La temporada 2018/2019 del Liverpool ha estado marcada por el mayor orden que Jürgen Klopp ha conseguido incorporar a los ataques del equipo. El conjunto red ha logrado que, manteniendo el concepto de ataque vertical tras recuperar la pelota que le ha caracterizado en los últimos años, la circulación haya tenido una velocidad más pausada cuando ha sido necesario.
El Liverpool del presente curso es más cerebral y controla más lo que sucede en los encuentros
Es importante recalcar que para llegar a este punto, Klopp no ha incorporado un director a su medio campo. La adaptación de Naby Keita –que tampoco es ese perfil de jugador- ha sido más lenta de lo esperado, mientras que Fabinho, que ha conseguido jugar con regularidad, no es tampoco un futbolista que vaya a marcar el ritmo de los ataques de su equipo. El Liverpool ha incorporado ese registro manteniendo en los días clave a Wijnaldum, Henderson y Milner en el medio campo.
Varios han sido los matices añadidos al juego red. El primero de ellos nace de su primera línea, donde la presencia de Virgil van Dijk ha permitido al equipo tener mucha más soltura a la hora de iniciar jugada. El zaguero holandés tiene capacidad para activar el perfil izquierdo con pases rasos y tensos, pero también el derecho con cambios de orientación de gran precisión. Una técnica a la que hay que sumar una buena visión de juego y gran serenidad para elegir buenas opciones, lo que obviamente ayuda a elevar la calidad de la posesión del equipo.
El segundo matiz es el comportamiento de sus tres atacantes, que si bien es cierto no representa en absoluto un cambio radical, sí merece capítulo aparte. El lógico proceso que ha tenido el proyecto hasta llegar a este punto ha ido consiguiendo que Salah, Firmino y Mané tengan un tacto excelente para intercambiar movimientos profundos y verticales con otros de apoyo, cada uno en el carril que le corresponde, lo que permite al Liverpool pausar sus posesiones en la mitad de campo rival.
El asentamiento de Alexander-Arnold y Andrew Roberts en ambos laterales ha sido fundamental
Llegados a este punto, hay que hablar de la verdadera clave en el cambio: la presencia en las bandas de Alexander-Arnold y Andrew Robertson. Jürgen Klopp ha conseguido dibujar una pareja de laterales con influencia en todo el largo de los carriles exteriores. Ambos son capaces de ofrecer un apoyo en salida, darle continuidad a la circulación en el último tercio, y meter la pelota al área con mucho peligro. Los dos significan un desahogo de pausa o verticalidad cuando el pase sólo puede salir hacia fuera, con la prestación que eso significa para su propio equipo y la atención que eso demanda en el rival, que abre su defensa y permite más espacio en el interior. La baja de alguno, como sucederá en Anfield ante el Porto en el caso del escocés, supone una pérdida realmente significativa para Jürgen Klopp.
Albert Blaya Sensat 9 abril, 2019
Robertson tiene cositas de Jordi Alba: timing, velocidad, presencia constante en 3/4… Pero el escocés me parece un jugador mucho mñas productivo sin necesidad de activación constante. Su zurda produce centros de todo tipo y desde muchas posiciones, es tremendo.