Para el Barcelona, como para el Málaga, la Champions también ha sido un resumen preciso de lo que, hasta hoy, es el hilo argumental de su temporada. Los de Vilanova calcan en Europa la progresión táctica que mantienen en el resto de competiciones. La clasificación nunca fue puesta en duda, así que el técnico barcelonista no se vio obligado a adaptarse (sí a matizarse) a sus rivales. Cinco jornadas bastaron para observar las distintas caras de la, todavía, naciente etapa de Tito.
Septiembre fue el mes de presentación del innovador 4-2-2-2; una sutil variación del 4-3-3 que había dominado al mundo enSeptiembre, los días del nuevo sistema 4-2-2-2 la era Guardiola. Las diferencias, principalmente dos: Los extremos permanecían muy abiertos por regla general, y la base de la jugada colocaba a dos hombres de inicio. Un doble pivote que, a su vez, quedaba muy lejos de la pérdida del esférico. La presión adelantada, rasgo clave del colectivo de Pep, había volado. El Spartak visitaba el Camp Nou con Emery y sus transiciones como grandes credenciales. Con Tello y Pedro como chinchetas, el Barcelona exhibió su realidad: Ari, Romulo y Emenike desangraron a un conjunto que no tapaba en tres cuartos. Tito reaccionaba introduciendo el 3-4-3, la herencia más importante de la campaña 2011-2012. Un dibujo que entraña riesgos, pero que sube la producción ofensiva de manera casi inmediata.
Pocas cosas cambiarían en Da Luz, el maravilloso estadio del Benfica. Vilanova daba continuidad al 4-2-2-2, aunque con pequeñas modificaciones. Debutaba Jordi Alba, llamado a agitar la profundidad del juego culé. Por otro lado, Alexis Sánchez partiría desde el costado izquierdo. El chileno tuvo una actuación destacada, probando que, como extremo, su zona buena es la zurda. El resto se mantenía constante: el rival salía, el Barça producía y Leo Messi sentenciaba.
Alexis Sánchez evidenció en el duelo ante el Benfica que, como extremo, solo se siente cómodo en la banda izquierda
El doble enfrentamiento ante el Celtic iba a resultar muy jugoso. Los escoceses son un caso divertidísimo de analizar frente al cuadro blaugrana. Con balón, no tienen nada para asustarles; ni velocidad, ni juego interior ni talento remarcable. Sin embargo, su repliegue bajo, unido al ardor británico, molesta como pocos al club catalán.
El partido de ida fue el de la vuelta al once de Andrés Iniesta. El manchego insinuó leves muestras de rechazo a un sistema que le encerraba ligeramente, amén de obligarle a permutar a zonas donde su amenaza baja. Un autogol, a pelota quieta, legitimó a un Celtic que logró mermar como nadie hasta la fecha el número de chances azulgranas. Xavi, activo todo el año, ofreció su rendimiento más plano. La respuesta de Tito esa noche sería Alba. El lateral ocupaba toda la banda (tanto que terminó por definir con un gol sobre la misma línea) mientras que Alexis primero, y luego Villa, iban como nueve.
La vuelta sería un calco. 1-0 en un córner y a resistir. La novedad sería Alves, prácticamente a alturas de extremo, con el Pedro más interior del curso. Cuando Alba fue proyectado sin remilgos al ataque, Alexis abandonaba su izquierda (donde destacó nuevamente) para centrar su posición. El Barcelona acumulaba una cantidad ingente de hombres en la frontal, asumiendo enormes espacios a su espalda. En ese contexto, Song dejó claro que no es Busquets; el camerunés, por miedo, se aculaba excesivamente, asustado por los metros que debía abarcar. Tampoco transmitió alegría en la circulación.
El repliegue del Celtic hizo daño al Barça en los 180 minutos
Moscú inició la última transformación táctica a la que Vilanova ha llevado a su equipo. La entrada de Iniesta como (falsísimo) extremo, unido a la agresividad de Jordi Alba y a un Cesc cada vez más consolidado en funciones mixtas, sorprendió a un Spartak que no supo dónde quería achicar. Tras la goleada, Tito siguió invirtiendo en ese triángulo, con excelentes frutos. Más allá de números, el míster ha empleado en esta Champions hasta cuatro formas de atacar las defensas adversarias. Cuando surjan los problemas serios, sabrá de antemano dónde falla cada jugador y cada estrategia.
@DavidLeonRon 6 diciembre, 2012
Si Messi se pierde algún partido, presenciaremos otra fórmula nueva. No alineación, sino otra forma de atacar. Sería curioso ver qué haría Tito. Meter a Villa casi seguro (tampoco tiene más) pero ¿como 9 o como extremo? De esto dependería la presencia exterior de Iniesta o no.
Interesante panorama.