Un café en casa de Bernabéu | Ecos del Balón

Un café en casa de Bernabéu


Los primeros años de Di Stefano en el Real Madrid se vieron sacudidos por una bestia negra, una implacable amenaza, surgida de la mente de un antiguo preparador del Atlético de Madrid: el Sevilla de Helenio Herrera. Cuando el propio HH quiso explicar en sus primeras memorias («Yo») las virtudes que le habían permitido obtener tan buenos resultados ante un contrario teóricamente de clase superior, determinó que ellos habían opuesto un fútbol «basado en el nervio y la rapidez», y por tanto «más moderno». Aparentemente, Helenio valoraba la velocidad por encima de cualquier otra cosa, hasta el punto haber pronunciado, según su entonces amanuense Girard, el siguiente axioma: «El fútbol moderno es velocidad. Juega rápido, corre rápido, piensa rápido, marca y desmárcate con rapidez».

Si tomamos en consideración que la fuerza y la rapidez eran, precisamente, las dos virtudes que más destacaba Herrera de su propio juego -cuando se refería a su periplo como jugador-, y que estas le parecían cualidades más «oportunas para el juego defensivo», podemos especular con que había una cierta proyección de sus propias características personales en las que luego iban a ser sus propuestas.

A raíz de este detalle, incluso se había permitido bromear en su autobiografía [1], respecto a su alta predisposición a jugar en puestos defensivos, comparándolo con lo que le había sucedió cuando el alto mando francés le ubicó en las Ardenas (1939), ante la amenaza de una hipotética invasión alemana. Sabedor de que el ejercito alemán había roto el frente (1918) precisamente por ese punto, Helenio porfió y porfió para que la empresa de espejos y vidrios para la que trabajaba le reclamase en calidad de empleado civil útil. El futuro técnico, con mucho gracejo, explicaba la anécdota como un intento de los militares de que jugase «en punta», mientras que él desesperadamente intentaba que le alineasen «atrás». Su criterio demostró ser el correcto puesto que los alemanes volvieron a utilizar el Bosque de las Ardenas como punto de entrada para la invasión de Francia y ningún hombre de la compañía a la que había sido asignado Helenio Herrera sobrevivió al asalto.

A través de este suceso, quizás también podemos olfatear el origen de otra de las claves de su metodología de preparación de equipos. La obsesión por la información. Helenio quería conocer los puntos débiles de todo el mundo. Ya fuesen los de sus rivales como los de sus subalternos, a los que llegaba a poner detectives para luego airear sus intimidades en el vestuario. Había nacido, según Helenio, el fútbol superprofesionalizado.

«La escuela francesa para preparación de atletas y futbolistas, si no es la mejor se la considera entre las primerísimas», Yiyo Carniglia.

Durante el conflicto bélico, el régimen de Vichy organizaba el campeonato de fútbol francés y exigía que cada profesional actuase en un colegio, un par de veces a la semana, en calidad de profesor de educación física. A Helenio la experiencia como docente le encantó y le serviría para encontrar su verdadera vocación. Mientras aun jugaba con el Stade Français hizo el cursillo de entrenador, esmerándose hasta alcanzar la secretaria de la comisión técnica de la Federación Francesa de Fútbol, y también se titularía como practicante (actual enfermería) y masajista. Todas estas maestrías iban destinadas a fortalecer su propuesta futbolística, caracterizada desde el principio por «el juego de desmarque y la preparación física de mi equipo». Las cualidades que, según Herrera, impresionaron en Madrid cuando visitó la capital para medirse contra el Atlético con el Stade. Y que precipitaron su llegada al equipo rojiblanco junto a Ben Barek y Marcel Domingo.

Si bien tenemos indicios para creer que la inclinación de Herrera era conatural a su talante, también habría que precisar que estaba en el lugar idóneo para desarrollar sus inquietudes. Según recogió Alejandro Scopelli en su primer manual para técnicos (1957), era precisamente un francés, Maurice Baquet, quien más había contribuido a definir un «sistema de preparación adaptado especialmente al fútbol», lo que nos permite identificar a la escuela francesa de preparación atlética como una de las más cualificadas en aquel momento, y a Herrera como su discípulo más famoso.

