Argentina y Chile buscarán esta noche en Nueva Jersey un nuevo título de Copa América. Se repite la final de la edición de hace un año, hecho que invita a pensar que chilenos y argentinos conforman el mejor partido que ahora mismo puede ofrecer el continente. Con suerte, hoy podríamos presenciar un espectáculo superior al de doce meses atrás. Argumentos hay para ello.
Cuando Alexis Sánchez batió de panenka a Chiquito Romero, todos los complejos del fútbol chileno se esfumaron. El país por fin podía presumir de título, y lo hacía de la mejor manera: en casa y con una maravillosa generación de futbolistas. Marcelo Bielsa, el padre del ciclo, plantó la semilla para que otros, en esta caso Jorge Sampaoli, disfrutaran del jugoso fruto que estaba por venir. El Mundial 2014 y los partidos ante España y Brasil demostraron que, en la cancha, Chile ya era una de las mejores selecciones del planeta. Solo faltaba derribar la barrera mental del triunfo. Ganar algo. Logrado el objetivo, Chile es capaz de cosas como las de esta Copa América. El grupo entrenado ahora por Juan Antonio Pizzi empezó el torneo melancólico, triste por la marcha del técnico vencedor y saciado por la gloria reciente. La derrota el primer día ante Argentina evidenció que Chile no estaba. La Roja mostró unas dudas impropias en su juego, y aunque durante 45 minutos dominó a su rival, el desenlace fue muy negativo, alejado de la fiabilidad de 2014 y 2015. En el segundo partido, ante Bolivia, Chile parecía un equipo muerto a la espera de la eliminación. Solo un penalti en el minuto 98 salvó los muebles. Sin embargo, ante Panamá llegó la reacción y frente a México, el cambio. Al más puro estilo italiano, Chile fue capaz en mitad de la competencia de alzar su confianza y su fútbol hasta completar una actuación portentosa contra la selección de mejor racha del momento. Tras el brutal 7-0, los de Pizzi liquidaron la semifinal ante Colombia en apenas once minutos. Así se planta Chile en el último partido; volando. El campeón ha vuelto y no quiere dejar de serlo.
No resulta exagerado decir que esta final marcará el futuro de la selección argentina los próximos años
Resulta innecesario precisar cómo llega Argentina a esta final. De la mutación de Sabella tras el drama de 2011 hasta el Mundial de Brasil, pasando por la Copa América 2015 y el primer año de Martino, todo está puntualmente recogido en la hemeroteca. Hasta la pasada final de Chile. Aquella derrota modificó los parámetros del ”Ciclo Messi hasta lo que hoy tenemos. El Mundial, conceptualizado como épico y meritorio pese a la caída de Maracaná, pasó a serlo menos. Los futbolistas dejaron de ser héroes para pasar a ser reincidentes en la derrota. Es por eso que esta tercera final, más allá del camino amable de Argentina en los cruces, está vacía de elogio. El país espera al resultado para evaluar. Absolutamente nada más importa. El Tata se planta ante la prensa y, envuelto en amargura, exclama que “soy consciente de que nada servirá si el domingo no ganamos”. Maradona, en su peculiar manera de amar a la Selección, exclama que “si no se gana, que no se molesten en volver”. Será así para todos. También para Messi, autor de 5 goles y 5 asistencias en sus tres partidos (¡!) en suelo americano. Lo expresa Mascherano con su elocuencia habitual: “tenemos que ganar por nosotros y por las generaciones que vienen. No deben vivir con esto”. El Mundial de Rusia está cada vez más cerca y este bloque necesita imperiosamente descomprimir la insufrible tensión para competir desde un clima por lo menos respirable. Una nueva caída sería imposible de digerir y haría saltar por los aires una evolución futbolística que empieza a asomar.
