Vicente del Bosque no se lo pensó dos veces. “Si yo fuese jugador me gustaría parecerme a Busquets”, admitió el salmantino durante el Mundial de Sudáfrica. Un reconocimiento que Julen Lopetegui, ocho años después, también refuerza. “[Si Busi no está] le pueden cubrir dos alternativas; pero no igual, porque no hay nadie como él”, espetó el seleccionador al ser cuestionado por la ausencia de Rodri en la expedición de Rusia. La lista del de Guipúzcoa está repleta de variantes –fruto de la versatilidad que se extiende por todo el bloque- que abren a España la posibilidad de adoptar distintos esquemas o jugar de diferentes formas en función de los escenarios que le vaya planteando la Copa del Mundo. Tres porteros, ocho defensas (centrales y laterales), nueve medios (interiores, mediapuntas y extremos) y otros tres delanteros es, a groso modo, una llamada a filas que no incluye más que un solo mediocentro. Sergio Busquets.
El plantel, dicho de otra forma, ofrece la opción de rotar con total naturalidad todas y cada una de las piezas del once, salvo una. Para la cual, como señaló el propio Lopetegui, la elección –en el hipotético caso de que debiese recurrir a ella- se amplía a dos candidatos (Thiago y Saúl), con la condición, eso sí, de que ninguno ha amamantado de la misma marmita que el ‘Pulpo de Badía’. Sergio Busquets solo hay uno, y todo lo que no sea el mediocentro del FC Barcelona en el epicentro de la acción española implicaría, irremediablemente, alterar el ritmo, la disposición y la armonía; algo que esta selección, como demostró ante Suiza, no está en disposición de llevar a cabo con la misma solvencia. Dicha disyuntiva, sin ánimo alguno de desmerecer a los otros dos futbolistas, queda sujeta a unos términos y condiciones que el fútbol de Busquets –a quien Lopetegui ha querido aclimatar- no contempla.
Busquets, bien rodeado, es garantía de que el juego sea fluido
Consecuente con el paso del tiempo (y las circunstancias que esto acarrea), Julen Lopetegui ha ido dando forma a su propuesta en torno a la figura de Sergio Busquets. Así, el mediocentro ha visto cómo, de un tiempo a esta parte, el juego posicional de la selección le ha multiplicado las vías de pase, rodeándolo de muchos futbolistas con una gran movilidad en campo contrario, y asumiendo un coste de oportunidad entre agresividad y control ciertamente decantado hacia la primera variable. De esta forma, se entiende que Busquets ahora encuentre muchas más facilidades para completar el primer pase sobre suelo rival, aunque para ello los posibles receptores (a excepción de Iniesta) vayan alternándose según la altura, las basculación rival y, por supuesto, el paso de los minutos. Con esta medida lo que se ha tratado de fomentar es que Sergio Busquets pueda fallar lo menos posible, ante el riesgo que conllevaría una mala entrega con el bloque tan arriba; acercándole a la modalidad que más se ajusta a su destreza: jugando a un toque.
Dar tensión al pase y alimentar la movilidad entre emisor(es) y destinatario(s) son, por todo ello, condiciones indispensables para que el juego de la selección sea lo más alegre y fluido posible. Requisito en el que, además de Busquets, ya entran otros actores como Iniesta, Koke, Silva e Isco. De alcanzar estos parámetros, España ya se estaría asegurando dos pájaros de un tiro. En primer lugar, le sería mucho más sencillo cruzar (la divisoria), saltar (la presión) y, sobre todo, llegar (al área); y, por otro lado, reduciría el riesgo de un descuido puntual, ya que así lograría transportar el esférico (por medio de Silva, Isco y/o los laterales) hasta los picos del área. A fin de cuentas, de lo acertada que se muestre España por delante del balón depende, en gran medida, la aptitud que puedan alcanzar Busquets, Ramos y Piqué al otro lado de la línea.
El interior derecho deberá ayudar a Busquets, con balón y sin él
Koke, Thiago y Saúl representan tres elecciones muy distintas con respecto al interior derecho. El primero, adoctrinado por la filosofía del Cholo, lleva tatuado eso de que hay que correr tras pérdida. Ya sea para encimar al poseedor del equipo contrario, si este se encuentra dentro de su ratio de acción, como para bajar, tapar y acudir a realizar la cobertura si el plan pasa por replegar en su propia parcela. Algo que, ante lo solo que se ha venido quedando Busquets en este tipo de situaciones, explicaría por qué Julen se decantase por la pierna del vallecano antes que por el pie de Thiago. Partiendo de que el atlético sabe –como ha demostrado este año- dotar de seguridad a la posesión. Aunque esto, en cambio, rebajaría su influencia donde más determinante resulta: en la corona del área.
Dicho lo anterior, cabe la posibilidad de que España deba afrontar en Rusia dos escenarios tan distintos como complementarios conforme a la naturaleza de los otros dos futbolistas. Por un lado, es probable que la selección se cruce ante selecciones que traten de cortocircuitar su juego presionando muy cerca de los pies de David De Gea. Un contexto que, como es lógico, demandaría un gran protagonismo de futbolistas como Iniesta, Silva e Isco; a lo que Lopetegui, si esto ocurriera, podría incluir a Thiago. Un cuarto centrocampista –o quinto, con Busquets- con el toque, la claridad –si bien, en ocasiones, la acción requiere distintas lecturas a la suya- y la precisión suficientes para escapar, por uno u otro lado, de la mordiente contraria. Y por último, pero no por ello menos importante: si el resultado exige un juego más directo, el plan también tiene su espacio reservado para Saúl Ñíguez. Ya que además del despliegue que le posibilita su físico para llegar a corregir cualquier desajuste, el número ‘7’ de esta selección es, por su propia idiosincrasia, una opción útil para abrigar a Busquets sin perder de vista la portería.
Andrés Madrid 6 junio, 2018
¿Porque insistir tanto en Thiago como interior cuando todos sabemos que es mediapunta?