La rapidez seguía siendo la clave de H.HerreraA través de los años y en todos los equipos españoles por los que Helenio transitó, hubo un mantra repetido hasta alterar las conciencias: «¿De que les valdrá su técnica si vosotros sois siempre los primeros en llegar al balón?». Hubo obviamente otros factores, el propio HH destacaba sus virtudes como animador, motivador, y obviamente como estratega, con especial atención a cerrar líneas y no ofrecer huecos, según se le pudo leer al crítico Eduardo Teus. No obstante, la velocidad seguía siendo su piedra filosofal y cuando llegó al equipo sevillista se encontró con que nadie tenía más de esta que el central asturiano Campanal II, sobrino de uno de los componentes de la célebre delantera de Los Stuka, y en palabras de Herrera «el mejor atleta-jugador que he conocido». Según el propio Campanal, que en realidad se apellida Vaquero, en aquellos tiempos fue capaz de batir varios récords de atletismo nacional, si bien estos nunca fueron homologados. Por ejemplo, corría tan rápido como el plusmarquista de cien metros lisos, Javier Llana, quien cubría ese espacio en 10’8 segundos. Y en una exhibición celebrada en Sevilla (1957) fue capaz de superar a los campeones nacionales de longitud y de triple salto.

La cruz del proyecto, igual que en Barcelona sería para Kubala y en el Inter para Angelillo, la iba a acarrear el melillense Ramoní, un jugador dotado de una clase excepcional con el que HH no contaba. Ramoní pasó al banquillo, según explicó en una entrevista, porque lo suyo no era «pegar patadas». «A mí tenían que marcarme», decía Ramoní, recurriendo a un argumento que presupone, como decía Czibor, que en el fútbol hay obreros e ingenieros, y que los primeros deben trabajar para los segundos. Una concepción del fútbol que chocaba radicalmente con las ideas de Herrera, para quien todos debían trabajar sin jerarquías, y que preconizaba la fuerza, la rapidez y la buena voluntad como valores esenciales.

La sustitución del modelo de preparación física español por el famoso training francés.

Aun cuando Helenio quiso, en el cenit de sus triunfos, diferenciar su metodología de trabajo de la madridista, aduciendo que el conjunto blanco representaba un «fútbol retórico» de pases cortos (muchos inútiles), técnica magnífica, táctica floja y preparación física mediocre, en comparación con el «fútbol moderno» que pregonaba HH, lo cierto es que el Real si había procurado estar bien preparado en el aspecto atlético, disponiendo para ello de buenos profesionales.

Si partimos del primer técnico que tuvo Alfredo Di Stefano en el club, el uruguayo Enrique Férnandez, veremos que este había contado con el eximio José Villalonga como preparador físico del equipo. Pepe Villalonga ya había desempeñado dicho cargo la temporada anterior, bajo las ordenes de Juan Antonio Ipiña, y suponía una autoridad en la materia, hasta el punto de ser elegido como coautor del «Manual del preparador» de la F.E.F. (1951) en el apartado de preparación física y atlética del jugador de fútbol. El libro se completaba con un tratado técnico, táctico y estratégico a cargo del célebre Benito Díaz y un apartado de medicina deportiva por el eminente traumatologo don Joaquín Cabot Boix, lo que nos da una buena medida de la dimensión que se le atribuía como especialista al propio Villalonga.

Villalonga abandonó el Real Madrid en 1957Tras ganar su segunda Copa de Europa, Villalonga abandonó el club para pasar a servir en la Escuela Nacional de Educación Física en Toledo, en un giro sorprendente de acontecimientos, que lejos de ser un cese se consumo en la forma de una renuncia. Aunque se habló de contactos avanzados para renovar su contrato por una temporada más, poco después se desencadenó un conflicto interno, según parece por la voluntad del club de que el entrenador supeditase sus decisiones a la autoridad del delegado (Ipiña), cosa a la que Villalonga se opuso. Hubo una contraferta por parte del técnico, ofreciéndose a recuperar su rol original como preparador físico, pero esta no fue aceptada por la directiva.

