Como analiza Miguel Quintana en su artículo «¿Cómo castigar el atrevimiento?» la Juventus de Turín tiene ante sí el reto de intentar aprovechar la naturaleza futbolística del AS Monaco, un equipo tremendamente ofensivo que ha desafiado las reglas de la Copa de Europa desde la tercera propuesta más productiva que existe actualmente en todo el continente, sólo por detrás de Barcelona y Real Madrid. El conjunto de Leonardo Jardim ha logrado trasladar su día a día, agresivo, vertical, veloz, abierto y efectivo, a una competición cuya trascendencia parece demandar una experiencia, un control emocional y unas hechuras competitivas algo diferentes. Y lo ha hecho porque Jardim, rodeado de juventud, ha mirado a los suyos. Y lo ha hecho en mayúsculas.
El Mónaco llega a mayo con serias posibilidades de ser campeón de Francia y luchar por entrar en la final de la Champions, y todo eso ha sido posible porque en su definición como equipo de fútbol sólo cabe la palabra máximo. El conjunto monegasco ha sido siempre un equipo de máxima velocidad, máxima potencia, máxima determinación, máxima verticalidad y máxima ambición. Como un fenómeno social, los chicos de Jardim han tirado la puerta abajo en Europa como en una revolución: teniendo cosas que decir y expresar, perteneciendo a una generación que quiere hacer las cosas a su manera. Hoy, en el Louis II, el Mónaco busca su gol número 150 de la temporada ante el equipo menos goleado de la competición más prestigiosa. Para ello, el técnico portugués intentará dar continuidad a los argumentos que han explicado hasta el día de hoy semejante bacanal goleadora.
El Mónaco tratará de anotar hoy su gol número 150 en la temporada
Si sólo se presta atención a las virtudes ofensivas de todos sus hombres, y dentro de un fomento por el ataque y la portería rival, hay en el Mónaco una capacidad abrumadora para crear ocasiones. Porque para marcar tantísimos goles sólo existen dos opciones: tener una efectividad fuera de la norma, algo muy difícil de sostener durante toda una temporada y en tantas competiciones o llegar al área contraria con una frecuencia desbordante. El Mónaco lo ha logrado en una mezcla de ambas, pero sobre todo gracias a esta segunda opción, pues su ataque, tan furibundo como versátil, aguarda en sus integrantes una agresividad común, de códigos innegociables, y una versatilidad que hace que cada posición quede complementada por una cercana o por todas las demás. El ataque de los del Principado va a la raíz, aunque parezca muy simple: somos y estamos aquí para meter goles.
Porque para poner en valor ese concepto, a simple vista reduccionista, debe compararse con otros equipos que están y son desde otra forma, dominando al rival a través de la pelota, cediendo la iniciativa con la pelota para reaccionar a lo que propone el oponente, etc. El Mónaco es un conjunto de arcos y flechas que se van relevando y que ve la portería como una diana. Más allá de los mecanismos y funcionamientos, lo que cuenta para Jardim es la intención; la idea que va a lo más profundo de la mentalidad competitiva de sus hombres. La motivación que los agita para agujerear las redes.
La calidad de sus hombres y el ritmo altísimo de su fútbol, claves de su producción goleadora
La mezcla de juventud y exuberancia física es algo que Jardim nunca ha pasado por alto, y es en ese furor físico y rítmico, potenciado por una notable libertad con tal de que cada jugador juegue en una altura media superior a las de su posición de partida -los mediocentros y laterales juegan tan arriba como desordenadamente- donde estriba el principio de sus principios. Cada jugador puede arrancar con la pelota para generar una ventaja individual, tiene motor para generar superioridad al espacio, tiene llegada a gol, regate o zancada. En el ritmo alto, el Mónaco abre los partidos y comienza a sentir. Desde ahí desarrolla y comparte sus rasgos: dos puntas, bandas muy ofensivas y creativas, pivotes ágiles y flexibles y laterales potentísimos.
Después, las individuales. Porque tras nueve meses de competición, la realidad es que la calidad bruta y neta de los monegascos es imponente. Con Falcao como un rematador de calado histórico, la fulgurante y poderosa aparición de Mbappé, la delicadeza de Silva y la conducción de Lemar, los talones de Mendy y Sidibé o la felina distinción de Fabinho, los goles son fruto de la calidad, que a fin de cuentas es lo meramente fundamental.
Foto: VALERY HACHE/AFP/Getty Images
@J_Garcia_7 · hace 410 semanas
MigQuintana 101p · hace 410 semanas
No lo había pensado, pero tienes toda la razón.
El Mónaco tiene pegada para producir ocasiones y pegada para materializarlas.
Pedro Lampert · hace 410 semanas
pedroseriea0822 56p · hace 410 semanas
Abel Rojas 130p · hace 410 semanas
"Para mí el Mónaco tiene mucho más pegada que la Juventus, sin ir más lejos. "
Así es. Y por eso puede competir en cualquier tipo de contexto.
Casio · hace 410 semanas
MigQuintana 101p · hace 410 semanas
En parte por todo eso pasó ante el Dortmund y el City.
El Mónaco se enfrentó a dos primos hermanos que ni están tan hechos tácticamente ni parecen tener tan potenciadas a sus figuras individuales. Hasta cierto punto se impuso la lógica en ambas eliminatorias.