Frente a Estados Unidos, Argentina jugó el que ha sido, con cierto margen, el mejor partido de la era Martino. La albiceleste redujo a la nada a un buen equipo mundialista, al que ni siquiera permitió cruzar la mitad del campo con opciones de gol. Más allá del tempranero 1-0 que aclaró el panorama, Argentina presionó con una coordinación¿Dominará por primera vez el balón Argentina en una final? Es la duda sensacional, exprimiendo toda su capacidad física. Aquí aparece el tema capital de las dos finales perdidas. El motivo de por qué Messi solo pudo destacar en ellas con conducciones aisladas desde 50 metros. Alemania primero y Chile después tiranizaron la posesión de balón y colocaron a Leo lejos de la portería adversaria. Posiblemente esta sea la única manera de reducir al genio cuando está bien. Por eso con el Barcelona lo gana todo; porque nadie le hace atacar desde lejos. La cuestión está en saber si Chile en este sentido es la de 2015. Argentina sabemos que no; ahora presiona mejor, más arriba. Los dos últimos partidos del vigente campeón americano arrojaron un nivel de intensidad y acierto enorme, pero la finura de su fútbol descendió. En otras palabras, Chile la saca y la mueve un poco peor. El mal torneo de Bravo, la ausencia de Valdivia, la lesión de Marcelo Díaz en semifinales… Incluso debe contabilizarse el precedente de la primera fase, pues si bien Chile parece un equipo nuevo en todos los aspectos, no es menos cierto que ante Argentina estuvo horrorosa en la salida desde abajo. Esta podría ser la primera final en la que Messi enganchase en zonas de peligro real. Sería un escenario nuevo, todavía por comprobar.
Sin Valdivia, Chile es todavía más salvaje en la presión. Argentina tiene el extra del actual Banega
A falta de saber si se atreverán a buscar el efecto anti-Messi de la posesión, lo que está garantizado es que Chile presionará con fiereza. Ante México vimos escenas impresionantes como las del 0-3 de Alexis, instantes en los que hasta ocho hombres se metían en terreno rival para impedir la progresión del contrario. PareceContra Chile, Banega no puede imitar a Pastore imposible que Pizzi no lo busque teniendo en cuenta que Argentina pasa un calvario para sacarla. Otamendi y Funes Mori abusan del pelotazo si se les fuerza y los laterales tampoco aportan en estos asuntos. Chile limitará con frecuencia el contacto de Messi con el balón. Así pues, la esperanza de los de Martino en el inicio del juego se centra en la figura de Ever Banega. Después de muchos años, Ever fue ante USA el centrocampista que Argentina llevaba pidiendo entre 2009 y 2015. El ya futbolista del Inter realizó 105 pases (98 buenos), una cifra propia de Toni Kroos. Es seguro que Chile reducirá drásticamente esa cifra, pero Banega debe mostrarse (que no es lo mismo que estar siempre abajo) lo suficiente para resguardar la pelota. En la pasada final, Argentina pagó caro el inexistente partido de Pastore. En lo estrictamente futbolístico, Ever es el segundo futbolista más importante para Argentina en la noche de hoy. Su actuación revelará parte del resultado.
Casi todos los futbolistas importantes de ambos conjuntos llegan en un óptimo momento de juego
Y es que, como siempre, esta será una final de nombres. Ambos conjuntos cuentan con piezas TOP y otras de menor perfil pero también fundamentales en lo que será el guion del choque. Las comentamos.
ALEXIS SÁNCHEZ:: Pese a la consecución del penalti decisivo, la Copa América 2015 no fue el mejor torneo de Alexis. El delantero del Arsenal lució menos de lo habitual, anotando solo un gol en seis partidos. En esta edición ya lleva tres en cinco encuentros, algunos excepcionales. Existe una explicación que tiene que ver con la ausencia de Valdivia. En cierto modo, la figura del Mago repetía la historia de Alexis y Messi en el Camp Nou. Valdivia aglutinaba balón por dentro, obligando a Alexis a amoldarse a la muy peculiar figura del falso delantero, teniendo que partir desde fuera. Ahora es diferente. Alexis arranca desde la izquierda pero hace lo que desea y va a donde le da la gana. Chile es más vertical (caótica) en sus ataques y eso le favorece. A todo esto se añade un estado físico primoroso. Se puede decir que Alexis asusta.
MARCELO DÍAZ: Clave, hoy su presencia es innegociable ante una Argentina que sabe presionar. Frente a México dio una exhibición de estar siempre bien colocado. Fundamental en la salida, cuesta imaginar a Chile metiendo atrás a Argentina sin su concurso. Es duda para la final, aunque parece que estará.
CLAUDIO BRAVO: Su primera fase fue un completo horror, con fallos grotescos y sin rastro del guardameta que maravilló en 2015. Para Chile, Bravo es más que un portero; es su líder, capitán y el elemento que resume la personalidad del bloque. Ante Colombia apareció por fin y nadie espera que no rinda en la final. Su juego con los pies tendrá mayor valor que nunca para los de Pizzi.
