Cuando hay que atacar sin espacios, no existe recurso más deseado que un driblador eficiente. Alguien que supere a su par en el uno contra uno, que agite con ello a la defensa, abra la rendija e inunde de incertidumbre la marejada. Precisamente, en esta tarea destacó la pasada temporada el jovencísimo Ousmane Dembelé en el campeonato francés, hasta terminar el curso como uno de los cinco futbolistas más regateadores de las grandes ligas, y apuntando unas posibilidades que no han pasado por alto del sagaz ojo del Borussia Dortmund. El alemán, un conjunto al que en su liga se le juega como se le juega a los favoritos y que con el cambio de Klopp por Tuchel recetó a su ataque varias cucharadas de reposo y control a cambio de conceder con ello tiempo a su adversario para ordenarse, agradecerá especialmente la contribución de un jugador que desde su primer día en el Signal Iduna Park será ya un sensacional abrelatas. Luis Enrique tiene a Neymar y a Messi, Blanc tuvo a Di María, Zidane a Bale y Guardiola a Douglas Costa. Thomas Tuchel, a partir de esta temporada, tendrá a Dembélé.
El primer impacto de Ousmane Dembélé es el regate y su capacidad para abrir defensas rivales.
El regate de Dembélé es su principal armaLa historia del francés y el Dortmund deberá ser una historia de crecimiento mutuo. Son distintos, y esa diferencia le dará valor a su toma de contacto inicial, pero será en la medida en que ambos se acerquen, se integren y uno pase a formar parte del otro, que la sociedad entre un equipo y un jugador que miran con ambición al medio plazo y con insolencia al corto, resultará más provechosa para ambas partes. Como se ha señalado, el primer impacto de Dembélé es el desborde, un desborde arrollador, salvaje, tallado en bruto y que cuenta a su favor con unas condiciones físicas con apenas réplica. De piernas y zancada larga, une a su explosividad y veloces movimientos un maniobrar muy ágil y de enorme flexibilidad que lo agelatina. Cambia de ritmo, de dirección y de pie. Se contonea, gira, tiene engaño y salida hacia ambos lados del defensor. Desde parado, lanzado con espacios o lanzándose él mismo con un control que puede orientarse lejos sin temor a que el marcador llegue al balón antes que él.
De todos modos, Ousmane es todavía hoy un futbolista más cómodo al contraataque, al que el contexto habitual del Dortmund deparará un nuevo escenario. Bajo el tutelaje de Tuchel, para que la aproximación entre el jugador y el conjunto sea plenamente satisfactoria, deberá producirse en ambas direcciones. Por un lado, Dembélé tendrá que crecer en el juego asociativo que, aunque mezclado, abrazó el cuadro alemán la pasada campaña, sumando caras que enriquezcan su juego y que lo alejen de un papel de especialista que limite su potencial. En este sentido, la tendencia interior que ya hoy tiene su fútbol, unida al peso y papel que asumen las subidas de los laterales en el juego del Borussia, lo dirigirán en su nuevo destino hacia las zonas del campo que, rodeado por Götze, Kagawa o Reus, le avivarán la mejora. No tendrá muy lejos el ejemplo exitoso de una evolución como a la que aspira, en la figura de un Aubameyang que llegó a Dortmund como un letal velocista y que durante el pasado curso no dejó de crecer hasta transformarse en un delantero mucho más global.
El Dortmund y Dembélé pueden cambiarse y hacerse mejores.
Su fútbol está muy vinculado con el errorSucede, sin embargo, que al mismo tiempo, por su agitación y por las revoluciones a las que se desarrolla su fútbol, Dembélé es un jugador que convive con el error, con la pérdida de balón y con la puerta abierta a la transición, y su nuevo equipo, desde el relevo en el banquillo, si bien es cierto que no lo ha dejado atrás del todo, sí se ha ido apartando de ello. La confirmada salida de Gundogan y el hecho de que sus posibles relevos para formar junto a Weigl sean hombres de mayor despliegue como Gonzalo Castro o Sebastian Rode, ayudarían a que de la mano del crecimiento que debe experimentar Ousmane en su nuevo ecosistema, también éste le procure un escenario en el que las características que hoy le son más propias al jugador puedan aparecer reflejadas en lo que le rodee. Que del mismo modo que en Dembélé pueda verse al Dortmund, en el Dortmund pueda verse a Dembélé.
Para ello, la autoconciencia de lo que es y lo que provoca adquirida por el francés a lo largo de su primera temporada en la semiélite, resulta un punto de partida muy esperanzador. Al fin y al cabo, por exuberante que sea su cuerpo, el jugador no va a poder estar regateando durante los noventa minutos de un partido. Pero desde la lectura de la amenaza y de lo que ésta genera en el juego de su equipo y en el del rival, Ousmane puede convertir la ráfaga en torrente. Ya apuntó en Francia un crecimiento en esta dirección, aprendiendo a jugar, poco a poco, con la atracción generada para descargar, liberar o alterar al sistema defensivo rival como más provechoso sea para él y para su equipo. Es el camino que deberá llevar a Dembélé desde su condición de prometedor y rimbombante solista a convertirse en un instrumento más de la orquesta capaz de sobresalir en cuantos momentos sea necesario, y tanto el Dortmund como Thomas Tuchel se presentan como dos acompañantes idóneos con los que realizar el viaje.
Foto: Lintao Zhang/Getty Images
MigQuintana 2 agosto, 2016
La agilidad, elasticidad y explosividad de Osumane Dembélé me alucinan.
Es un absoluto superdotado. La forma en que tiene de salir para ambos lados… es increíble.