A partir de ahí empezaron a sonar distintos nombres para optar a la dirección del campeón, empezando por el brasileño Otto Gloria (Benfica) y continuando por Helenio Herrera, que tras la muerte de Sánchez Pizjuán había discutido con la directiva sevillista y se enfrentaba a una sanción federativa por incumplimiento de contrato. Helenio confirmó en su autobiografía que el interés (recíproco) existió, pero que aquello contribuyo a que la directiva andaluza se opusiese a su marcha. Se le ofreció entonces el puesto al capitán del equipo, Miguel Muñoz -que estaba de viaje de novios- y este tampoco aceptó las condiciones que había rechazado Villalonga.

Luis Carniglia, yuxtaposición de la técnica y carácter sudamericano con la atlética europea.

El ¿codiciado? trabajo fue a parar finalmente, de forma harto sorpresiva, a manos de Luis Carniglia, que técnicamente no podía ocupar la posición por carecer del título de entrenador expedido por la Escuela Nacional de Preparadores de Fútbol. De esta manera se produjo al fin el ansiado mestizaje técnico y, mientras Ipiña aportaba el título de entrenador, figurando como delegado y preparador del equipo, el argentino actuaba en calidad de «asesor técnico y físico». Si bien la logística interna era otra distinta.

Carniglia llevaba pocos tiempo entrenando, pero se había formado en la prestigiosa Escuela Gimnástica Aix-le-Provence (1953), mientras aun jugaba con el Niza, y alardeaba de su doble condición como Director Técnico y simultáneamente preparador físico, algo que según su biógrafo, Diego Lucero, puso él de moda. Al «Yiyo», variante del diminutivo «Gigi», le iba a tocar trabajar en Madrid en unas condiciones particularmente complicadas, aquellas que el propio Diego Lucero definió como «el furioso trajín del equipo más viajado de Europa». En efecto, el Real Madrid se sometía cada temporada a un alud de compromisos (75-80) que incluían no solo las competiciones oficiales, sino también a una larga ristra de amistosos internacionales, que resultaban indispensables para sostener económicamente a la sociedad. Además, había que lidiar con el temor a la decadencia de Alfredo Di Stefano, que ya tenía 31 años y al que la temporada anterior habían firmado un teórico sucesor, el francés Kopa.

La clave de todo estaba en la velocidad. Según el cotidiano Marca: «Di Stéfano es un jugador de facultades que sostiene sobre su propia velocidad todo el armazón de virtudes auxiliares. (…) Hace falta saber solamente a qué edad semejante perfección futbolística perderá la velocidad que hoy le convierte en irresistible». Así que Kopa, que ocupaba su mismo rol como «delantero ambulante», presuponía tanto una hipotética solución como un interrogante táctico: ¿Se podía hacer coexistir a dos jugadores de características distintas pero conceptualmente similares? La propuesta del diario era que Alfredo sacrificase su juego «metiéndose en el área para dejar su brillante papel de la última temporada al recién llegado Raymond». Si bien la solución finalmente propuesta por Carniglia iba a ser otra distinta.

«Los partidos del domingo se ganan en la semana. Que esto se lo graben bien los profesionales», Yiyo.

Carniglia era el primero en realizar la carreraLo primero era diseñar un plan de entrenamiento que se ajustase al apretado calendario, esta vez utilizando la escuela francesa de training, la misma que empleaba como base, por ejemplo, Helenio Herrera. Los jugadores se quejaron de la dureza de los entrenos y, a través de Alfredo Di Stefano [2], que había sido el padrino de Carniglia en el club, le llegó el recado de que tenían pensando «quemar las maderas», refiriéndose a las vallas. No era una situación fácil, pero Yiyo tenía una larga experiencia como jugador y conocía bien la psicología del vestuario. Sabía que era importante no acarrear fama de hipócrita o «vendedor de humo», así que tenía por costumbre «ponerse al frente del pelotón corriendo a la par que los jugadores» La convivencia con los futbolistas, siendo uno más en el gimnasio, en la cancha y en las concentraciones, le parecía esencial por dos motivos. Obviamente como fuente de primera mano del valor de cada uno de los elementos del equipo, que es algo necesario para tenerlos a punto cuando llega el periodo crucial, pero también como un modo de que el jugador se sienta cercano al técnico.

