recupere el foco de intentarlo desde un nuevo punto de vista.
«Y con los jugadores exactamente igual, tienes que tratar de entender a cada uno como es, tienes que darles, tienes que quitarles, tienes que saber cuándo apretar, cuándo no. Es un proceso permanente de adaptación el que tenemos que vivir nosotros».
Y es aquí donde entra el método de Quique Setién para intentar convertirse en proyecto sólido e identificable: primero sentir lo que se hace para después, o entre medias, adaptarse a todo tipo de factores que no conviertan las ideas en el único vehículo, como así siempre es en clubes de esta dimensión. En el discurso que Setién ha solido proyectar siempre ha reforzado lo que le define, pero también ha dejado claro, y es parte del éxito de un entrenador, adaptarse si el barco encuentra un obstáculo y se gira para multiplicar sus opciones. Setién llega lleno de ideas a una plantilla de extraordinarios talentos. Toca conquistar, sentir y adaptarse.
Carlos 14 enero, 2020
Gran decisión por parte de la directiva, muy valiente y quizá hasta equivocada decisión por parte de Setién. Quique llega al que de seguro sea desde hace 3-4 años uno de los ambientes más tóxicos del mundo del fútbol.
Es increíble como en Barcelona todo se empezó a derrumbar en el momento en que nos obsesionamos con alcanzar al Madrid en número de Orejonas. Porque se habla mucho de la directiva, pero la masa culé no somos lo suficientemente autocriticos para aceptar que también hemos tenido responsabilidad en que nos hayamos alejado de nuestra esencia.
Solo diré que si caemos en cuartos de final con + 2 goles de diferencia, la unanimidad que se ve en redes hoy respecto al bueno de Quique, se va esfumar. Por eso me parece hasta equivocada la decisión de su parte, aunque se le agradece