El Sevilla FC de Pablo Machín atraviesa por un momento de bastantes dudas. Como en todas las temporadas, y como le ocurre a la amplísima mayoría, el cuadro hispalense se encuentra algo desnortado como consecuencia del calendario y de las exigencias de la competición. El equipo ha dejado de encontrarse sobre el campo como hacía unos meses atrás, una vez que Machín decidiera optar por un sistema de tres centrales, dos carrileros, un pivote, dos interiores eminentemente ofensivos y dos delanteros muy complementarios. Esa misma fórmula es la que ahora no funciona. El equipo no ha llegado a alcanzar el siguiente paso dentro del proceso. Pero como en todo periodo que atañe a la confianza, lo peor no es eso sino el hecho de que todo el trabajo previo se haya ido difuminando. A estas alturas, a las puertas de marzo, el equipo ha dejado de reproducir ciertas cosas. Y eso sí es más preocupante.
El Sevilla ha dejado de hacer cosas que ya había automatizado
Con Banega como único mediocentro por delante de la defensa, y con Sarabia y ‘Mudo’ Vázquez como interiores, Pablo Machín consiguió articular un 3-5-2 muy vertical, en el que la mayor parte de los pases del equipo debían ser hacia delante y no en sentido horizontal. Apoyándose primero en el ‘Mudo’, que es quien más cerca se situaba de su compatriota sin balón, tanto en la salida como en fase defensiva, la idea que construyó el Sevilla consistía en amasar tres o cuatro pases sobre esta zona para después, con el rival basculado hacia este mismo sector, cambiar la dirección del juego con un desplazamiento en largo hacia Jesús Navas. Una fórmula que, además de poner al carrilero derecho en ventaja para atacar en carrera, cumplía el requisito de habilitar el mayor número de pases por delante del mediocampo para hacer progresar el balón.
Pero fruto del (presumible) desconcierto emocional que sacude a la plantilla, la realidad es que muchas de estas líneas se han ido perdiendo con el paso de los días. Tomando como referencia los desplazamientos a Vigo y al Olímpico de Roma, o las visitas de la SS Lazio y la SD Eibar a Sevilla, el cuadro de Pablo Machín ha experimentado un retroceso ciertamente alarmante en lo que tiene que ver con sus primeros pases. El apoyo de los dos interiores sobre su pivote ha dejado de ser tan constante como lo fue hasta no hace mucho tiempo, y eso, obviamente, está repercutiendo en algunos de los automatismos que este Sevilla ya había implantado en su rutina.
La sensación, vista desde fuera, es que el equipo -seguramente influenciado por esta dinámica, la eliminación de la Copa y el estado físico de algunos de sus mejores hombres- ha empezado a confundir la agresividad ofensiva con la precipitación en sus ataques. Tal y como sucedió en el partido de vuelta ante la Lazio, aunque esta vez no fue Banega sino Roque Mesa el que jugó por delante de los centrales, los dos interiores, que en este caso sí fueron Sarabia y ‘Mudo’ Vázquez, no le ofrecieron al canario una posibilidad clara de progreso; sino que la propuesta optó por intentar “colarlos” demasiado pronto a la espalda del mediocampo rival. Y eso, de no haber sido por los desmarques de apoyo de Ben Yedder, que volvió a alejarse del área rival para acercarse a recibir de espaldas, podría haber expuesto al equipo a una peligrosa inferioridad tras la pérdida.
El equipo está dejando de dibujar líneas en el centro del campo
En una entrevista para el canal ‘Mundomaldini’, Machín reconoció abiertamente que la propia configuración de su plantilla es un límite para según qué cosas. “Si no tienes centrales con pase interior o salida de balón, necesitas un pivote que lo tenga. Si tuviésemos centrales virtuosos con balón, meteríamos un pivote defensivo y a Banega más arriba. Porque el que tiene talento, cuanto más arriba está, más determinante es”. Una alternativa que, hasta el momento, ha sido más recurso que discurso para el Sevilla. Sin Gonalons, y debido a que Amadou y Roque Mesa continúan sin encontrar su espacio dentro de la propuesta, lo primordial ahora para el Sevilla FC es recuperar todo lo que el equipo se ha ido dejando por el camino. Volver a sentar las bases del proyecto. Conseguir que el Sevilla vuelva a juntarse en torno a su mediocentro. Y que la pizarra sea tan amplia como profunda en la parcela rival. Y para ello, como le dijo Philadelphia 76ers a los suyos, lo mejor es ‘Trust the Process’.
AdrianBlanco_ 23 febrero, 2019
Lo comentaba el otro día con @Arroyo: el Sevilla tiene una oportunidad para recuperar sensaciones hoy ante el Barça. Ante los equipos grandes en el Sánchez-Pizjuán se crece, por norma general: sube la presión e intenta asfixiar al rival en su propio campo. Y ya sabemos que esto, teniendo en cuenta que también implica sus riesgos (Dembélé), puedes castigar al Barça, ¿no creéis?