Puede que el segundo fichaje acometido por la dirección técnica y deportiva del Atlético de Madrid tenga mucho mayor significado que el primero, Felipe Monteiro. A fin de cuentas, el zaguero brasileño viene a ocupar un lugar y un rango que está por comprobar y en una posición más secundaria que la que ocupa Marcos Llorente, el nuevo mediocentro del conjunto colchonero. Sin embargo, el orden de llegada, sumándose el madrileño al ex del Porto, convierte en rastro una primera pista y en hallazgo lo que estaba por certificarse. Diego Pablo Simeone da por amortizado un capítulo concreto de su historia al frente de su equipo y enfila en dirección conocida por sus mayores éxitos como entrenador. A la posición más relevante de su entramado llega un futbolista que busca ser el mejor jugador posible sin tener que explorar caminos en los que no se siente cómodo.
Queda mucho para saber qué terrenos le tocará explorar o dominar a Marcos Llorente como mediocentro del Atlético de Madrid, sobre todo por las bajas, las altas y la construcción del sistema que le proteja o le exponga a ser un tipo de mediocentro u otro, pero la simple adquisición del exmadridista descubre intenciones que no dejan lugar a demasiadas dudas. Marcos Llorente disfruta del esfuerzo y el despliegue, siente y se deleita a la hora de reaccionar y defender y no exige ni agradece hacer cosas de más, sobre todo con balón, un universo en el que Simeone querrá de nuevo simplificar y derivar hacia otras zonas donde pueda permitir a sus jugadores tomar más riesgos. Recuperar parte del discurso en el que la consecución de los objetivos sea posible desde la inferioridad técnica ante los mejores, decir otra vez bien alto que esa es una fortaleza intransferible, suya en exclusiva, entre la aristocracia.
Simeone va dejando menos dudas de lo que quiere recuperar en esta nueva etapa
La del mediocentro es una posición en el mundo del fútbol que es mucho más que eso; es línea y altura del dibujo táctico, es una zona muy sensible del juego y además es tolerante, pudiendo ser interpretada como si se fuera un base o por el contrario un pivot, por alguien que no puede correr o por alguien que no sabe estarse quieto. Y aquí estará, entre Simeone y Llorente, la primera gran cuestión, pues salvo sorpresa mayor, el argentino tendrá que cultivar e inculcar en su nuevo jugador un temple mucho más acentuado que lo mostrado últimamente, cuando a las órdenes de Solari, y desplegando una enorme energía en un tramo en el que llegó a exhibirse físicamente en el Mundial de Clubes, Llorente abarcaba todo el ancho y mucho del largo siendo el ‘5’ del equipo. El nuevo futbolista rojiblanco se expresa desde el movimiento y la agitación, un rasgo que le será tremendamente útil a su técnico cuando el equipo tenga que recuperar metros y hacer coberturas pero no cuando el equipo ataque o cuando un rival sea dotado con la pelota, pues sabrá esconderla, dominarla y encontrar espacios si el rival se mueve.
Sabidas sus virtudes en el Deportivo Alavés, Llorente era el mediocentro de un sistema hiperprotegido por una línea de tres centrales y un compañero a su lado, Manu García, para meter la pierna y realizar acometidas de pocos metros sin que el sistema se desprotegiera. Ahí, Marcos dejó huella porque su técnica de robo y su agilidad y poderío físico para chocar, seguir chocando y atosigando al rival es élite absoluta. Si su presión es ejercida en tiempo y espacios prudentes, Llorente marca tremendas diferencias, un recuerdo que Simeone quiere volver a actualizar. Lo que sucedió en su etapa blanca fue la otra cara de la moneda. En salida de balón, es un jugador que necesita no sólo más tiempo que otros más dotados sino seguramente más tiempo de lo normal. Y aún así no es esta condición su principal problema, sino su constante movimiento una vez la pelota empieza a moverse, pues no ha sido casualidad ni excepción que acudiera a ofrecer una pared a su lateral en zonas de un interior. Es sabido que el ciclo madridista más ganador veía a Casemiro habilitar un espacio en el pivote para desligarse de los primeros pases pero no con tanta insistencia y movimiento.
Marcos Llorente es un derroche continuo de energía y exuberancia
El sistema del Atlético de Madrid tiene muchas probabilidades de que se aleje de esas responsabilidades y trate de encauzar las virtudes de su mediocentro mientras camufla sus debilidades. Las funciones creativas en todo tipo de sistemas que ha ideado al Cholo nunca han convertido a sus mediocentros en banderas, salvo la última temporada, siendo ello más propio de laterales o mediapuntas. El argentino tratará de depurar los riesgos cuando Marcos tenga la pelota, concediéndole herramientas y socios para apoyarse en corto y sin demasiadas complicaciones. Con balón, Llorente no crecerá hasta que la ventaja la hayan creado otros futbolistas y deberá encontrar el equilibrio posicional después de soltar la pelota, sobre todo manteniendo la posición por detrás de la jugada mientras no se aleja de ella para después poder presionar o contemporizar las contras del rival.
Sin balón, no obstante, el fútbol de Marcos Llorente va más allá que el de recuperar la pelota o ir al choque. El Atlético de Madrid había perdido mucho ritmo defensivo en la última temporada. La naturaleza de sus futbolistas perdía sentido si no era pasándose la pelota y esto choca y va a chocar con el presente táctico del continente. La planificación de su vecino blanco ha atacado precisamente en una dirección en la que ya se han marcado las cartas en otros muchos colectivos: la energía y el ritmo. Llorente recupera la capacidad de poder activar una presión alta en el minuto 80 de partido o de medirse en carrera con rivales que conjugan ritmo alto con enorme exigencia táctica y mental. En otras palabras, un plus de energía y concentración sostenible en el tiempo.
Simeone quizás acorte los movimientos de Llorente si se tiene en cuenta lo que suele pedirle al ‘5’
Definidas las cuestiones tácticas donde encaja y donde seguramente necesitará de adaptación, el fichaje de Llorente suena profundamente estructural por cómo entiende no sólo la posición, el fútbol o los partidos, sino también su profesión. Llorente parece destinado a ser el delfín que de nuevo construya mensaje, concepto y relato para estimular la competitividad interna de la que presume su entrenador, el valor del entrenamiento para dar un paso adelante en aspectos erosionados -resistencia, actividad defensiva, versatilidad en los planteamientos-. Si Simeone extrae todos los máximos de su nuevo jugador y logra integrarlos en una estructura defensiva que ordene su, por otro lado, espectacular ímpetu, podrá saldar muy positivamente la etapa que nuevamente se abre en el Metropolitano.
AdrianBlanco_ 21 junio, 2019
Hablemos de la llegada de Marcos Llorente al Atlético de Madrid. ¿Qué os parece el fichaje? ¿Os convence? 😀