En 1985 las primeras mariposas amarillas dieron inicio, quizás de forma improvisada, a un proyecto cuyo objetivo era dotar de identidad y resultados al fútbol colombiano. Se trataba de la selección juvenil que dirigía Luis Alfonso Marroquín, primer combinado nacional que vistió de amarillo, y en la que jugaban René Higuita, J. J. Tréllez y John Edison Castaño, entre otros como James Rodríguez senior. Veintinueve años después, la selección colombiana de mayores, con James Rodríguez junior como líder, quedó quinta en el máximo torneo de selecciones. Lejos de ser la culminación de la semilla plantada en aquél Juventud de América de Paraguay, lo logrado por el equipo de José Pekerman se percibe en dos magnitudes: la de la mayor actuación en la historia del fútbol de Colombia y la del primer paso para una gesta aun más grande que en el mundial de Brasil se vio posible, de verdad, por primera vez.
Pese a caer contra Brasil, Colombia cuajó su mejor papel en la historia de los mundiales.
El fútbol de selecciones es muy particular y suele responsar más a la calidad de las generaciones que a la calidad futbolística neta de los equipos. Por ello es que en la previa de la Copa América de 2011, tras una estelar actuación de Radamel Falcao en el Porto de André Vilas-Boas, sumado a unLos colombianos iban progresando poco a poco en sus clubes cúmulo de buenos y jóvenes futbolistas, se pensó en que los entonces dirigidos por Hernán Darío Gómez serían protagonistas en el torneo. El inicio no fue malo. Pasaron líderes en un grupo en el que también estaba Argentina, aunque luego se fueron eliminados por Perú sin que nadie pudiera fruncir el ceño. El equipo de Gómez fue un conjunto de mucho juego de bandas y que temía como principal objetivo táctico el crearle situaciones de remate a su estrella, Falcao, especialmente desde envíos aéreos. Un suceso extradeportivo sacó al ex-asistente de Francisco Maturana de la selección y, tras un interinato comandado por Leonel Álvarez, en el banquillo cafetero aterrizó José Pekerman, un año después de la eliminación en el torneo continental. Para esa época la generación colombiana vivía momentos de más auge. Falcao había mejorado en el Atlético de Madrid su temporada en Portugal, James Rodríguez se había asentando como una de las grandes promesas del panorama europeo, Luis Muriel y Juan Cuadrado habían jugado su primera gran temporada en Italia, Jackson Martínez fichaba por el Porto, Carlos Bacca había tenido éxito en su llegada al viejo continente, y nuevas promesas emergían con fuerza. Pekerman hizo alrededor de diez cambios respecto a las convocatorias de Álvarez e introdujo un nuevo sistema de juego, ambas decisiones ejemplificadas en el regreso de Macnelly Torres al seleccionado y su titularidad en lugar de Fredy Guarín. El resultado es conocido por todos: Colombia causó sensación y compitió palmo a palmo con la Argentina de Messi por el liderato en las eliminatorias.
Esto último representa el gran legado de Pekerman en Colombia. Incluso en la era Valderrama, el orgullo de la prensa, la afición y los futbolistas se alimentaba de pequeñas victorias. Cosas como tener al goleador de un mundial sub 20, clasificar al mundial de mayores por repechaje o ganarle al seleccionado B de Francia contaban como grandes triunfos en las crónicas. No era para menos. Antes de la década de los ochentas Colombia para el fútbol no era más que el país que había acogido a Di Stéfano y el subcampeón de la Copa América que legitimó a la mejor generación del fútbol peruano. Clubes como el América de Cali y el Atlético Nacional pusieron al país en el mapa, y la emocionante selección de Maturana logró ganarse el respeto del universo fútbol. Lo que hizo Pekerman fue distinto pues llegó a convencer a los futbolistas nacionales de que podían mirar a la cara a cualquier otro del mundo y que lo importante no era participar sino competir. El cambio de mentalidad es evidente y su repercusión es ineludible a la hora de valorar lo que está haciendo esta generación de futbolistas.
