Llegó el verano y el ‘Discovery Zo’ perdió su computadora central. La salida del estelar Michael Krohn-Dehli rumbo a Sevilla tenía todas las papeletas para desmontar el equipo que había creado el ‘Toto’ Berizzo en su primer año como entrenador del Celta. El mediocampista danés era el motor futbolístico del cuadro gallego. Su fútbol, desglosado en este artículo, era matemática e ingeniería dentro del siempre ofensivo e imaginativo equipo del argentino. Con Krohn-Dehli sabías que te iba a dar en cada jugada lo que el equipo necesitaba, como si fuese un algoritmo complejo en el que se encontraran todas las variables del fútbol del Celta. La perdida era monumental y sus posibles efectos tenían alcance catastrófico. Además, en el mercado celtiña encontrar un reemplazo era utópico. La solución debía ser más creativa que el simple cambio de cromos y así se entendió desde la institución. A Vigo llegó Daniel Wass, que es un buen mediocampista, pero que no es ni intenta ser Krohn-Dehli. ¿Quién, entonces, sería el heredero del nórdico? La respuesta ya la había obtenido Berizzo en la 2014-2015 y sólo tenía que confiar en ella. El chileno Fabián Orellana, ‘poeta’, era la única opción real que había en la plantilla para poder desarrollar, aunque de manera distinta como veremos en los siguientes párrafos, las funciones del crack que sustentó la idea en su primera versión.
Fabián Orellana es el sucesor de Krohn-Dehli en el juego del Celta de Vigo.
En más o menos tres meses de competición, todo parece indicar que la sucesión fue satisfactoria. El Celta sigue siendo el mismo de siempre incluso sin el hombre que hacía jugar al resto. Orellana tuvo que tomar el testigo y, con sus particularidades, se ha convertido en el faro de los de Berizzo. La estrella es Nolito, el hombre que gana los partidos, pero ha sido Orellana sobre quien Berizzo ha seguido construyendo su equipazo. Y esto hay que dejarlo claro. Más allá de las posibilidades individuales del Celta, los celestes son uno de los mejores equipos de su campeonato. Juegan de lujo. Aun con los defectos típicos de la propuesta, el Celta sobresale porque en sus virtudes encuentra equilibrio. Su ambición ofensiva no sólo es atractiva sino que es rentable. Su juego de combinaciones y desborde exterior llega a ser portentoso dentro de La Liga y, si sus hombres claves tienen el día, ganan partido desde la inspiración individual. Desde el día 1, Berizzo construyó un equipo que trata de dominar desde lo que hace con balón, desde un trato aseado y versátil de la pelota en la salida de balón con el objetivo de que la pelota llegue a zona de peligro, donde sus extremos reciben y desde su calidad técnica y talento crean jugadas de gol. En principio, el Celta sigue jugando a lo mismo. La llegada de nuevos hombres ha regalado una ristra de nuevos movimientos y posibilidades que han enriquecido el ataque celtiña; sin embargo, el cambio principal está en el paso de poderes de Krohn-Dehli a Orellana. Si antes todo giraba en torno al danés, hoy es Orellana quien hace de nexo en los ataques de su equipo. Esto cambia muchas cosas: el tipo al que buscan todos ya no juega en el medio sino que arranca veinte metros más arriba y tirado a la banda. Las consecuencias son un Celta incluso más punzante y agresivo que la versión 1.0.
Decíamos que Orellana juega veinte metros más arriba que Krohn-Dehli y que lo hace tirado a una banda. A priori esto es cierto. El Celta comienza sus partidos jugando con un 4-3-3 que se recita casi de memoria con ligeros cambios según el partido. Estos no afectan el rol del chileno. Orellana prácticamente siempre parte desde el extremo derecho y sería aventurado decir que no juega de eso. Esa es su posición (foto de la derecha). Fabián es un atacante al que si le tocara elegir entre jugar de interior o de ‘9’ seguramente optaría por tirarse al centro del ataque y ser un delantero falso. Esto es importante porque nos desvela la naturaleza de su juego: dañar. Ahora, a partir de esa posición de partida, ‘El Poeta’ teje versos libres entre líneas que desatan los mejores momentos ofensivos de los suyos. Es el clímax del fútbol celtiña, sin embargo, antes de llegar a la lírica es importante empezar primero por la métrica. Esto es, en el fútbol de Orellana, lo que hace cuando no está incordiando mediocentros. En salida de balón, el rol de Orellana es de extremo puro: fija arriba y por fuera para dar amplitud (foto de abajo a la izquierda) y ocupar el campo hacia adelante. A diferencia de su antecesor, Orellana casi nunca va a buscar el balón más abajo de la línea divisoria (Foto). En los primeros compases del juego espera bien abierto, creando espacio a los mediocampistas, a que el balón coja vuelo antes de participar activamente de la jugada. Lo hace con disciplina porque sabe lo importante que es crear esa línea de pase fácil de encontrar y que sus compañeros se saben de memoria. Lo encuentran rápido y su recepción es el punto que indica a al equipo que llegó el momento de atacar, aun cuando su primer contacto no sea puramente ofensivo sino de control. Explicamos: son muchas las veces que el primer pase que recibe Orellana lo encuentra de espaldas y con el marcador en la nuca, por lo que el chileno decide descargar de primeras al interior o al lateral, sin arriesgar y dejándolos de cara, y que sean ellos los que tracen la primera de acción de ataque. Si, por el contrario, recibe de cara (foto de abajo a la derecha) o con espacio para jugar, ya sea porque lo tiene o porque ve que se lo puede crear, Orellana acelera el juego sin miramientos desde su regate. De una u otra forma, es quien ordena la aceleración de la jugada. Sobre su comportamiento cuando su equipo recupera el balón volveremos más adelante.
