Por poner tres ejemplos. Esta temporada 2018-2019 vio como Javi Calleja se replanteó buena parte de todo lo pensado cuando, volviendo a ocupar el banquillo del Villarreal, decidió cambiar la línea de cuatro por una de tres defensas y un rombo en la medular por un trío de centrocampistas muy móviles. Su decisión estribó en atacar directamente a los males más evidentes, los que desnudaban las carencias y la falta de confianza de sus zagueros, expuestos por los errores individuales y la falta de solidez y empaque en la circulación de balón como medida para extraer ventajas ofensivas y defensivas con su posesión.
Las dinámicas negativas establecen terreno para la duda. Tomada la decisión, sea cual sea, sólo cabe llevarla a cabo con convicción y un plan bien medido
Obligado por las circunstancias, Francisco, desde que firmó por la SD Huesca, no paró de mover el árbol, adaptarse al rival, cambiar de dibujo y de altura en su bloque con tal de no quedarse quieto. El técnico almeriense activó otras piezas, alternó presión con contragolpe, también mucha llegada al área, generando un ida y vuelta que aumentó el ritmo de los partidos. Entendió, como entendió Calleja, que sus jugadores, que eran los mismos, necesitaban recibir un impacto promovido por una manera muy diferente de hacer las cosas. La clave de que ambos equipos reaccionaran haciendo algo muy diferente radicó en el mensaje, en el éxito de convencer de que aquello era lo correcto.
Ante una dinámica negativa, de esas que se pueden llevarse todo el trabajo de un proyecto por delante, el fútbol le hace una pregunta al capitán del barco. La pregunta la formulan, además, todos los actores que rodean al entrenador: afición, debates en prensa, puede que incluso directiva y los propios jugadores. ¿Cambiar de sistema o insistir en el método? El último campeón de la Copa del Rey, el Valencia de Marcelino García Toral, pasó por un momento delicadísimo. Y allí, rodeado de empates y de escasez en el juego, con la plantilla desactivada, el pensamiento del valencianista se convirtió en grito. ¿No sería bueno cambiar de sistema y dibujo para salir de aquí?
Marcelino, por su parte, creyó fielmente en su método, esperando puntos de inflexión favorecidos por la personalidad e incondicionalidad de sus mejores hombres
La convicción con la que Marcelino defiende su método táctico, conformado por un 4-4-2 que compromete, en sentido descriptivo, la confección de la plantilla, fue más fuerte y convincente que la deriva de juego y resultados. El asturiano persistió en conectar con el pasado y el trabajo realizado para salir adelante. Sobre todo porque había construido un sistema que sus jugadores más talentosos conocían de memoria, entre otras cosas, porque potenciaba sus mejores movimientos y sus mejores jugadas y porque contaba con algunas individualidades de un arrebatadora personalidad. Todo entrenador va a encontrarse en la situación de tener que decidir qué puede ayudarle más, un giro de guion o un lugar conocido en el que seguir invirtiendo. Y de nuevo, en su carácter infinito, propiedad de los jugadores, el fútbol demostró que cada situación es diferente y en todas caben las dos opciones.
Manolo 27 mayo, 2019
excelente comentario, de ahí que no sea tan fácil ser entrenador de verdad, y para nosotros que lo somos desde el sofá nos sean las cosas tan fáciles. un saludo