La necesidad de que el preparador se gane el ser autorizado por el jugador, la ilustraba Yiyo con una de esas anécdotas tempranas que quedan grabadas indeleblemente. Formando parte de Boca Juniors tuvieron un entrenador que, una vez por semana, les convocaba para darles una clase teórica de fútbol, que a ellos les aburría soberanamente. El hombre, armado con una tiza, disertaba sobre los caminos para hacer gol, hasta que un día Arico Suárez, seguramente harto, se levantó y le preguntó que en esa pizarra donde estaban los contrarios. Un balde de agua fría. Lo siguiente fue que los jugadores, que habían detectado que ese «técnico» nunca tocaba la pelota con el pie, le tiraron una pelota «con mucho efecto» y al intentar pararla este con el pie le dio de punta ante el regocijo de la plantilla. Un mes después tuvieron que relevarlo.

El entrenamiento de base propuesto por Yiyo era la carrera en sus cuatro versiones (souplesse, sostenida, alargando progresivamente y sprint) con el objetivo de trabajar los tres aspectos fundamentales: pique (cambio de ritmo), velocidad y resistencia. Su escolarización francesa le había convencido de que el fútbol era un juego basado en «aspectos atléticos sobre la carrera», es decir «no se puede jugar parado». Aunque seguía concediendo a la parte técnica la mayor percentual de importancia en el juego (60%), Carniglia se desmarca del modelo argentino, considerando que existía un defecto reiterado en su fútbol, lo que él llama «paseítos intrascendentes que algunos quieren confundir, alegando que es técnica». Cuando el Yiyo desglosaba la planilla de actividades semanales que proponía a sus futbolistas, hacía hincapié en que la intensidad no podía decaer en ningún momento. Por ejemplo, cuando se refiere a la hora de técnica individual con la pelota, incide en que esta debe siempre realizarse «con mucho movimiento y sin respiro».

«Las vidas extraordinarias merecen ser noveladas para sacar provecho de sus experiencias», D.Lucero.

Existen un par de episodios de la biografía de Luis Carniglia que bien pudieran ayudarnos a comprender esa enorme fe en el ejercicio y la transpiración. Mientras jugaba con Boca Juniors, durante un partido contra Rosario Central (1941), el salvaje de Rodolfo De Zorzi le segó entrando con los pies por delante y provocándole una fractura múltiple en la pierna izquierda, más un acortamiento de 12 centímetros de la extremidad. Hubo riesgo, primero de amputación, luego de cojera permanente, y ya de lo de volver a jugar ni se hablaba hasta que su amigo Gandulla le llevó a ver al doctor Augusto Covaro, hincha y doctor de River Plate, y este le aseguró que sí podría volver a hacerlo. A pesar del acertado desempeño de los doctores implicados, todos reconocieron que solo la enorme fuerza de voluntad y pasión por el fútbol del jugador hicieron posible el milagro de volver a jugar. Tras un duro entrenamiento en solitario, durante el verano de 1945, consiguió volver a hacerlo profesionalmente, aunque en esta ocasión con Chacarita. El primer partido, como no, contra Rosario Central, rival contra el que se lesionó, y aun así el Yiyo consiguió marcar un gol y arrancar un empate.

Tras un periplo accidentado que incluyó salir campeón en el campeonato pirata mexicano, enrolarse como jugador-entrenador en Tigre o participar en la huelga que propició El Dorado colombiano, a Luis Carniglia le llegó la oportunidad tardía de jugar en Europa. Llevaba un año sin competir profesionalmente, tenía sobrepeso y él mismo dudaba de que a sus 35 primaveras pudiese volver a engrasar la maquinaria que le había convertido en un atleta. Al comenzar los partidos de prácticas enseguida comprobó que no podía coger el ritmo. Los jóvenes franceses le resultaban inalcanzables y su talento con la pelota no le alcanzaba. «Había perdido la noción de lo que era la velocidad en una cancha» dijo el Yiyo, lamentándose de su falta de flexibilidad en la cintura. Hubo no obstante una espoleta que inflamó su espíritu competitivo, cuando el director deportivo, Lardi, le preguntó si él había jugado alguna vez al fútbol como profesional. A Carniglia, que había sido internacional en el Panamericano de Dallas (1937) y campeón con Boca, cuando el campeonato argentino andaba cuajado de cracks, aquello le debió de doler en el alma. Se compró una sudadera, un jersey de punto y unas zapatillas, y se iba todas las mañanas a correr entre nueve y diez kilómetros, luego quince minutos de gimnasia y por la tarde a entrenar con el resto del equipo. Acabó jugando y conquistando Liga y Copa [3], lo que él agradeció a la escuela francesa de preparación.