Tampoco es que el discurso del argentino haya sido triunfalista o utópico. Pekerman ha mantenido siempre un lenguaje mesurado, pero siempre diáfano respecto a los objetivos. Nunca ha puesto límites a lo que podían llegar a hacer, mas siempreSe ha comprobado que hay un cambio de visión habló de que había que ir paso a paso. Incluso ante el peor de los escenarios, la lesión de Falcao, el gaucho mantuvo la calma y tomó las decisiones que creyó que más acercaban al equipo a la victoria. No le tembló el pulso para dejar por fuera de la convocatoria al mundial a Macnelly Torres o Luis Fernando Muriel porque creyó que era lo que necesitaban ni se dejó desbordar tras el 3-0 en el debut mundialista. Después del triunfo ante los griegos fue enfático al asegurar que aún no habían ganado nada. La gente en Colombia todavía no lo entendía: para muchos se necesitaba premiar con la convocatoria al mundial a aquellos que la habían conseguido y ganarle a Grecia ya era motivo de celebración desenfrenada. Los jugadores, conocedores de lo histórico de su actuación, estaban tan convencidos por el cuerpo técnico de que su mira debía fijarse en Maracanã, 13 de Julio, que ni siquiera el día que se convirtieron en mejores que Higuita, Escobar y Valderrama, festejaron de más. Esa tarde, mientras veían a James abandonar el templo de Rio de Janeiro con gesto adusto y valiente, el país comprendió con ilusión que ante sí estaban colombianos de otra pasta. Sin exigencia, pues no somos Argentina, Brasil, Italia o Alemania, pero con fe se comenzó a creer en Colombia campeón mundial.
Más allá de los resultados y de las individualidades, ha habido un cambio de mentalidad.
La idea ya fue plantada en el imaginario colectivo y de los protagonistas. Los efectos se notan en las conversaciones que uno escucha en la calle. Se ha pasado de hablar en condicional a hablar en afirmativo. La gente ya no dice “si clasificamos al próximo mundial”, sino que se refiere al mundial de Rusia como unaSe sigue confiando en el proyecto y en la figura del exitoso Pekerman realidad: “en 2018 iremos por más”. El mérito de esa transformación es de Pekerman y por ello la nación se encuentra en vilo. Incluso el Presidente de la República ha manifestado lo imperioso de la renovación del argentino. El Presidente de la FCF ha descartado cualquier alternativa: “Pekerman es el plan A, B y C”. A la hora en la que se publica este artículo las últimas noticias cuentan que las negociaciones de renovación ya empezaron con el representante de Pekerman y, según ha trascendido, lo económico no representa impedimento alguno y lo que realmente está sobre la mesa son cuestiones sobre la dirección deportiva del fútbol nacional. A pesar de los rumores que lo vinculan con las grandes selecciones americanas, con la selección japonesa o con algún equipo europeo, en Colombia se confía en que la era Pekerman continuará. Según se dice, José está feliz con su cargo y lo hecho en Brasil lo conmovió tanto que quiere continuar. Si finalmente esto no pasara así, las alternativas reales se reducen a ninguna. Juan Carlos Osorio, múltiple campeón nacional y actual mejor entrenador del país, se comprometió a seguir un año más en Atlético Nacional, y Jorge Luis Pinto, gran responsable del inesperado mundial de Costa Rica, no sería bien recibido. Lo más seguro es que la federación ceda a todas las peticiones del argentino y que Pekerman sea el encargado de dirigir el proceso Colombia Rusia 2018. Apreciar otras opciones a estas alturas sería entrar en el terreno de la especulación.
Antes de la copa de 2018, Colombia deberá afrontar tres retos que definirán el estado verdadero de las cosas. Si Colombia decepciona en la Copa América de 2015, la Copa Centernario de 2016 o en las eliminatorias al mundial, lo de ahora se quedará como euforia momentánea y seguramente las expectativas para el campeonato bajarán. Por otro lado, si el equipo cumple con lo que promete para los tres torneos estará casi que obligado a hacer lo que sólo la generación polaca de los mundiales 74’, 78’ y 82’ ha llegado a hacer, es decir, competir por más de un mundial consecutivamente sin ser uno de los países tradicionales del torneo ni tener a Johan Cruyff.
