El último y único gran triunfo del SL Benfica de Jorge Jesus fue cuando fue de Pablo Aimar; un crack de 31 años que ya había ganado dos Ligas españolas, una Copa de la UEFA y cinco torneos en una Argentina de bastante más nivel que la de hoy. Es difícil para un club portugués sin la economía boyante del FC Porto acceder a este tipo de jugadores. De hecho, incluso para los dragones lo es, y por eso se fueron de la Champions League en Octavos teniendo juego de Semifinista. Esa experiencia plus, ese poso, es imprescindible para controlar la aleatoriedad del fútbol. Ayer, en Amsterdam, demostrando más energía y desequilibrio, el Benfica cayó ante un Chelsea mínimo.
Rodrigo regaló espacio a Gaitán en el medioEmpezó sorprendiendo con la suplencia de Lima y la titularidad de Rodrigo, que jugó en el centro-izquierda para darle parte de la mediapunta a Gaitán, el tipo más técnico de su once. Así se anticipó al ajuste defensivo -todos los ajustes de Benítez lo son- de situar a Ramires en la banda derecha para defender la unión del argentino con Melgarejo y desconectarle del juego. Con Nicolás por medio y sin Maxi Pereira en la banda derecha, Jorge Jesus suplicó a Matic que le diese vidilla al asunto y encontró una versión intensa del serbio, gracias a la cual edificó una constante salida de balón por el carril central que solía dar con Gaitán de cara a Cech y a espaldas de Lampard. Prometedor.
El Benfica no ocupó bien el área del Chelsea; de ahí sus fallos.
Ahí terminó casi todo lo notable del Benfica y del partido. El Chelsea no defendió bien. Cahill e Ivanovic recularon en exceso porque juegan en Inglaterra y allí importa más un Cardozo que un Gaitán -por eso duele tanto la horrorosa temporada de David Silva-, y David Luiz y Lampard no es que hicieran mucho. Pero es que el Benfica tampoco administró esos metros mucho mejor. Fue más virtuoso, las combinaciones entre los latinoamericanos eran muy bonitas y revoltosas, pero toda vez que encontraban la profundidad por Salvio o Melgarejo, la ocupación del área era mejorable: Cardozo en perfecta línea horizontal sin maniobra de desmarque alguna -ventaja para los centrales- y los demás con la separación justa para ni rematar, ni captar los rechazos ni detener las contras. Dicho esto, erraron tres claras por pura imprecisión. Cardozo es un gran chutador pero un mediocre rematador -le pesa la pierna-, y Lima, que es el que enchufa, estaba en el banco por lo ya comentado.
El Benfica se ha creído lo de la maldición de Bela Guttman.
Mediada la primera parte Benítez centró más a Ramires para que ayudase a Mata contra Matic y Enzo Pérez, y el fútbol del Benfica se hizo más lento. Fue el inicio de una equidad que se instauraría hasta el minuto 60, cuando tras un ataque emocionante Cech encontró a los lusos abiertos como una playa y conectó con Fernando Torres de un pase con la mano. Fue bastante lamentable. Cuando uno encaja un gol así, con seis o siete fallos colectivos y personales en un margen de 5 segundos, deja de creer en sí mismo. El delantero centro español lo hizo muy bien, exhibiendo su gran forma física y su extraño don de la oportunidad en las finales. No le pega, pero está contrastado. A partir de ahí, un cúmulo de desgracias. Jorge Jesus se equivocó sacando a Melgarejo y metiendo a Gaitán de lateral -solo se puede entender como mensaje de ánimo a un grupo destruido, futbolísticamente no tuvo más sentido- y a los 45 segundos les entró un gol que no pudieron celebrar porque Cardozo se lesionó. Parece que no, pero el dolor del guaraní fue muy inoportuno. Tras lo del Porto del otro día y ese 1-0 del Chelsea en su primera llegada de verdad, el Benfica necesitaba liberar tensión con un abrazo y algún grito en plan «¡ARGGG!». Pues nada. Ni aun así.
Luego cayó Garay, que estropeó su noche con el fallo de la misma, y los de Jorge Jesus se quedaron mal, con Jardel de central, Gaitán de lateral y más. Estaban condenados y apenas recibieron en contra un chutazo de Lampard desde lejísimos. Eso debe ir al debe de Benítez, que con Moses habría ganado punch. ¿Reservarse para la prórroga? En 30 minutos hay tiempo, pero en los 15 que quedaban un gol aislado del Benfica, que además lo tuvo, era perder. Lo sacó Cech, como ante el Barça y el Bayern Múnich. Y luego marcó Ivanovic, maquillando su funesto partido. Buen o notable trabajo de Rafa Benítez al frente de un Chelsea difícil. Aunque ayer no fuese su mejor día. Esto es el fútbol.
Abel Rojas 16 mayo, 2013
@ Javier
No sé muy bien por dónde va eso de merecer o no merecer. La realidad es que el Chelsea no jugó bien pero no regaló nada -el penalti me parece fortuito- y que el Benfica fue mucho más brillante pero no jugó mucho mejor, y que cometió dos errores gordísimos. No creo que fuese una gran Final por parte de ninguno, aunque yo me lo pasé muy bien. Me pareció un partido muy, muy divertido.