Apenas se me ocurre ninguna otra materia que explique tantas cosas como el fútbol. Me dirán la economía, obvio. Pero el fútbol es un juego que explica la propia economía, que define la historia, ciertas guerras, la política. Que vertebra la vida de mucha gente. Que explica la vida, básicamente. En un fin de semana durísimo para el fútbol español, el Fútbol Club Barcelona perdía 2-0 en El Madrigal. Futbolísticamente, el análisis era complicado, pero en consonancia con los problemas deportivos que los de Martino vienen acusando. Más allá de que los blaugranas experimentaran un vacío evidente, se constató, hasta el mencionado 2-0, que el Villarreal defendió con orden, pudo salir hacia Pinto y concretó dos jugadas que le acercaban a la victoria.
El Barça volvía a ser el de los centros al área, el de la acumulación sin orden ni lógica, el de las constantes jugadas condenadas desde la improvisación. El Barça actual, el de ayer, puntualmente el de ayer, sintetizó su pasado más reciente. Recibió el 2-0, agarró la pelota e instintivamente fue a buscar algo que en ese momento a cualquier otro le hubiera reportado únicamente frustración. ¿Por qué? Porque incluso sentimientos tan extremos, a donde el lenguaje no llega, momentáneamente se asimilan dentro de un rectángulo. El Barça de ayer, manejando un estado de ánimo límite, terminó venciendo 3-2. Dos goles en propia meta y una jugada trenzada entre Busi, Cesc y Leo. Una catarsis en forma de victoria.
Renato. 28 abril, 2014
¡Tremendo artículo!
Tengo que decir que, si desde el 2009 sigo al Barcelona porque ofrecen una calidad de juego que yo jamás había visto, ahora lo hago por la fascinación ante el espíritu con que enfrentan su caída. He visto actos heroicos ante la adversidad, también episodios heroicos, pero tanta enjundia en mantenerse en la lucha como sea no la he presenciado antes.