Estas experiencias ayudaron a componer la fe de Yiyo Carniglia en su metodología de entrenamiento, a la francesa, y compusieron la base de sus críticas a la preparación argentina. No obstante, en lo que al Real Madrid respeta, destacaron de manera más fulgurante las decisiones que tomó para regenerar el juego del equipo que los ejercicios y sacrificios propuestos para sostener el ritmo.

«Es indispensable arremeter contra esos monstruos de los equipos campeones y suplantarlos por elementos más jóvenes», Diego Lucero.

Yiyo recibió una invitación a tomar café en casa de Don Santiago Bernabeu. El patriarca blanco le preguntó sobre como se iba desarrollando su estancia en el club, y tras comprobar que todo iba bastante bien, le preguntó por como veía al equipo. Carniglia le contestó con absoluta sinceridad que lo notaba falto de fuerza de conjunto. Había, sí, buenas individualidades, pero no un equipo. Bernabeu le señaló, usando una pintoresca metáfora taurina, que «allí estaba el toro» y dio por terminada la entrevista. Al Yiyo le creció una inmensa admiración por la forma en la que el presidente le había puesto frente a su responsabilidad y decidió tomar las medidas que entendía necesarias. Había que cambiar a un equipo campeón de Europa.

Miguel Muñoz suponía un pequeño problema para el plan del técnicoUno de los problemas que Carniglia señaló como freno del equipo era el juego en el mediocampo que realizaban Muñoz y Kopa. Según el preparador, Kopa se retrasaba para apoyar a Muñoz, ya muy lento, y ambos se encerraban en una pequeña parcela, haciendo un juego de pases intrascendentes que apagaba a todo el conjunto. Muñoz, al que ese mismo año habían ofrecido la dirección del equipo, aseguraba que todavía estaba bien para jugar, pero las hemerotecas documentan que a principios de temporada se estaba intentando firmar a Nestor Rossi, según comentó Carniglia en Mundo Deportivo. El astro argentino, compañero de Alfredo en River y Millonarios, había manifestado su deseo de incorporarse al club, pero River Plate no consintió. El teórico puesto de Pipo en el módulo 2-3-5 era mediocentro, posición que en el Madrid ocupaba originalmente Marquitos, un jugador de características bien distintas. Esto se debe a que la aplicación argentina de las marcas a lo WM determinaban que fuera el antiguo defensa derecho de la pirámide invertida (2-3-5) quien tomase al delantero centro, mientras que el defensor izquierdo se corría un poco más hacia su banda y el medio derecho -que siempre tuvo competencias a la hora de perseguir a los interiores y a los punteros-, retrocedía un poco más. A diferencia de la aplicación de la marcación europea, el mediocentro sudamericano quedaba exento de la tarea gris de policía del área y conservaba la función de «ser un hombre de empuje, de aguante, (que) cubre una gran zona», según la explicación que dio Alfredo Di Stefano cuando le preguntaron sobre el tema.

Un dato este que nos permite especular con que seguramente el interés por Pipo Rossi estaba dirigido, desde el principio, a ubicarle en el rol del veterano Miguel Muñoz. De hecho, durante la temporada 1957-58, el rol de mediocentro lo acabó cubriendo el uruguayo Emilio Santamaría, que había actuado en Uruguay principalmente como defensa central, lo que resultaba compatible con el rol del mediocentro en la aplicación de la WM a la europea.

El difícil ejercicio de la osadía, la conciencia y la honestidad profesional.

A falta del jugador argentino, Carniglia apostó por un elemento de las inferiores, Santisteban, al que Moleiro había reclutado del juvenil del Bétis y reubicado en el puesto de medio derecho. El experimento fue un éxito y para muestra un botón, cuando Didí llegó al Real Madrid, dos temporadas después, comparó a Santisteban con su compañero Zito en la Copa del Mundo de 1958.

