Rodrigo Hernández ha experimentado un salto de calidad. Si desde su partido de debut causó una grata impresión y se presentó como un socio continuista para los mejores centrocampistas del Villarreal CF, en el último mes ha dado un paso al frente erigiéndose en uno de los líderes de su juego. Verse solo en el primer escalón de la medular, o sea, ser el pivote único en el 4-3-1-2 de Javi Calleja, lejos de amilanarle, ha acelerado el proceso del traspaso de los galones.
Rodri se hace fuerte tanto en el detalle como en el discurso. Yendo de lo pequeño a lo grande, nunca puede obviarse en un análisis sobre su juego el tremendo impacto que infringe en la batalla aérea de los partidos. Es un bastión saltando tras los envíos largos del cancerbero, y ganar ese salto tiene un valor en el fútbol que no siempre se valora en su justa medida. Entre una prolongación ajena o un despeje propio, la diferencia en cuanto a metros representa un abismo que, en este caso, al Villarreal le ahorra esfuerzo y también fútbol. Progresar con el esférico controlado cada vez cuesta más.
Rodri Hernández es un pasador sumamente inteligente y maduro.
Pero por descontado, Rodri crece cuando la pelota va rodada. La sencillez con la que aplica su juego es fruto de dos pilares distintos, aunque paralelos, que confluyen en él como resultado: su notable talento y el modelo esculpido durante casi tres lustros seguidos por el Villarreal FC. Rodri posee una técnica reñesenable tanto en la protección del balón como en el pase en sí (el corto, el medio y el largo), pero lo que le convierte en una potencial referencia asociativa reside en que cada uno de sus toques oxigena la jugada. No insiste en zonas sobrecargadas, no retiene donde no debe, no se precipita para emitir el pase sin antes fijar una marca… Su cultura asociativa siempre mejora la acción porque mueve al contrario y luego manda el cuero al lugar que quedó desprotegido. Vez tras vez. Cual reloj.
La gran pregunta es clara: ¿es compatible con Bruno Soriano?
La amenaza que se cierne sobre su proyección reside en la vuelta al ruedo de Bruno Soriano, cuya posición ideal coincide con la Rodri. Aunque tras encuentros como el que disputó el domingo pasado contra el Barcelona, el optimismo en relación a su compatibilidad ha crecido bastante. Rodri, en posiciones más alzadas, como interior izquierdo, supo y pudo convivir con la presión culé sin grandes apuros. Es decir, conserva su precisión y también su actitud con la pelota jugando metros más arriba. Y como interior sería raro que se asentara, pero igual Javi Calleja, tras regresar al origen del rombo, precipite la llegada del 4-2-2-2 que suplió a Riquelme por Pirés y Cazorla. Bruno y Rodri Hernández, de mezclar, serán buena excusa.
Foto: Fotopress/Getty Images
Pedro Guardeño Rojo 13 diciembre, 2017
Este jugador me tiene maravillado, es difícil ver a un jugador tan joven jugar bien de mediocentro. Sólo recuerdo a Busquets como mediocentro joven tan regular y constante.
Muy a destacar su físico tanto para juego aéreo (portento) como para el choque y la protección de balón; personalmente creo que el futuro de la posición pasa por ahí, por mezclar la exuberancia física (Casemiro o Kanté) con el toque y criterio con el balón (Xabi o Busquets).
Me parece interesante el ver cómo la Sub 21 juntará a Rodri con Mikel Merino, jugadores de corte similar pero con grandes diferencias que les hacen ¿complementarios?