Muchas preguntas se han ido sucediendo sobre los primeros meses de competición del que se ha definido como el proyecto más ambicioso de todos los que ha liderado Diego Pablo Simeone en el Atlético de Madrid. Las expectativas generadas por su mercado de contratación, la victoria en la Supercopa de Europa, la final de la copa más deseada en el que es su estadio y la posibilidad de seguir avanzando hacia propuestas más alejadas de la esencia con la que más ganó, llevaron al argentino a tener que maniobrar más variables de las que manejó nunca: por talento, por adaptación y por tiempos. Y aunque la competitividad no ha caído, sí ha encontrado el argentino ciertos problemas para generar fluidez y un sistema en el que los jugadores pudieran darle al colectivo algo del mismo valor que su propia individualidad. Que todos fueran el mejor jugador posible, potenciando y no limitando, la acción de sus compañeros.
El Atlético tiene algunos problemas con la amplitud y profundidad exterior
Uno de las primeras cuestiones que nacieron sin certeza en el arranque de temporada fue el papel de los laterales. Elegir a Lucas sobre Filipe o viceversa representaba ideas muy diferentes, mientras que el estado de forma del propio jugador brasileño o de su compañero Juanfran Torres, contribuían a reducir la capacidad del equipo a la hora de mantener la pelota y transformar las jugadas cuando el balón llegaba a banda. Errores, precipitaciones y ciertos miedos para ejecutar acciones y sumar amplitud y profundidad evidenciaron dificultades para hacer circular la pelota por dentro o para ganar posiciones en campo contrario con las que construir una estructura que hiciera aparecer la ocasión de gol y el dominio sobre el rival.
Un primer Diego Costa encargado de la anchura ofensiva, cayendo a los dos costados, y Correa y Lemar recibiendo por dentro estrechaban continuamente el ancho. El pase de seguridad y el posterior cambio de ritmo era difícil, pero más complicado resultaba generar superioridad por incorporación. Si nadie fijaba fuera para recibir la pelota y actuar después, resultaría imposible aparecer al espacio o crear la superioridad por los carriles exteriores. Y es que en el libreto de Diego Simeone, hasta la aparición del Antoine Griezmann candidato a Balón de Oro, la apuesta siempre estuvo relacionada con sobrecargar un costado para hacerlo llegar a zonas vacías. Laterales tan diferentes como Filipe y Juanfran en 2014, Filipe y Vrsaljko o incluso invirtiendo el sentido en el sistema en el que Juanfran acumulaba balón junto a Arda en la derecha para sacarlo sobre Siqueira en la izquierda vino a explicar el modus operandi del 4-4-2 del Cholo en ataque.
Arias parece el complemento perfecto para Koke y Correa
Por eso, con Costa y Griezmann intermitentes, sin generar el movimiento necesario para colocar las piezas, el Atlético parece dispuesto a activar un plan que ataca la principal debilidad que presentaban los costados hasta ahora. Con Koke en el sector izquierdo, juntándose con Rodri y Filipe, el pase corto ordena las piezas más cercanas o más alejadas, dando utilidad, esto es, sistema de juego, a su disposición con balón. El colofón de la jugada, el cambio de ritmo y explosividad, viene por un sector en el que Correa, principal generador actual de ocasiones, y Santiago Arias, un lateral que parece idílico para entender la posición mixta del argentino, fijando de inicio y rompiendo a su espalda cuando Ángel mediapuntea se encargan de equilibrar desde un costado, el derecho, pensado para agredir todo lo que se ha reflexionado y masticado en el contrario. No fue casualidad que ante la Real Sociedad el Atlético dominara con el paso de los minutos.
AArroyer 101p · hace 331 semanas
Haiqueroelo · hace 331 semanas
De nuevo, totalmente de acuerdo.
Otra pieza básica en esto que comentas, creo, es que el pivote que acompañe a Koke sea diestro (bien Rodri, bien Thomas). Dos jugadores que, recibiendo el balón de cara a portería rival desde el sector izquierdo, pueden desplazar el balón al sector derecho con 1-2 toques. Los problemas de Saúl en ese contexto, sobre todo en base a su orientación, hacen -desde mi punto de vista- que la circulación de balón no sea todo lo fluída que debería.