Además, el chileno es el acelerador del juego del Celta de Eduardo Berizzo.
¿Qué pasa cuando ya el Celta está en fase de ataque? Pues que Orellana es quizás el más participativo. Decíamos antes que el chileno es un extremo y que no hay duda de que es un atacante. Esto lo consideramos una certeza a la que, no obstante, hay que añadirle matices. Orellana no es Nolito. Dentro de sus venas corre sangre latinoamericana y por sus botas fluye un fútbol que tiende al orden pausado y al engaño como armas principales de un ataque. Además, su aparato físico-técnico es inconstante e incluso subpar: Orellana no tiene un pie de seda ni una zancada potente o piernas y tobillos de hule. Dentro del grupo de atacantes eminentemente técnicos de La Liga, Orellana está más cerca de ser el de menos calidad que de ser el más autosuficiente. Este hecho limita mucho sus acciones porque su inclinación a dañar los sistemas defensivos no puede ser tan directa como la de otros. Por eso genera tanta admiración su brillante cabeza futbolística. A pesar de sus deficiencias, Orellana produce fútbol a montones gracias a su mente, que está siempre al servicio del juego. Así, un tipo que cuando coge la pelota lo que quiere es atacar, pero que tiene deficiencias que se lo impiden, descubrió que lo que tenía que hacer era moverse a lugares en los que pudiera maximizar las posibilidades de daño (foto de la derecha) y tener ese metro de más y ese segundo extra para compensar que su técnica y su capacidad física no son determinantes en la élite. Entonces, Orellana se mueve. Con el avance de la jugada va revoloteando por allí y por allá, coqueteando con el carril central hasta que el coqueteo se convierte en una declaración abierta de intenciones (foto de abajo a la izquierda) y Orellana ataca con malicia y desparpajo la espalda de los mediocentros rivales (Foto). Como parte desde la banda, en el punto ciego de los mediocentros, se mueve sin problemas atrás de ellos y crea líneas de pases sólidas entre mediocampo y defensa con mucha asiduidad. Ahí, en la zona del enganche (foto de abajo a la derecha), Orellana improvisa: desde su regate, que aumenta peligrosidad con cada paso que lo acerca al área, y su inteligencia combinativa posiciona al Celta arriba y prepara todo para la jugada del gol. Esa es su magia, al fin y al cabo. Aparecer donde no se lo espera (Foto), combinar acciones de extremo y de mediocampista en la zona más caliente, e inventarse a veces jugadas de brujo. Más allá de su acierto, la consistencia del movimiento de por sí ya es ganancia para el Celta.
Fabián Orellana inventa jugadas en el carril central con bastante asiduidad.
A pesar de lo anterior, no hay que obviar que Orellana también tiene juego de extremo. Sabe recibir en banda y en un buen día puede ser un martirio para el lateral que enfrente porque su regate es imaginativo: Orellana crea recovecos y laberintos que sólo él descifra cuando regatea. Además, la pone bien desde el pico del área y es rápido tanto para cambiar de frente como para profundizar con pase. Sabe y entiende asociación con el lateral que lo escolta y puede combinar desmarques de apoyo (Foto) horizontales y diagonales con movimientos más verticales (Foto) y atrevidos. A pesar de ser muy derecho en todo, Orellana también tiene la virtud de poder salir tanto por dentro como por fuera más allá del perfil. Tiene confianza en su habilidad e intenta irse muchas veces, a sabiendas de que si no lo logra sí sabrá, por lo menos, esconder el balón para pasárselo a un compañero mejor posicionado. Es valiente, pero no egoísta. Por eso es capaz de parar el ataque (Foto) y organizarlo cuando no ve claro el paso a seguir, como también de acelerarlo en un suspiro si lo cree conveniente.
Sobre su desempeño defensivo hay que decir que es capaz de sacrificarse y correr la banda (Foto), más allá de su capacidad física. No tiene mucho robo ni mucho orden táctico en sus incursiones defensivas, y muchas veces prefiere esperar arriba, pero pone corazón. Además, hay que anotar que cuando su equipo recupera y él está por abajo (Foto) su modus operandi es parecido al que tiene cuando está arriba: intenta salir por conducción, pero no se enfrasca en ello y sabe optar por el toque en corto o el servicio en largo para girar al rival. Si logra salir en regate, es capaz de montar un contragolpe inteligente con celeridad. A la larga, el fútbol de Orellana quizás es eso: celeridad en el pensamiento. Va improvisando versos libres cada segundo y se inventa cosas muy peculiares que al Celta le rentan porque la combinación de lírica y métrica es productiva.
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@DavidLeonRon 29 octubre, 2015
El contrapunto de Nolito. Si el gaditano es determinación brutal, fútbol estático, "simple" y directo, Orellana es movilidad, gambeta imprevisible, zonas interiores y, aunque sí que mete alguno que otro, no excesiva determinación ante puerta.
El jugador más bonito del Celta seguramente, y de los que más de lo que llevamos de Liga.