El viento que agita la cebada es el aliento que congela el césped, que anula (que adula a) los pastos y que nos abona (que nos dona) al desconsuelo. El huracán en el corazón del tsunami, el ciclón en la mente del guerrero, en el corazón del poeta, en las espaldas del tiempo. Luchar contra un gigante es casi imposible, es absurdo, es kamikaze, es bello, contestatario, necesario, adaptable al cine. Necesario e imprescindible. Lo contrario no vale un duro, ni un héroe, ni un ser humano. Lo peor es no presentarse al combate, quedarte en casa o venir al campo pero sin venir en realidad. Eso es más doloroso que que te peguen, te escupan o te inviten a ver tu propio circo desde fuera. A Abel Resino le crecieron los enanos y le pidieron la paga, el coche y la herencia. Abel Resino quiso parar el tiempo en la rueda de prensa y viajar al pasado o al futuro o a Cuenca o a algún otro sitio lejano y en paz
La clave puede situarse en la línea medularViajar al campo, al centro, a lo más profundo, al interior del cuero. Disponer de los requisitos, de los fundamentos, de los artilugios de un fútbol granadino que él ha cambiado de manera humilde pero a su forma. Consolidar, beneficiar, empadronar a ciudadanos de un círculo dentro de un rectángulo. Lo verde rodeado de lo blanco. Lo verde rodeando lo blanco. Un triángulo ofensivo en la mitad de lo del medio. Sentar a Iturra, decirle a Iturra que caliente, sentar a Iturra (que se caliente) que venía siendo el mejor centrocampista esta temporada, rescatar a Rubén Pérez y darle galones y el balón que vio poco menos que menos (que poco) en Getafe o Heliópolis. Decirle a Fran Rico que ya no queda ninguna secuela que sea mejor que el original, que tiene la clase, el flow y la inteligencia para erigir fútbol ascendente en el desfiladero del barranco del boquete del abismo. Devolver a Javi Márquez lo que tuvo pero no retuvo, entre decisiones desacertadas y lesiones inoportunas, su pierna izquierda mágica y un +1 para hacer del balón parado fútbol en movimiento. En el Bernabeu ni el canterano del Atleti ni del Espanyol estuvieron. Tampoco Jeison Murillo, pero eso ya es otra -triste- historia.
Un gol final de Bongonda aguó la fiesta nazarí.
Hace dos días puede que Théo Bongonda llamara a Charleroi a su familia y le dijera en belga algo así como que se volvía, que Vigo tiene su punto, que es bonito (bueno, que es feo pero es bonito) que el marisco es fetén, que la ternera es genial, que quería ir a las Islas Cíes que la habían dicho que merecía la pena, pero que él ya estaba en Charleroi, tomando unos mejillones con su gente y poniéndose al día de sus amigos. Que el fútbol español, que el fútbol belga, que el entrenador argentino…. Cuando se lesionó Augusto Fernández él quiso salir a calentar, pero Álex López ya estaba en el campo. Cuando expulsaron a Murillo (esa era la triste historia) el partido cambió. Fran Rico, Rubén Pérez y Javi Márquez dieron un paso atrás para que su equipo diera un salto adelante. Fue en el 93 cuando Insúa se despisto en un córner y el joven belga se encontraba de pronto en el campo, en el área pequeña y en la memoria colectiva futura de una afición granadina que lo está pasando peor de lo que merecen. Se hizo el silencio y las risas en las gradas desaparecieron. Y luego los jugadores. Y luego el campo. Y al final, el centro del campo.
unifutbolero 10 abril, 2015
Es creo que demasiado tarde para recuperar a todos esos jugadores imaginativos y talentosos del centro del campo nazarí para la causa, calidad que siempre ha estado ahí pero como dice Manuel tuvieron pero no retuvieron y eso fue el principal problema del Granda en la temporada, dejando a un lado la abismal falta de gol claro.
Otra cosa también aparte es lo que sufre el Celta cuando no forma con Krohn-Dheli el trivote que cimienta su juego, vimos a un Celta físicamente mermado, lento y con una corriente de juego muy lastrada, algo muy raro en ellos.
Grandísimo artículo y felicidades ^^