El fútbol español tiene la particularidad, hecha virtud, de acoger diferentes ritmos y propuestas que dan cabida a todo tipo de perfiles. En el campeonato liguero pueden verse futbolistas muy diferentes, que comparten demarcación, y que pueden sentirse representados y potenciados por entrenadores concretos que entienden sus características. En la Liga hay cabida para Gabi, Casemiro o Illarramendi; Andone, Soldado o Willian José. También para Jordi Alba, Carlos Martínez o Mariano Ferreira. Hay espacio para todos. Sólo se necesita un matiz, el más difícil: hacerse un hueco.
Para muchos jugadores extranjeros, y jóvenes, jugar y competir bien en un campo de la Liga es la consecuencia a una serie de adaptaciones, de todo tipo, que deben ponderarse de manera especial y relevante, siendo esa una de las dificultades que más inciden en el rendimiento mayor o menor, anterior o posterior, de cada jugador. Futbolísticamente debe destacarse la importancia de un determinado sistema de juego que acomode las características de muchos de los jugadores de los que dispone el entrenador, resorte que ha llevado a Riza Durmisi, lateral danés de 23 años, a ser uno de los carrileros más destacados de toda la Liga.
Durmisi arrancó con problemas como lateral
El futuro seguramente tendrá preparado para Durmisi la posibilidad de ser un lateral importante en línea de cuatro y con capacidad de defenderse en desventaja, pero su impacto en el fútbol español ha venido por todo lo contrario. El cambio de sistema le ha descubierto. En el arranque, con Gustavo Poyet, la dinámica de juego y resultados dificultó en exceso su ya de por sí aclimatación personal. En aquellos tiempos, la indefinición y la falta de confianza que fue invadiendo a los futbolistas impidió no sólo ver las virtudes del danés sino poner de manifiesto sus carencias de juventud, llegando a perder el puesto. Desde ahí, Durmisi demostró que necesita ser protagonista y activar el carril en campo contrario para brillar.
No serlo con Poyet le hizo vulnerable, principalmente en el uno para uno y en la gestión del espacio cuando el extremo recibía, algo que aún tiene que mejorar. En cuanto el Betis decidió firmar a Víctor Sánchez del Amo, el conjunto verdiblanco jugó de manera diferente y por consiguiente, defendió de manera diferente, de la manera que soñaba el propio Durmisi. El menudo lateral pasó a ser carrilero en defensa de cinco y a defender a mayor altura, mezclando marcaje con anticipación y sobre todas las cosas, siendo el activo más importante del equipo en la transición defensa-ataque realizada por fuera.
En el sistema de Víctor ha encontrado su sitio
Con mayor libertad para desplegarse, su calidad en campo contrario, en profundidad y control de balón, permite al Betis realizar ataques muy rápidos, con cierta sorpresa; explotando espacios amplios y apurando línea de fondo. Asentado en el sistema de tres centrales, el danés, además, se ha sumado como un apoyo en línea de medios igualmente importante, mezclando explosividad con asociación cuando la jugada ha de ser más trabajada. Su resistencia física está sosteniendo la idea de verlo como comodín, una virtud que permite asociar el número de intervenciones y apariciones en campo contrario con el mejor juego de los del Villamarín.
Foto: CRISTINA QUICLER/AFP/Getty Images
Hache 22 marzo, 2017
A mí el parecido con Alba, en ataque sobretodo, me viene a la cabeza desde ya. Tiene mucha calidad, pone buenos centros, controla el timing de llegadas al área contraria y, casi más importante que todo lo anterior, es que siempre llega provocando "algo": peligro, faltas a favor, un buen centro, un espacio libre…
A nivel táctico es cierto que ahora mismo es muy "monosistema", pero acabará puliendo defectos defensivos y siendo importante en línea de 4.
Es de esa estirpe de laterales izquierdos que últimamente sacaba el Valencia de los extremos reconvertidos: el propio Alba, Bernat, Gayá (y ojo que viene Toni Lato…)