El fichaje de Stevan Jovetic marcó un antes y un después en las expectativas a corto plazo del Sevilla FC. El futbolista montenegrino es un talento colosal al que el ultra millonario Manchester City recurrió hace dos temporadas por considerar que podía implicar un plus en un ataque que ya contaba con Touré Yaya, David Silva o el Kun Agüero en sus máximos apogeos, y pese a que su caché había descendido desde entonces, se podía achacar esta caída a un par de malas decisiones y una serie de infortunios. Nada que, después de que Samir Nasri demostrase que los poderes curativos exhibidos por Nervión en «el caso Banega» eran de verdad, rebajase la euforia ante la llegada del genio eslavo al Sánchez Pizjuán.
De antemano, se presupuso que Jovetic se integraría en el sistema como el jugador más adelantado del mismo. La falta de adaptación, inspiración o, en definitiva, rendimiento de Vietto y la poca confianza que Sampaoli parecía profesar a Ben Yedder hacían presagiar que su plaza reservada se titularía «delantero centro». Y en efecto, así ha sido, aunque con matices.
Más que delantero puro, podría decirse que Jovetic es la actualización del conocido rol de «falso 9″: es la punta del sistema, pero se descuelga hacia atrás desprendiéndose de los centrales del adversario y acercándose a los pivotes mientras que, al unísono, se inclina parcialmente hacia el flanco izquierdo. Y a partir de esa localización, juega.
Jovetic es un privilegiado técnico, pero no está enfocado, ni de cerca, a alargar y proteger la posesión.
En este todavía breve proceso de adaptación, Sampaoli ha asignado al ex del City y el Inter un papel muy delimitado: crear ocasiones de gol. El técnico argentino siempre prioriza el juego hilvanado sobre la búsqueda apresurada del detalle porque entiende que, en el fútbol, el proceso más indirecto es también el más fértil, pero su Sevilla estaba teniendo más pelota que instinto y exigía un plus de determinación.
Amén de que Jovetic se haya destacado como el hispalense que más chuta a puerta por partido, la prueba de que está siendo un recurso de terminación en vez de de continuidad reside en su porcentaje de acierto en el pase. En un equipo que promedia más de un 82% de precisión asociativa, Jovetic, que se postula, sin vacilaciones, como el más dotado de la plantilla en este ámbito, se está quedando en un modestísimo 66% (es decir, falla uno de cada tres pases intentados).
El principal beneficiado por la llegada de Jovetic al Sevilla ha sido, contra pronóstico, Ben Yedder.
Precisamente el afilamiento de los envíos de Jovetic ha dado la vida a uno de los futbolistas a los que parecía venir a enterrar: Wissam Ben Yedder. El ariete francés se presencia en los encuentros como un hombre de pocas virtudes e ideas pero con calidad en las primeras y claridad en las segundas: lo suyo es tirar desmarques a la espalda de la defensa y lo hace de maravilla; tanto que consigue ganar el espacio entre la zaga y el portero del adversario incluso como el entrenador del rival plantea un repliegue bajo. Como apunte, en lugar de partir como delantero centro, que sería lo normal, Sampaoli, aprovechando la profundidad y el fuelle del lateral Mariano, coloca a Ben Yedder escorado a la derecha, desde donde desarrolla un ejercicio defensivo muy comprometido y puede sumar esa diagonal hacia el gol. El puzzle no es ni sencillo ni lo más canónico de la modernidad, pero sí coherente y muy funcional.
El Mudo Vázquez apuntaba a perder foco tras la venida de Jovetic, pero Sampaoli sigue confiando en él.
La parte menos avanzada de la aclimatación descansa en las sociedades que Jovetic podría (¿debería?) tejer con los compañeros que hablan un idioma más, en teoría, parecido al suyo: Franco Vázquez y Samir Nasri. Lo del argentino resulta complicado porque aún no se unió con ningún amigo dentro del campo, no hay ningún futbolista con el que haya entablado una relación especial, y aunque Sampaoli no cese en depositar su máxima confianza sobre él, el fichaje de Jovetic, tácticamente, no le casa del todo. Es cierto que Vázquez se inclina a la derecha y Jovetic a la izquierda, pero también que ambos tienden más al apoyo que a la ruptura e incluso a recibir delante de la línea de presión en lugar de por detrás (cuestión que quizá decida trabajar el cuerpo técnico del Sevilla en su intento por potenciar un juego de posición estricto).
En cuanto a Nasri, que al fin y al cabo es lo más importante, el futuro se vislumbra con optimismo. Por ahora, no se ha atisbado ningún automatismo fijo y no se puede profundizar en el vínculo, pero se trata de dos hombres propositivos, móviles, asociativos y de verticalidad precisa que inician su juego desde alturas diferentes del campo. Las posibilidades para Sampaoli con respecto a ellos apuntan al infinito, y de que dé con la tecla de potenciar las más interesantes y de que Samir y Stevan sepan llevar al campo la ocurrencia de su entrenador dependerá que el Sevilla se transforme, o no, en uno de esos equipos que, a doble partido, en la Copa de Europa, pueda eliminar a cualquier adversario que se le ponga por delante. Sin el favoritismo, sí. Pero también sin excepción.
Foto: CRISTINA QUICLER/AFP/Getty Images
hola1 22 febrero, 2017
Que grande Jovetic. Veremos que tanto puede producir contra el sistema defensivo que planteara Ranieri.