Por su parte, Kopa, continuaba con su tendencia a jugar junto a Di Stefano en posición retrasada, que era el espacio que él ocupaba en el Reims y en la selección francesa. Carniglia tuvo que realizar un gran esfuerzo de sugestión para convencerle de que su juego, de regate y finta, se iba a explotar mejor jugando como extremo derecho. Una proposición a la que el francés se había resistido incluso cuando nominalmente vestía el siete. El definitivo pase de Kopa a dicha posición suponía además la exoneración de otro veterano, Joseíto, que generalmente ocupaba ese rol, y en su lugar se le daba chance a un joven interior, Marsal, que según el Yiyo tenía en contra al 99% de la hinchada. La prensa, las tribunas y las peñas protestaron. El diario ABC se chanceaba de los técnicos a los que apodaba «el binomio», proponiendo todo tipo de sobrenombres a los distintos cambios en la configuración del once. Así pudimos conocer la «Operación polvora mojada» o la, también operación, «Cambio caprichoso», e incluso se temían que llegase la «Operación número nueve».

Diego Lucero describe en la biografía de Carniglia esta necesidad de regeneración como una encrucijada característica del técnico, cuando «el cuadro campeón se va anquilosando y las grandes figuras se enquistan y adquieren carácter de inconmovibles». Las sustituciones se justificaban por motivos estratégicos, y el Yiyo va desgranando en su comentarios las verdaderas razones de cada uno. Marquitos era desde el mediocentro una «representación de la furia», un «jugador motor», pero «desordenado». Santamaría en cambio era más cerebral y tenía más calidad. Kopa se explotaba mejor yendo «al frente junto a Alfredo», porque reforzaba el ataque «en tromba» de la Saeta. Y a ambos les resultaba más eficaz tener un peón alimentador como Marsal, que tenía habilidad y dinamismo.

Aquella renovación del equipo permitió sumar una Liga y dos Copas de Europa más, incluyendo partidos inolvidables como la final contra el Milán o las celebres semifinales contra el Atlético de Madrid. El Atlético… que era, precisamente, el primer club español que se interesó por Carniglia, cuando este aun estaba en Niza, y que a su vez es el equipo que acabó fichando al año siguiente, como técnico, al anterior entrenador del Real Madrid, don José Villalonga. Casi como si el fútbol quisiese demostrar la vigencia de aquella sentencia del religioso indio Ramakrishna: «Los hombres, aunque ellos lo ignoren, hagan lo que hagan, sigan los caminos que sigan, inevitablemente llegará el día en que quedarán apresados dentro del círculo rojo».

 

[1] La firmaba HH pero la escribió Martín Girard/Gonzalo Suárez.
[2] Alfredo confirmó en su biografía «Gracias, vieja» que Bernabeu le preguntó por Carniglia. Ambos habían coincidido en la Asociación de Futbolistas Argentinos durante la Huelga.
[3] Su último título como jugador es la Copa de Francia de 1954 conquistada contra el OM de Ben Barek.


Comentarios (27)

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Espectacular David...
Una pequeña matización, en España , en los años a que se refiere el articulo, no existía la figura del mediocentro ya que la modificación de la regla del fuera de juego, en 1925, hizo que se convirtiera en un tercer defensa y a partir de entonces y sobre todo después de la guerra civil únicamente se hablaba de defensa central, que era la posición de Marquitos, primero y luego Santamaria.

@migquintana Estoy en total desacuerdo con lo de la inestabilidad del banquillo en los tiempos de D.Alfredo; es justo al contrario el R.Madrid en aquellos años daba la imagen de un club estable a lo que se atribuía en parte sus éxitos. La prueba es la evolución de los banquillos de sus principales rivales en el mismo periodo :
Barcelona 12 entrenadores; Atletico 9 ; Athletic Bilbao 7 ; Valencia 8; Sevilla 11
@Lesmes II, @migquintana

Un curioso paralelismo:

Llegada de Alfredo Di Stefano al RM: 1953

Entrenadores primeros 6 años:

