El fútbol sería peor si fuera lógico, si el azar no tuviera su lugar reservado. La realidad es la que es: nada tiene más peso en un partido que un gol, y el gol puede llegar de cualquier modo, en cualquiera momento. El Betis maneja mecanismos para acercarse

Fue un partido emocionante, de calidad y completísimo. Messi se consagró como el futbolista más resolutivo que jamás tuvo un año natural, el Barça dejó su huella y el Betis jugó incluso mejor que el Barça, durante buena parte de la noche.

El Barça de este año disfruta contra repliegue y contra presión. No hay ninguna fórmula mágica y fija para enfrentarlo, quizás porque es un equipo más mixto, menos radical de lo que venía siendo. La posesión masiva perdura como esencia, aunque matizada.

Pepe Mel fue pura hospitalidad. El Madrid, que había oído hablar sobre lo mala que es Sevilla para aparcar el coche, daba por hecho que sí que habría sitio para estacionar un pequeño balón, pero allí abajo en el verde, a simple vista, no quedaban huecos.

Estilo no se busca. Se encuentra. Como el amor, la derrota o la oportunidad. No hay una puerta y un notario y un timbre y un sello. No hay un “vuelva usted mañana”, ni espérese sentado que ahora mismo le llaman, ni un hilo musical con Richard

Nota del autor: He tenido la suerte de vivir muchos años en Sevilla. He podido conocer a fondo este partido. Todo lo que te cuenten se queda corto. El derbi es aún más. El derbi está en la calle, en la parada del bus, en cualquier cafetería.

El Real Betis 2012/13 no es una belleza, se dice. Juega muy bien y ocupa puestos Champions por méritos propios, pero su estilo dista del venerado en la España de hoy, adalid del toque y el ataque posicional. Distanciarse de ese canon es un problema para

El Barça de Guardiola, el equipo que más unanimidad a favor ha provocado en los últimos 30 años de fútbol, no tuvo su origen en un puñado de fichajes acertados, sino en dos bajas bien estudiadas: Deco y Ronaldinho.