A Fabián Orellana costó entenderlo. Se le creía un regateador, uno de esos hombres de banda que hacen del desborde el principio y el fin de su juego, pero el chileno era futbolista en el sentido más amplio del término. Era lo que decía su mote, un «Poeta», por más que este apodo también generara confusión, pues no aludía a su lírica futbolística y sí a su parecido con un cómico.
Su carrera en España no le ayudó muchoTranquilo y reservado en el vestuario, pasional e irascible sobre el césped, el chileno llegó a parecer estar peleado con el mundo entero. Como si nadie pudiera comprenderle, como si nada le pudiera salir bien. No obstante, su carrera en España había tomado unos caminos algo perversos. Primero descendió con el Xerez tras alguna que otra actuación sugerente, luego ayudó a subir al Granada con un gol al Celta de Vigo, su siguiente equipo, en el que jugaría muy bien pero el cual no podría pagar su traspaso, para finalmente regresar al Nuevo Los Cármenes sin nada que ofrecer. Literalmente. En la temporada 2012/2013, a caballo entre Granada y Vigo, no logró anotar un sólo gol. Su trayectoria había tocado fondo y, con la llegada de Luis Enrique al Celta, parecía incluso finiquitada.
«No lo veo para estar en el equipo ni tampoco como una posible solución desde el banquillo. Le he dicho que puede buscar un equipo que le garantice minutos», comentó el asturiano en rueda de prensa. Nadie había sido tan claro con él como Lucho. El Celta era un equipo que se había salvado en el último partido, y pese a eso le habían abierto las puerta de par en par porque su técnico pensaba que no tenía nada que ofrecer. Nada. Ni siquiera como suplente.
Estaba prácticamente apartado y podía salir en invierno…
Pero entonces todo cambió. Orellana se quedó, comenzó a rascar minutos, las bajas le dieron un puesto de titular y, de repente, se convirtió en la mejor noticia de la temporada. «No contaba para él. No le gustaba mi forma de trabajar, pero yo decidí quedarme. Seguí entrenando de igual manera, o quizás incluso mejor, y lo terminé convenciendo», explicaba orgulloso el «14». «A los entrenadores nos encanta comernos nuestras palabras», replicaba Luis Enrique.
Con Berizzo es una pieza claveSuperar esta situación le cambió por completo la carrera. No es que este punto de ruptura le convirtiera en el extremo que sus entrenadores en el Granada parecían querer encontrar, sino que incluso fue mejor, pues invirtió la confianza ganada en demostrar a todo el fútbol español qué tipo de jugador era. Es decir, un mediapunta que puede jugar escorado, que puede regatear y que incluso puede decidir partidos de forma puntual, pero que donde más aporta es moviéndose entre líneas, asociándose con sus compañeros y acelerando la jugada de forma constante. Es por esto que, pese a ser uno de los atacantes más valorados de los últimos meses, sus números estén lejos de parecerse a los de otros cracks. En las dos últimas temporadas, mismamente, ha sumado sólo 10 goles y 11 asistencias porque su especialidad es lo que sucede justo antes de esos registros. El penúltimo pase, ese es su leitmotiv. Su don.
En este inicio de temporada ha vuelto a la derecha.
Algo que se pudo comprobar de manera más obvia cuando durante la pasada campaña, en aquellos meses en los que el Celta no marcaba un gol ni pidiéndolo por favor, Eduardo Berizzo le dio la mediapunta en exclusiva. A partir de ese momento, Orellana comenzó a juntarse con Nolito, a triangular con Krohn Dehli y a dejarle todo el espacio a un Santi Mina que se hinchó atacando el lado débil. Se notaba que era su sitio. Que era su lugar. Quizás en el aspecto individual podía rendir igual de bien lejos de la zona del diez, pero difícilmente podría ser tan importante a nivel colectivo.
Una conclusión que, de compartirla, podría resolver varias de las cuestiones que a buen seguro le pasan por la cabeza al «Toto» en estos momentos: ¿Wass puede de verdad sustituir a Krohn Dehli? ¿Cómo puedo defender mejor sin a cambio perder dinamismo ofensivo? ¿Y con Pablo Hernández qué hago? Desde el centro del ataque, Orellana puede ayudar a mejorar la cadencia de pases, estar más juntos arriba y, a partir de esta situación, no estar tan expuestos tras pérdida. Quizás así Wass entraría mejor en dinámica. O a lo mejor, directamente, éste podría ocupar su lugar en la banda derecha para dar entrada a Radoja. Las opciones son múltiples y el problema no es urgente, pero contar con Fabián, con el «Poeta» que convenció a un hombre de prosa como Luis Enrique, le asegura a Berizzo contar con algo más que un de por sí ya valioso regate.
EduParcero 18 septiembre, 2015
Yo aun confío en que Drazic o Bongonda den un paso adelante , pero para mi la solucion es la pareja Radoja-Augusto y dejar al tucu hernández de "revulsivo" si es que algún día empieza a revolucionar. Juntar a Orellana con Nolito va a dar mucha ventaja al Celta por banda izquierda pero a cambio sacrificar el ataque por lado derecho , por eso hablo de los dos chavales al principio del comentario. A Drazic no lo vi mucho pero tengo entendido que es un extremo con desborde y bastante habil al espacio y Bongonda me parece capaz de hacer el rol de Santi Mina la temporada pasada y atacar al espacio con desmarques ya que el peso del juego va a estar en otro lado.