Enrique Fernández, 1 año

Pepe Villalonga, 3 años

Luis Carniglia, 2 años

Llegada de Cristiano Ronaldo al RM: 2009

Entrenadores primeros 6 años:

Manuel Pellegrini, 1 año

José Mourinho, 3 años

Carlo Ancelotti, 2 años y hasta ahora

Tal vez dentro de 50 años veamos el periodo actual en el RM como de relativa estabilidad, pero haya que bucear en la hemeroteca para comprender la silla eléctrica que era el banquillo del Bernabéu. La verdad es que a pesar del ciclo triunfal (4 ligas y 4 copas de Europa en los 6 primeros años de Don Alfredo), no fueron todo rosas en ese periodo. En cuanto buscas un poco aparecen intrahistorias muy curiosas relacionadas con el carácter de las grandes estrellas, las críticas de la prensa, desavenencias dentro de la estructura del club, etc, algunas de las cuales se han apuntado en el artículo. Hace unos años se publicó una carta privada de Bernabéu en la que daba un repaso a los problemas internos en aquel periodo y visto con el paso de los años resultaba sorprendente.

Curiosamente la posterior llegada de Muñoz supone el mayor periodo de estabilidad en la historia de este banquillo, pero también el ocaso de las grandes estrellas y el final de la hegemonía europea. A ver qué sucede en años venideros.
@David_Mata_Ecos Es posible que Carniglia, dado su origen, utilizara esta nomenclatura en su autobiografía, supongo que escrita bastantes años después de su marcha de España, porque se seguiría utilizando en Sudamérica, pero te puedo asegurar que a cualquiera de mi generación que le preguntes te dirá que ambos eran defensa centrales y ademas ahí están las hemerotecas para ver los periódicos de la época. Las autobiografías hay que mirarlas con una cierta distancia , por ejemplo Carniglia habla de Marsal y pareciera que el le había subido al primer equipo cuando en realidad llevaba 2 años jugando regularmente, fue titular en la final de la 1ª Copa de Europa en París, y coincidió con el míster un año escaso ya que a principio de la temporada 58 sufrió una grave lesión que le aparto del fútbol.

.@migquintana En realidad si creo que hubo una cierta estabilidad ya que Muñoz estaba en el cuerpo técnico desde su retirada (en 1959 sustituyo a Carniglia en siete partidos) y Solich fue una anécdota y Villalonga había sido preparador físico, su especialidad, con Enrique Fernandez y no creo que cambiara muchas cosas. En cualquier caso en aquella época la importancia que se daba a la figura del entrenador era mucho menor, al menos en España, que ahora y los cambios no solían ser tan mediáticos y apenas interesaban a los aficionados.Como bien dice el articulo es primer entrenador de impacto, en aquellos años, fue Helenio Herrera.
@Chemaerrebravo Seguro que fue así, no conocí esa época , pero a partir del 53 , que es cuando tengo los primeros recuerdos claros del fútbol, las defensas ya estaban formadas por 4 jugadores y cualquier niño aficionado te repetía el formato según fuera su equipo : Alonso, Navarro,Marquitos,Lesmes los del Madrid; Madinabeytia,Rivilla,Griffa,Calleja los del Atleti o Carmelo,Orue,Garay,Canito los del Athletic de Bilbao
"esa enorme fe en el ejercicio y la transpiración", o
“Los hombres, aunque ellos lo ignoren, hagan lo que hagan, sigan los caminos que sigan, inevitablemente llegará el día en que quedarán apresados dentro del círculo rojo”.
Qué maravilloso. ¡Qué suerte poder leer tus artículos! ¡Y gratis!
Cuando se habla de WM, no se debería hablar de Martim Francisco? No fue el inventor de esta táctica?
O quizás Martim Francisco fuera el inventor y precursor del sistema 4-2-4, una variante de la WM invertida?
Era yo pequeño, pero quiero recordar algo de esto sobre Martim Francisco.
Creo recordar de pequeño, que Carniglia fue cesado del R.Madrid a raiz de unas declaraciones que hizo en Lisboa, habiendo ganado una Copa de Europa, y que no gustaron al presidente Bernabeu. Hay algo de cierto en esto? Esto se dijo entonces, creo.

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