El desafío es de una dificultad altísima, aunque tampoco se puede decir que Colombia no tenga mimbres para ello. El grueso de la selección que acudió a Brasil 2014 y que participó de las eliminatorias es menor de treinta años y muchos de ellos ni siquiera tienen veinticinco. El primer requisito, que es que se mantenga la misma generación, por lo menos está garantizado. A pesar de ello, el curso normal de los acontecimientos invitará a la introducción de varios cambios. En primer lugar, parece claro que jugadores como Faryd Mondragón y Mario Yepes no seguirán dentro del grupo. Otros como Luis Perea, Aldo Leao Ramírez, Elkin Soto y el mismo Macnelly Torres tienen un pie fuera del proceso por edad y calidad, y que, de seguir siendo llamados por quien fuese el seleccionador, que lleguen a la Copa América dentro de un año sería sorpresivo. Del resto de los jugadores no parece que la edad vaya a ser un impedimento para su continuación en el proceso. Los más viejos son Abel Aguilar, Edwin Valencia, Carlos Valdés, Camilo Zuñiga y Teófilo Gutierrez, todos categoría 85’, lo que los haría llegar a 2018 prácticamente en plenitud de condiciones salvo inconvenientes inesperados.
A priori, el fútbol colombiano tiene relevo para ciertos nombres.
Aunque el núcleo fuerte del seleccionado se mantendrá a priori, son también muchos los futbolistas que por juventud y condiciones podrán sumarse a lo largo de los próximos cuatro años al equipo e incluso algunos lo harían de forma inmediata. El reemplazo de Faryd Mondragón, tercer portero, posiblemente salga de la liga local. El único guardameta diferente a los tres que fueron a Brasil que Pekerman convocó fue Luis Enrique Martínez, asiduo con varios entrenadores, pero que nunca logró hacerse con la titularidad. Martínez es portero de Atlético Nacional y hace parte del sistema de rotaciones de Juan Carlos Osorio, en el que incluso sus tres porteros alternan la titularidad con la suplencia dependiendo del partido. El otro opcionado podría ser su compañero de club, Cristian Bonilla, que es catalogado como la principal promesa del país en la posición y que fue el portero de los equipos juveniles de 2011 y 2013. Sin otras alternativas, lo más natural es que Martínez tome el relevo hasta que Bonilla cuente con una cuota mayor de protagonismo a nivel de clubes.
Respecto al relevo en la zaga hay muchos más nombres. Quizás el puesto más cambiante y criticado en la era Pekerman fue el de defensa central. Hasta el mundial, ninguno de los convocados habituales transmitía garantías y sólo la capitanía de Mario YepesMurillo parece una gran opción de futuro parecía augurarle la titularidad segura. El mundial que completaron Zapata y el capitán estuvo muy por encima de lo pensado, pero esto no debería producir complacencia. El gran déficit de calidad del equipo que fue a Brasil está ahí y los futbolistas de más calidad entre los que no hicieron parte de los veintitrés seleccionados también pertenece a la misma posición. Stefan Medina, Jeison Murillo y Pedro Franco, todos pertenecientes al ciclo juvenil de los mundiales sub 17 de 2009 y sub 20 de 2011, se suman a Eder Álvarez Balanta, categoría 93, como futuros referentes en su posición. Medina fue el líder de la defensa del mejor equipo colombiano de los últimos dos años, destacando por su versatilidad y aptitudes con el balón, mientras que Murillo y Franco fueron los centrales titulares del equipo que jugó el mundial sub 20 de Colombia hace tres años y hoy son habituales en equipos europeos (Granada y Besiktas respectivamente). Balanta, por su parte, es considerado el mejor central joven del fútbol argentino y su perfil le ha permitido jugar incluso de lateral izquierdo o pivote con Pekerman. Los cuatro representan el modelo de central moderno que anticipa, sabe jugar a campo abierto y que sabe sacar el balón jugado desde atrás. Aunque Zapata y Valdés tienen edad para seguir haciendo parte del equipo, la dinámica debería llevar a los cuatro más jóvenes a ocupar todas las plazas en el medio plazo.
