El proceso

Sam Hinkie pronunció la palabra mágica hace ya seis años en su presentación como Director General de Philadelphia 76ers. “Hablamos de un proceso, no de resultados inmediatos”. Una especie de mantra, por definirlo de algún modo, que se ha apoderado de la convicción de todos aquellos que, como la franquicia de Pensilvania lo decidió en su día, hipotecaron su presente para optar por un camino que aseguran -los pocos que han llegado hasta la meta- es la mejor dirección hacia el éxito más sostenible (y, si sale bien, sostenido). Pero lo que no dijo el holandés es que este recorrido, que va de creer, de tener fe en lo que uno hace, es un trayecto no exento de obstáculos. Y si alguien se ha doctorado en palos, piedras y charcos durante los últimos años ese, sin duda, es Mauricio Pochettino; que ha aprendido a competir sufriendo.

La última vez que el Tottenham jugó unos cuartos de la Champions, en su banquillo se sentaba Harry Redknapp. En su equipo jugaban Modric, Bale, Crouch o Van der Vaart. Pochettino dirigía al Espanyol. Y el bueno de Hinkie, recién salido de la Universidad de Oklahoma, trabajaba en su despacho de Houston al mando de los Scola, Ming, Lowry y compañía. Unos han desaparecido del mapa, otros tuvieron su dulce retirada, algunos de ellos ascendieron, otros fueron perdiendo con el paso de los años y Pochettino, que es a quien nosotros nos atañe, le ha servido para convertirse en uno de los mejores entrenadores del momento. Su Tottenham, que anoche venció en el Signal Iduna Park de Dortmund, quizás es el menos vistoso de cuantos ha habido desde que llegara en 2014. Ayer, sin ir más lejos, se limitó a defender y a correr en su debido momento. Pero compite. Marca el ritmo. Y sigue creciendo. Y eso, como reconoció hace poco otro argentino muy relacionado con la canasta, también es parte del proceso. “Lo normal es perder. No ganar. Pero todo va creando un callo”. Lo dice Ginobili, Mauricio. Trust the Process.