Hay algo de romano en Mario Gómez. De pies pesados, mirada impertérrita y semblante desafiante, goza de la confianza del que se sabe rematador de un torrente de ocasiones que hace unos meses parecía solo un riachuelo.
El Bayern de los cónsules Ribery y Robben, otrora potencia hegemónica, encuentra en él escudo y lanza cuando la retórica no funciona. No hay estética en el movimiento sino crudeza en el remate, Mario Gómez se hace fuerte bordeando el fuera de juego mientras avanza hacia la portería levantando una nube de polvo que confunde a la defensa rival. Lo probó un Basilea impasible que no supo, o no pudo, hacer caso a las amenazas que gotean en forma de cifras desde Alemania cada semana.
No existe nueve más provechoso para un equipo que prefiere atacar arrastrado antes que ponerle una venda a la herida que supone no tener la pelota. Elige el apoyo antes que el desplazamiento horizontal, Hubo un tiempo en el que la duda sí existió pero ahora es espejo del gol somete a la zaga generando espacios para que los centrocampistas bávaros se incorporen con facilidad y obtiene su botín castigando la portería a través de los dardos en forma de centros laterales que construyen los zapadores de Heynckes. Pese a ello, lo cierto es el viento no siempre sopló favorable. Discutido por su mecanicismo, aturdido y en penumbra, su olfato parecía no asimilar los estímulos que el Bayern emite históricamente desde su peculiaridad. El hecho de sobreponerse a esa exigencia y asumir que no hay encargo desmedido para sus condiciones han construido los peldaños de la escalera que actualmente lo eleva a la élite de delanteros del continente.
Veintitrés tantos en la Bundesliga y diez en siete partidos en la Liga de Campeones. Expresión de la efervescencia germana.
Mario y el acierto conviven en una imponente domus, solo así se explica que cada variable de la ecuación en el mapa del gol aparezca simplificada por la ausencia de incertidumbre en el remate. No hay oportunidad que visualmente no identifique, tampoco resquicios que no conozca en los pantanos del área pequeña.
Tambores de guerra, temores y sueños sobrevuelan el plúmbeo anochecer de Marsella mientras el estratega Deschamps estudia cómo desafiar a un enemigo emparentado con la puntería.
@DavidLeonRon 27 marzo, 2012
Y además… juega bien.