Por las bandas, Camilo Zuñiga y Pablo Armero nunca fueron puestos en duda y su ascendencia sobre el fútbol del equipo, especialmente en el caso del primero, es ciertamente alta. Nada indica que Camilo perderá su puesto durante el cuatrienio 2014-2018, mas en el caso de Armero todo puede pasar. Santiago Arias ya es otro habitual de las convocatoria y aunque su perfil natural es el diestro, durante la copa jugó varias veces por izquierda sustituyendo a Armero. Arias era el lateral derecho de Franco y Murillo en el equipo juvenil de 2011 y su contraparte izquierda, Héctor Quiñones, fue varias veces convocado por Pekerman en las eliminatorias. Su falta de fútbol de primera (Juega en el Porto B) lo sacó del campeonato mundial, pero a poco que vuelva a tener minutos competitivos seguramente estará en los planes del entrenador. La tercera vía para ocupar el lateral izquierdo sería la de Álvarez Balanta, alejándolo de la competencia por el puesto de central y abriendo cupo a uno de los que estuvieron en Brasil y que aún tendrán edad de selección en el corto plazo.
El otro puesto que causó polémica fue el del mediocentro. Durante los dos años previos al mundial Carlos Sánchez, Abel Aguilar, Aldo Leao Ramírez, Edwin Valencia, Freddy Guarín, Eder Álvarez Balanta y Alex Mejía sumaron minutos en la posición. Las lesiones impidieron a Valencia y Ramírez estar en el mundial y el doble pivote lo formaron Sánchez y Aguilar, con participaciones de Guarín y Mejía en casos eventuales. A diferencia del puesto de central, este no posee suplementos pujantes. Puede que los únicos futbolistas de la posición que parece que puedan tomar el relevo a medio plazo son Gustavo Cuéllar y Guillermo Celis (Categorías 92’ y 93’), ambos del Junior de Barranquilla. El primero de ellos ha alternado en muchos puestos del mediocampo sin encontrar aún su posición ideal. Su juventud le permite ser una especie de box to box con técnica para el robo, el pase, el control, la conducción y el disparo, aunque ni siquiera cuando ha jugado como mediocampista más atrasado ha parecido un mediocentro posicional. Celis sí, pero posee vicios que hacen dudar sobre su desarrollo como ancla: no sabe orientar su cuerpo para salir, no usa prácticamente nunca su pierna débil y, aunque roba mucho, siempre está lejos de que su posición sea la óptima para su equipo. Así como su compañero de equipo posee calidad técnica y física para desplegarse en conducción y es un buen pasador. De todas maneras, considerarlos en el corto plazo es apresurado y mucho dependerá de que evolucionen correctamente para merecer ser llamados.
En el ataque sigue y seguirá haciendo muchísimas opciones de calidad.
El tema en ataque es el totalmente opuesto. A los vibrantes James Rodríguez, Juan Guillermo Cuadrado y Juan Fernando Quintero se les adhieren futbolistas como Carlos Carbonero y Victor IbarboEl ataque volverá a tener muchas opciones, ambos de la categoría 90’ y que estuvieron en Brasil, o Sherman Cárdenas, categoría 89’, quién asombró América con su fútbol cerebral y técnico en la Copa Libertadores de este año. Otros como Edwin Cardona y Michael Ortega, compañeros en la segunda línea de mediocampistas en las selecciones juveniles en las que participó James Rodríguez, a pesar de una carrera un tanto errática no deberían ser descartados aún si uno entiende que pueden ser casos parecidos al de Cárdenas o incluso Macnelly Torres y Aldo Leao Ramírez, quiénes pasaron por problemas similares a esa edad. Finalmente, valdría la pena nombrar a dos mediocampistas que estarán representando a Colombia en el sudamericano sub 20 del próximo año: Alexis Zapata, joya de la cantera del Envigado y que ya juega en el fútbol italiano, y Jarlan Barrera, sobrino de Carlos Valderrama, ambos nacidos en 1995.