FUENZALIDA: La sorpresa de Chile en esta Copa América. A sus 31 años, nunca había sido relevante en el glorioso ciclo chileno. En este torneo, en cambio, está siendo muy útil. Puede jugar como extremo derecho o lateral, dependiendo de lo que busque Pizzi. En todos lados aporta aporta profundidad y llegada. Si Chile busca retroceso de sus once hombres, Fuenzalida aporta es un plus jugando arriba. Pelea su puesto en el once con Puch, otra de las revelaciones de La Roja, aunque podría ocupar también el sitio de Mauricio Isla.
BIGLIA: Suplente por lesión en la Copa América, el correcto rendimiento de Augusto Fernández no ha servido para hacerle olvidar. Mejor que el futbolista colchonero a la hora de soltarse al ataque, tendrá que trabajar muchísimo en defensa sobre el sector de Alexis Sánchez, de mayor ritmo y dinámica que el lateral derecho argentino, Mercado. Apunta a titular pese a la ausencia de minutos. Kranevitter esperaría su turno.
ERIK LAMELA: Lesionado Lavezzi y con Gaitán y Di María casi descartados, el del Tottenham arrancaría como extremo zurdo. Se trata de una opción más dada a la pausa que todas las anteriores. Su rendimiento dependerá mucho del tipo de partido. Argentina viene atacando más arriba, con más poso de equipo grande. En este contexto, Di María ha parecido mucho menos necesario que en las finales de Maracaná y Chile. Sin embargo, no sabemos hasta dónde podrá imponer Argentina su altura sobre el campo. Con Erik, la albiceleste pierde trabajo defensivo (Lavezzi perseguiría más a Isla) y ruptura para los contragolpes. A favor, calidad y finura para asociarse. Lamela es una pieza extraña, difícil de analizar en la previa.
Por encima de pizarras y tácticas, la final la marca el complejísimo tema anímico del conjunto argentino
El emparejamiento con Chile ha calentado a la nación argentina en las últimas horas. Existe una rivalidad entre ambos conjuntos que se potenció tras la reciente final de 2015. Se generó un contexto de revancha deportiva que enriquece enormemente el desenlace de esta Copa América Centenario. Para Chile, ganar sería señalar la grandeza un grupo de futbolistas que se alzaría por encima de nombres particulares. Ya no sería más la Chile de Bielsa o Sampaoli sino la de Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Claudio Bravo, Gary Medel o Marcelo Díaz. Juegan por más gloria. Chile ya demostró que quiere más.
Tremendamente distinto es todo para Argentina. Es preciso conocer un poco de su cultura e idiosincrasia futbolística para entender lo que rodeará hoy a ese grupo de jugadores antes de la final. Contado está: nadie saldría intacto de una tercera derrota. La presión que se comió a los Riquelme, Verón, Ayala y compañía, al paso de los años, ha sumado el dolor de 2014 y 2015. Lo explican bien los siempre brillantes anuncios argentinos: “Una es poco, dos es mucho… tres, ni hablar”. Lo pide Hernán Crespo: “No quiero hacer ningún análisis. Que pase lo que pase pero que, por favor, ganemos». En cierto modo, el encuentro será eso para Argentina: victoria o muerte, y de ahí que su favoritismo hoy carezca de auténtico significado. Para ellos, levantar esta Copa América conllevaría más una sensación de alivio que de euforia. Un minuto después de ganarla, todos mirarían a Rusia 2018, el fin del camino del ciclo Messi. Falta descubrir de qué forma. Del mismo modo que el Mundial 2002 y la Copa América 2007 influyeron en la durísima realidad actual, este partido marcará el destino de los Dybala, Correa, Kranevitter y los niños que están por llegar. Mucho peso en la mochila. Mucho en juego. Argentina ya no aguanta más. Quieren gritar de una vez.
Foto: RODRIGO ARANGUA/AFP/Getty Images
hola1 26 junio, 2016
Pues vaya finalisima se nos viene. Se habla que Di Maria podria ser titular aunque creo que sera suplente e ingresara en el 2do tiempo. Volver a ganar un titulo despues de muchos años de sequia para Argentina, creo que ya les llego el momento de coronarse aunque enfrente tendran a una muy buena seleccion chilena que llega "volando".