El Atlético de Madrid sufrió en Zorrilla para rematar un partido que ganaba 0-2 al descanso. La insistencia del cuadro de Diego Pablo Simeone por conservar sus ventajas a partir de los espacios y no desde la posesión fue una vez más el prólogo de una victoria que necesitó recurrir a la épica. Con muy poco, conformándose con esperar abajo y golpear en el momento indicado, el equipo rojiblanco llegó al entretiempo con una cómoda diferencia en el marcador. Y acabó completando su triunfo muy al final, en una de sus pocas apariciones en el área rival durante la segunda parte, para resolver un duelo que el Valladolid, aprovechando la tesitura, logró reanimar.
Sergio volvió a apostar por Toni Villa para atacar por dentro
El Valladolid tuvo más tiempo el balón (56-44%) a lo largo de la primera mitad, pero echó en falta un punto de determinación para traducir ese control (de la posesión) en ocasiones de peligro. Y eso es algo que se puede explicar desde la pizarra. Como la semana anterior en Anoeta, Sergio González planteó de inicio un 4-4-2 con Enes Unal y Toni Villa en primera línea. Pero este dibujo, con Plano (izquierda) y Keko (derecha), se encontró con una diferencia sustancial entre la pasada jornada y la visita del Atlético de Madrid, y fue la propia postura de su rival. Mientras que la Real Sociedad abogó por tener la pelota en casa, Simeone, en este caso, prefirió que la iniciativa fuese también local, y para ello organizó a los suyos en un 4-4-2 con bloque bajo, con Correa y Saúl desde los costados.
A la espera de conocer cuál es su verdadero recorrido, la opción de Toni Villa por dentro parece, después del partido en Anoeta, una clara medida reactiva para todos esos partidos en los que el Valladolid tiene igual/menos posesión que su contrario. Pero, a pesar de que el balón fuese suyo, Sergio decidió apostar por ello firmemente durante los primeros 45’. Y el experimento, más allá del resultado, dejó a deber en ciertas cosas, que mucho tienen que ver con el déficit de pegada en los últimos metros. Partiendo desde el perfil derecho, compartiendo línea ofensiva con Ünal, Toni Villa se convirtió en el principal foco ofensivo del equipo en la primera parte. Recibiendo a la espalda del doble pivote rojiblanco, alejándose del poseedor para profundizar por dentro, el desparpajo del ‘19’ entre líneas organizó al resto de piezas en campo contrario. Sin embargo, esa atracción se convirtió, en realidad, en una ventaja para su rival.
Debido a que por Toni pasaban todas las acciones ofensivas del Valladolid, la propia naturaleza de Plano, que empezaba desde el lado izquierdo, le llevó a actuar también por dentro. Dejando la banda y acercándose al carril central, lo que de forma inconsciente minimizó el potencial del equipo desde su juego exterior. Sin posibilidad de poner a Nacho en ventaja, que aun así logró llegar hasta arriba en un par de ocasiones para cargar el área desde el centro, esta diagonal hacia dentro lo que hizo fue estrechar el ataque del Real Valladolid. Una pose que recuperó su forma más habitual al filo del descanso, con Toni Villa yendo de nuevo por izquierda y Plano volviendo al centro, y también tras el descanso, cuando Sergio decidió ir intercalando ambas opciones a medida que el Atlético iba acercándose cada vez más a Oblak. A fin de cuentas, más habituado a jugar por izquierda, el fútbol de Toni Villa maneja el timing adecuado para separarse de Nacho en el momento y el lugar adecuado -cerca del piquito del área-, y no antes, como hacía Plano.
Las diagonales dentro-fuera de Plano estrecharon al Valladolid
Con Plano y Toni Villa intercambiando sus posiciones, acompañando a Unal o a Nacho en según qué acciones, el Valladolid consiguió meter al Atlético de Madrid en su propia área. Y en esas, la altura del doble pivote resultó clave. Con Alcaraz y Míchel en el centro del campo, Sergio logró cercar a los de Simeone en muy pocos metros. Así, impidiendo que Griezmann, Kalinic, Correa o Saúl pudiesen correr al espacio, el Real Valladolid asentó su dominio a partir de dos consignas fundamentales: el control de los duelos directos, con los pivotes del mediocampo yendo siempre de cara a cada balón dividido, y el ritmo, para hacer que el balón fuese siempre rápido de dentro hacia fuera para cargar el área. En esta segunda mitad, aún con el 0-2 a su favor, Simeone decidió reajustar su línea medular, y metió a Saúl en el doble pivote, por el perfil diestro, y pasó a Koke a la banda izquierda, para controlar así los dos focos ofensivos del Real Valladolid: la carrera de Nacho (Saúl) y el juego interior de Toni Villa (Koke). Hasta la lesión de Filipe Luis, pues ahí debió volver a cambiar ciertas piezas: Saúl pasó a actuar como lateral izquierdo y Thomas entró en el mediocampo. Pero estas variaciones, lejos de hacer que el equipo recuperase la pelota, hicieron que el Atlético continuara esperando su ocasión, mientras el Valladolid achuchaba.
Vitolo volvió a ser de los mejores entrando desde el banquillo
En ese escenario el más destacado volvió a ser Vitolo. El canario, que entró para acompañar a Griezmann arriba, como en la segunda mitad ante el Deportivo Alavés, acabó el encuentro desde la izquierda, con Koke por la derecha (y Gelson en punta), y su fútbol volvió a ser un alivio para el Atlético de Madrid. Arrancando por fuera, muy implicado en los esfuerzos defensivos y, sobre todo, midiendo muy bien todas sus decisiones (31 toques de balón, 92% de acierto en el pase y 5/6 regates), la electricidad de Vitolo volvió a calmar los ánimos para el equipo. Ahora mismo, cada vez que entra aporta bastante cosas. Y además -clave esto para formar parte de la rotación- desde posiciones muy distintas. Sabe aguantar la pelota y acelerar cuando se le exige. Es vertical. Es profundo. Y, de hecho, podría ser una buena opción para completar a Filipe por la izquierda.
David de la Peña 16 diciembre, 2018
Sigo con mis sentimientos enfrentados con este Atlético de Madrid. No hay ninguna duda de que el equipo tiene asentada su idea y que eso le va a permitir competir bien en los momentos más calientes de la temporada, pero… sinceramente creo que ver a Saúl, Koke, Rodri y Griezmann en un repliegue con el bloque tan abajo durante tantos minutos, a mí me choca.
No sé cómo lo veis, por un lado tiene lógica que Simeone mantenga sus creencias para competir por los títulos, nadie mejor que él para saber cómo puede competir este Atlético de Madrid, pero por otro lado ves la plantilla y es imposible quitarse esa sensación de que igual el todo podía hacer dar todavía más a las partes bajo otros parámetros.