Más allá de las alternativas, el crecimiento de James y Quintero será el termómetro de la Colombia que se viene. Si el primero ya completó una copa del mundo de crack mundial, ganando además la Bota de Oro, el segundo es visto por muchos como la verdadera joya de la corona de esta generación con su técnica y creatividad vesánica. De seguir su crecimiento es posible que al próximo torneo orbital Colombia se presenta con tres futbolistas considerados cracks mundiales de forma indiscutible, pergaminos de altura necesarios para aspirantes del torneo. El otro, obviamente, sería Radamel Falcao. A falta de ver como responde su rodilla a su última lesión, Falcao es considerado uno de los mejores delantero centro de su era y, si uno observa a los atacantes de su biotipo, nada debería evitar que en 2018 siga siendo uno de los líderes en el puesto. Los otros delanteros que fueron a Brasil, todos de su edad menos Teófilo, un año mayor, presentan situaciones similares. Ramos competirá por la vacante que deja Lewandowski en el Borussia Dortmund, mientras que hay rumores que vinculan a Jackson Martínez, Carlos Bacca y Teófilo Gutiérrez con clubes con aspiraciones más altas de las que ahora representan; sin embargo, incluso si se quedan en sus clubes actuales seguirán compitiendo a un alto nivel.
Además de Luis Fernando Muriel, de quién se espera que repunte tras una decepcionante 2013-2014 que lo dejó por fuera de la lista final de convocados a Brasil, y Darwin Quintero, uno de los mejores delanteros de la liga mexicana y muy presente en las convocatorias de Pekerman desde 2012, Duván Zapata y Jhon Córdoba, parecen ser los jóvenes con más proyección del momento y sin duda los cuatro tratarán de ganarse un lugar en la Copa América.
El futuro de la selección Colombia sigue siendo bastante optimista.
Como siempre, presumir el desarrollo de futbolistas dentro de un ciclo mundialista representa una promesa que es difícil de cumplir. Nada garantiza que los futbolistas de las categorías 91’ a 95’ se conviertan en los jugadores que auguran ser, ni que de aquí a cuatro años no aparezcan nuevos futbolistas seleccionables en el panorama. A pesar de todo esto, y de la ya nombrada dificultad de cumplir la meta que se ha aceptado tácitamente por todos los miembros participantes, el análisis del futuro de la Colombia que se viene no puede ser otra cosa sino optimista. El camino que se empezó a trazar en 2012 ya ha despejado la parte más engorrosa, y el seleccionador, ya sea Pekerman u otro, deberá administrar el legado que deja este mundial y sacar el mejor provecho de una generación futbolistas sin precedentes en el país por talento, experiencia, mentalidad y madurez.
@migquintana 16 julio, 2014
Enorme Kun, enorme.
Lo más interesante me parece el cambio de mentalidad que ha dado el fútbol colombiano. Me parece un gran paso hacia adelante. Entiendo que antes los pequeños éxitos se celebraran como victorias, pero la competitividad y la ambición deben aumentar porque hay talento para ello. No sólo la selección es realmente joven, simplemente hay que fijarse en dos de sus estandartes, sino que además parece que hay relevo. Al que más conozco es a Jeison Murillo, de aquí del Granada, y me parece un central con muchísimo potencial. Pero no sólo para ser internacional con Colombia, sino para tener una gran carrera en un club europeo que esté en la pomada de forma constante. Tiene unas condiciones bestiales, tanto físicas como técnicas. Me encanta, ya lo sabes.
Tenéis una pequeña obligación moral de ir a Rusia 2018, aunque sea por el tema de Radamel Falcao. El fútbol cambia mucho y nunca saber cómo puede evolucionar la historia, pero a día de hoy Colombia sigue siendo uno de los nombres propios más interesantes para este ciclo mundialista que se acaba de abrir.