Nicolas Pepé entre tinieblas rojas | Ecos del Balón

Nicolas Pepé entre tinieblas rojas


Unai Emery visitó Anfield Road con una idea clara: jugársela a sufrir en el área mientras dejaba subir a los laterales lo más arriba posible con tal de facilitar todo su volumen ofensivo. En cierto modo, un 2×1: que Jürgen Klopp chocara con su modo de defender y a la vez le diera hecho su modo de atacar, aprovechando el ímpetu red. Un planteamiento de contragolpe puro y duro, habilitando espacios para que su rival progrese por donde uno quiere y atacar los espacios que el oponente deja libres. En la práctica, un encuentro interesantísimo en la disputa táctica por encontrar el valiosísimo 1-0, la principal razón que explicó el posterior desarrollo, con dos pruebas satisfactorias. Una, enésima: el Liverpool es un equipo demoledor. Otra, primeriza: Nicolás Pepé pinta de maravilla.

Emery formó un 4-4-2 en rombo, dejando entrar a los laterales ‘reds’ con la intención de que le dieran el ataque hecho: espacios a la contra y carriles exteriores liberados tras robo

Profundizando en la idea introducida, el técnico vasco apostó por aceptar un vendaval exterior con tal de que su superioridad numérica en el carril central, tanto en el área como en la frontal, le permitiera rechazar múltiples centros y contragolpear por fuera en un dos contra dos -Joel Matip y Virgil Van Dijk vs Nicolás Pepé y Pierre-Emerick Aubameyang- ante los centrales ‘reds’, mientras Ceballos, coronando un rombo en mediocampo -Ghendouzi, Xhaka, Willock-, retenía la pelota en pos de ganar segundos para salir con espacios. La idea, como todas ante el Liverpool (sic), contenía sus contrapartidas, pues el campeón de Europa fluye con naturalidad cuando cierra con dos y muerde con tres la pérdida mientras arriba suma cinco jugadores incidiendo sobre la última línea del rival.

Así pudo poner en práctica su renovado ataque posicional, ya conocido desde la temporada pasada, el que involucra a sus laterales por fuera, mientras su tridente ataca el área. Cuando el Liverpool incorpora a sus laterales -y el rombo de Emery les dio todo el espacio del mundo-, la atracción que Mané y Salah originan llevándose a sus laterales al área trastoca por completo el plan del rival en campo propio, porque no hay opción buena. En el pasado, el ataque del Liverpool abría a uno de sus atacantes de banda, haciendo que los laterales del rival defendieran vigilancias más ortodoxas -laterales con extremos-. Sin embargo, una vez Klopp mandó a Mohamed y Sadio entre central y lateral, con dos tipos tan determinantes como Robertson y Alexander-Arnold centrando desde los flancos, la duda es un continuo en el contrincante.

Pepé es una grandísima noticia para el Arsenal. Su primera parte es justo lo que busca Emery ante los equipos más dominantes

En ese tablero, el Liverpool insistió sin parar. Generó multitud de saques de esquina y encontró algunos remates de sus mejores hombres, que encontraban rutas interesantes para encarar o acelerar. Por contra, el Arsenal, que para ello decidió arriesgar liberando a su mediapunta y sus dos puntas de las tareas defensivas más exigentes, sí encontró salidas dañinas. El fichaje del delantero costamarfileño, ofreciendo un perfecto resumen de su capacidad para crear peligro desde muy atrás, guardando la pelota de espaldas y/o armando la pierna en el pico del área, fue la mejor noticia en la primera apuesta ‘gunner’ ante el asedio de un ‘top-2′. Del otro lado, el golpe que puso al Liverpool, balón parado mediante, de cara para sumar otro triunfo desde su descomunal gama de recursos atacando espacios y necesidades del rival.


Comentarios (4)

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No me pareció para nada un mal planteo de Arsenal, al contrario de lo que se dijo en las redes. Si creo que Unai se equivocó en que no juegue Torreira, fue claro que los Gunners lo necesitaron como agua en el primer tiempo. El problema es, como dijo Luis Garisto, ex técnico uruguayo con mucha trayectoria en Argentina: "Con jugadores pelotudos no hay táctica que valga". Si, hablo de vos, David Luiz.
No me convenció demasiado el papel de Ceballos. Entre caer para dar salida y saktarse el primer triángulo de presión (que no giraba y conducía, sino descargaba siempre... y de cara, no hacia fuera apenas) y replegar para cerrarle espacios a la transición desde el gegenpressen de los red, el rombo quedaba muy comprimido. Además, luego quedaba muy fijado en la recuperación para sostener ante la pérdida con el equipo desplegándose y al final era Willock quien volaba más en campo rival.

Entre la ausencia de Lacazette y la poca altura de Ceballos, Auba y Pepe quedaban muy descolgados (con mucho espacio, eso sí). Para un sistema que se basa en el escalonamiento y encima peca de falta de amplitud (contra un Liverpool muy exterior de por sí y que ahondó más en ello, si cabe todavía), fue un tiro en el pie.
Es lo que tiene que los equipos rivales ya conozcan como juegues, pero es que hay ciertas cosas que no se pueden parar. El Liverpool no ataca buscando la precisión, sino abrumando al rival generando un montón de llegadas (y recuperaciones) esperando que llegue el acierto final. Y al final siempre llega.

Aunque no fue mala idea el plan de Emery dejar que el Liverpool se instale en tu propio campo no suele ser buena idea sabiendo lo dominante que es con y sin balón, pero quizás sea por que la presión que ya se vió el año pasado sigue sin estar coordinada (3er gol). Está bien que Emery siga siendo flexible contra los grandes pero me da que con esta plantila está más cerca de conseguir resultados si arriesga que si intenta ir arañando todo lo posible.
Tiene su paradoja, pero el Liverpool de 2019 es el firme heredero perfeccionado de los equipos ingleses de los 70-80. Su máxima: elevar las revoluciones a tal punto que el rival se deshaga como un azucarillo en cuanto encaje el primer tanto

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