El Rayo Vallecano ha sumado cuatro de los últimos seis puntos en juego. La racha, positiva para un aspirante a la salvación, no merecería en cambio demasiada atención si no fuera porque los de Paco Jémez venían de sacar tan solo un empate en las siete jornadas previas. Pese a lo temprano del calendario, los madrileños sintieron cerca el terrible fantasma de un posible descenso. Y como todo lo que hace o intenta su técnico merece un ratito de análisis, nos pararemos a observar los recientes movimientos del cuadro de Vallecas.
Antes de sumergirnos en cualquier directriz táctica, debemos dejar claro un aspecto clave: Valencia y Celta de Vigo, sus rivales en esta pequeña dinámica ganadora, colaboraron sin quererlo al renacer del Rayo. Los de Gary Neville tocaron fondo en su desorden en el duelo de Mestalla, mientras que el Celta se plantó en Vallecas con mucho suplente y la mente en otra parte. Ahora sí, entramos en materia.
Pablo Hernández y Trashorras simbolizan la serenidad pretendida
En su última rueda de prensa, Jémez señalaba que, para este Rayo, reunir sobre el campo a sus dos extremos más desequilibrantes, Lass y Bebé, era en cierto modo un problema. Ambos, veloces y directos, terminaban por aislar con sus carreras a los demás compañeros, y hacían del Rayo un equipo menos dado al control y la posesión. La respuesta a esto está siendo Pablo Hernández.
El de Castellón de la Plana, da igual en qué banda juegue, está aportando toda la reflexión que necesita un conjunto de toque. En Valencia, por ejemplo, le vimos retener la pelota de manera excelente, juntándose en esa zona con Jozabed, apareciendo por el centro y dejando espacio para subir a su lateral. Todo de manera muy armónica y pausada. Incluso en el desborde parece dar algo, sin llegar a la excitación de sus mencionados competidores. Además, factor clave, Pablo se involucra en la salida de balón –Bebe o Lass no–, algo que ayuda al Rayo a ser más seguro en su peculiar engranaje asociativo.
Llorente ha hecho más rocoso al Rayo y aliviado a Trashorras
Pero el gran cambio de las últimas dos jornadas ha sido, sin duda, el paso de Diego Llorente a la posición de pivote. Central de nervio, anticipación y valentía, el canterano del Real MadridLlorente hace libre a Roberto ha trasladado su energía al centro del campo. Diego llega a las ayudas en banda, gana los balones divididos y sabe ir arriba a la presión. Su esfuerzo digamos que ha solidificado al Rayo. A cambio, el equipo pierde con él una pieza en la salida desde atrás –tema que se compensa con la explicada aportación de Pablo cuando baja–. Jugando adelantado, Llorente no es tan ágil con la pelota; participa poco y pierde más de las deseables. Lo que pasa es que, como decimos, toca muy pocas, gracias sobre todo al de siempre, Roberto Trashorras.
A estas alturas, lo que Trashorras es en y para el Rayo es de sobra conocido. Roberto es uno de los cinco futbolistas que más pases buenos da en La Liga. Con eso está todo dicho. Junto a Llorente, no obstante, su figura parece haber crecido. Se ha hecho más visible si cabe. Trashorras la toca (aún) más atrás –en Valencia se notó mucho esto– y tiene mayor libertad para irse arriba, poner centros desde los costados… En definitiva, para hacer lo que estime más oportuno. El gallego está respondiendo con un tono físico fabuloso para sus 34 años y, por el momento, no muestra signos de fatiga ante sus exigentes labores. Y el Rayo lo disfruta, claro está. Sus pases, los de Pablo Hernández y los kilómetros de Llorente han servido para salir del descenso, el primer paso para sufrir con otra cara.
A.S. 1 febrero, 2016
Con el fichaje de Piti, el Rayo suma otro jugador con experiencia (también 34 años) que, en caso de jugarse las habichuelas en las últimas jornadas, puede ser de gran utilidad. Pero, a día de hoy, y con un once más o menos consolidado con Jozabed en la MP, Bebé y Hernández en bandas y Trashorras y Llorente en la sala de máquina, ¿dónde veis al "catalán de Vallecas" si no hay lesiones de por medio?