“A veces la vida no sigue, a veces sólo pasan los días”. Esto que describía con finísima y cruel precisión Karmelo C. Iribarren bien se podría aplicar a lo que viene siendo el equipo de su ciudad, la Real Sociedad, desde que ésta se clasificara para la Champions 13/14.
Sin embargo, durante la última semana ha dado la sensación de que en Anoeta han sucedido más cosas que el mero transcurrir de los días. Que algo ha cambiado. Que la vida, quizás, ha vuelto a seguir.
Eusebio ha cambiado la alineación. Ha dado un vuelco.
Un 4-2-3-1 con mucho pasadorEusebio Sacristán estaba notando que de la frescura de ideas que había aportado con su llegada a Donosti ya no quedaba absolutamente nada. Ni la presión ni la salida de balón. Ni siquiera el juego de bandas. A cambio, el equipo tampoco había crecido en ningún otro aspecto. La Real seguía siendo un conjunto incapaz de ni siquiera esconder sus carencias. Parecía, de hecho, que buscaba potenciarlas. Un absurdo. Por eso, en su visita a El Madrigal, el técnico vallisoletano decidió romper con la monotonía: era momento de juntar a todos los jugadores con buen pie en un mismo once. Colocó a Zurutuza al lado de Asier Illarramendi, le dio por fin la mediapunta a Oyarzabal, colocó por fuera a Juanmi y Vela, y en punta se quedó Willian José.
El once sonaba descompensado en la teoría, y así es exactamente como fue en la práctica. Cada vez que el Villarreal cruzaba la línea medular se encontraba al doble pivote txuri-urdin a dos alturas distintas, lo cual provocaba que batir ambas posiciones fuera realmente fácil. A Illarra le pasaban por la derecha y por la izquierda. Laterales, extremos y centrocampistas. Y la Real sufrió. Mucho. Demasiado para lo que estaban haciendo el Villarreal. En cambio, cada vez que tenían el balón, los de Eusebio sonaban diferente. Había fluidez, ritmo, velocidad. Sorprendían por banda a los de Escribá. Había mucha movilidad. ¡Era otra cosa! Illarramendi podía mandar, Zurutuza conectaba fácilmente con los atacantes, Willian José no paraba de ofrecer apoyos, Carlos Vela iniciaba diagonales con un rumbo y mil posibles destinos… La Real Sociedad funcionó en ataque con una naturalidad que parecía olvidada. O perdida.
Con esta idea hay mucha más fluidez y ritmoY Eusebio decidió repetir. Mientras otros entrenadores vieron en el partido entre semana un problema de índole físico, el entrenador realista lo observó como una gran oportunidad a nivel emocional. Apenas introdujo un par de cambios en defensa y uno en ataque, dando entrada a Xabi Prieto por Juanmi, en lo que no dejaba de ser subir la apuesta asociativa. Y funcionó. Desde el primer minuto. Willian José marcó en la primera jugada, provocó un penalti y expulsión poco más tarde y, al final, terminó goleando a la revelación del año en el fútbol español, la UD Las Palmas de Setién. Es cierto: todo lo que podía salir bien, salió aún mejor. Pero desligar esto de la intención agresiva de la Real, que en su primera jugada de ataque metió a seis jugadores en el área rival, sería todo un error. A fin de cuentas, las dinámicas no se pueden controlar, pero sí que se pueden forzar. Y eso es exactamente lo que buscó Eusebio.
Carlos Vela es la gran noticia a nivel individual.
Pero aquí no se quedan las buenas noticias. Ni mucho menos. Este tipo de alineación está favoreciendo a un Illarramendi que, además de haber empezado el curso a un nivel excelso, ahora sí tiene compañeros con quién combinar de formas muy dispares. En parte porque Zurutuza es un muy buen jugador. Su simple presencia mejora a la Real Sociedad, y jugando abajo supone el perfecto nexo entre la creación y la aceleración. Y es precisamente en esta última zona, la de los últimos 30 metros del campo, donde se nota que algo ha cambiado. A todos los niveles. Porque Carlos Vela, por fin, parece de vuelta. Han sido dos partidos, apenas 180 minutos, pero todos los aficionados donostiarras han podido recordar por qué llegaron a estar enamorados del mexicano. El balón le está llegando más veces, más rápido y con más espacios, y él está interpretando la diagonal como un océano de posibilidades tanto para mejorar la jugada como para acabarla. Está marcando otra vez la diferencia.
Es pronto, insistimos, pero algo ha cambiado en Anoeta. Eusebio Sacristán así lo ha decidido. La apuesta por el 4-2-3-1 con Zurutuza abajo conlleva una serie de problemas que ya costaron caro ante el Villarreal, pero éste no parece motivo suficiente como para frenar lo más ilusionante que le ha pasado a la Real en bastante tiempo.
Foto: Juan Manuel Serrano Arce/Getty Images
Lucas 24 septiembre, 2016
@MigQuintana .
A mi la sensación que me da Eusebio es la de un entrenador al que su modelo inicial se le ha ido por el desagüe y anda de probaturas , sin una idea clara , sin un plan real , esperando que en una de ellas algo aparezca , de ahí el baile de sistemas , posiciones y jugadores en un eterno ensayo-error …