El Sevilla FC venció por cuatro a cero al Celta de Vigo, resultado apabullante y poco esperado pero que hoy tampoco causa estupor. Exceptuando la Champions League, con la que el club tiene una deuda pendiente, el Sevilla maneja a la perfección cualquier situación competitiva. Los títulos y las finales recientes se dejan sentir en noches así, sobre todo ante rivales menos duchos en la materia. Sevilla y Celta no parecieron colectivos al mismo nivel.
El Celta aguantó un rato por su esfuerzo, pero luego se cayó
Aunque vibrante y de gran nivel, la primera parte tardó unos 20 minutos en ser divertida. Hasta entonces, la eterna intensidad del Sevilla chocó con la presión alta del Celta. Se vieron esfuerzos defensivos emocionantes como los de Iago Aspas, implicado en ayudar a su equipo en todo momento. Wass salía a robar casi a la altura de Guidetti y el Sevilla hacía lo propio con la posesión celeste. Conclusión: intercambio de pérdidas sin un segundo de respiro.
Con este escenario, el choque cambió a través en un córner. El Sevilla asustó desde el balón parado –así marcaría el primer gol Ramí–, logrando el valor que necesitaba para apretar como sabe. Dos constantes tácticas se observaron: Rubén retrasó lo inevitableKrohn-Dehli yéndose al medio, liberando al vigilado Banega y conllevando también una mayor aportación ofensiva del enrachado Tremoulinas. Parece que mejora el danés jugando en esa posición exterior. El otro factor destacado fueron los desmarques de Vitolo entre central (Sergi Gómez) y lateral (Jonny). Ahí se localizaba la gran grieta viguesa hasta ese momento. El dominio sevillista permitió a Orellana encontrar espacios en una contra aislada, pero el Sevilla merecía de sobra el 1-0 que se llevaba al descanso.
El gol de Ramí llevó al Celta a un estado absoluto de nervios
El tanto andaluz expuso con absoluta crueldad la inexperiencia del Celta de Vigo. El encuentro se reanudó mucho más abierto, con situaciones de correcalle para ambos conjuntos, algo que el Sevilla explota en noches así como el Barcelona explota el Camp Nou. Es su factor diferencial: la locura en el Sánchez Pizjuán. El Celta regresó al verde nervioso, perdiendo la solidez que, incluso en su arriesgada propuesta, casi siempre tiene. Solo así pueden entenderse los dos goles de Gameiro, propios de quien pierde la eliminatoria en el minuto 178 y ataca a la desesperada. El punta galo exhibió su poder en velocidad y, con dos carreras, colocó un 3-0 terrible para los gallegos.
Pero quedaba media hora y un gol mantenía el sueño del Celta para la vuelta. Debía haber partido… y no lo hubo. De hecho, puede decirse que, a lo largo de la temporada, el Celta nunca estuvo tan lejos de marcar un gol como en este periodo. Orellana buscó el balón con tesón pero sin acierto. Emery advirtió el peligro chileno e introdujo a Carriço por Cristóforo para terminar de cerrar esa zona. El Sevilla replegó y apenas sufrió. Al contrario; disfrutó defendiendo y contraatacando. Se sintió grande. El grande. Y es que son ya seis, camino de siete, las finales del Sevilla FC en la última década. Llegada la hora de ganar, esto se nota. Se nota mucho.
@fachal_ 5 febrero, 2016
Partiendo de que el resultado de ayer se explica por la experiencia de uno y otro equipo. Lo de las marcas individuales del celta (extremos a laterales y viceversa), cuando sale bien es asfixiante para el rival. Pero cuando no lo hace, realmente compensa todo el desorden q genera? Es que hay un tramo del partido en el que llega a ver a Mallo de mediocentro y Aspas de lateral. Compensa ser tan extremista en la aplicación de una idea?, no hay término medio?. Yo creo que hoy Berizzo está llamando a Bielsa para discutir la cuestión.