Iba a ser la primera vez que el máximo torneo de Selecciones de Europa contara con hasta 16 participantes. El país organizador, ni más ni menos que Inglaterra. Football is coming home, cantaba una de las canciones más maravillosas del planeta fútbol. Fue un campeonato igualado, y como prueba, las cinco rondas eliminatorias que terminaron en prórroga. Alemania y la República Checa, tras superar a Inglaterra y Francia en sendas tandas de penaltis, alcanzaron el partido decisivo. El conjunto checo, la gran revelación de la cita británica, con nombres como los de Nedved, Bejbl, Kouba, Poborsky o Berger, se adelantó en la final ante los germanos, pero dos goles de Oliver Bierhoff, el segundo bajo la regla del Gol de Oro, daba el título al cuadro alemán, liderado por figuras como Matthias Sammer, Mehmet Scholl, Ziege o un veterano Jurgen Klinsmann.
El Bayern Munich se plantaba en Viena con la intención de levantar su cuarta Copa de Europa, la primera fuera del glorioso ciclo de Franz Beckenbauer, en la década de los 70. Tras caer cinco años frente ante el Aston Villa inglés, el rival esta vez sería el Oporto, virgen de títulos más allá de las fronteras portuguesas. En las filas teutonas destacaba la presencia del imponente Lothar Matthaus, al que el destino le negaría cruelmente el levantar la Orejona. Tras adelantarse en el minuto 24 con un gol de Kogl, los muniqueses veían como, en apenas un suspiro, la escuadra lusa daba la vuelta al marcador con dos tantos de Madjer y Juary. El primero de ellos pasaría a la historia por la belleza del mismo; un taconazo inolvidable del delantero argelino.
@DavidLeonRon 8 diciembre, 2012
Aquella Eurocopa moló, aunque por entonces la verdad es que molaba cualquier cosa. Recuerdo que Portugal era bonita, con Vitor Baia casi de gran estrella y unos jóvenes Figo y Rui Costa. Alemania tenía a la gente del Dortmund, Sammer, Moller… y a Klinsmann, que yo lo había descubierto en USA 94 y era ídolo.
Eso sí, menos mal que el Gol de Oro duró poco, porque vaya engendro era. Las prórrogas se llenaban de miedo. Recuerdo que cuando Bierhoff marcó se me quedó cara de "bueno, ¿y ahora qué?". Era una norma mala.
Y de los checos qué decir. De ahí salió colocado todo el mundo. Berger al Liverpool, Poborsky y el United, Kouba al Depor, Bejbl al Atlético… curiosamente, el mejor de todos, que era Nedved, aún no era el crack destacado.
Ah! Y fue el primer torneo de Zidane con Francia, aunque por entonces casi no se le conocía. La figura sin duda era Djorkaeff.