El fútbol nunca va a dejar de sorprendernos porque, simple y afortunadamente, no hay ningún dogma o prejuicio que no pueda ser derribado una vez el balón se pone a rodar por el césped. Sobre todo, claro, si se tiene el talento, la determinación y la valentía suficientes para probar lo desconocido. O lo imposible.
Paradigma de todo esto ha sido, sin duda, lo sucedido en la mitad de cancha durante la última década. De repente se descubrió que Xavi e Iniesta podían jugar juntos, que el Bayern Munich podía conquistar una Champions sin un mediocentro fijo y que un Real Madrid plagado de mediapuntas podía cumplir con el equilibrio innegociable de Carlo Ancelotti. Por estos ejemplos, y muchos más, en el fútbol ahora hay presunción de posibilidad: por descabellado que suene, no hay nada que no pueda funcionar hasta que se demuestre lo contrario. Ya sea que un lateral pase a ser el líder de la medular de un equipo de Guardiola o que dos extremos logren formar un curioso, pero también sólido, doble pivote en Vigo.
Augusto Fernández está brillando de mediocentro.
El 4-2-3-1 se ha ido asentando gracias a ellosBerizzo venía insinuándolo durante las últimas fechas. Sin mucho que perder, porque todo parecía ya perdido, el argentino asaltó la banca contra el Córdoba al juntar de inicio a Michael Krohn-Dehli, Augusto Fernández, Fabián Orellana, Santi Mina, Nolito y Joaquín Larrivey. Seis hombres de ataque, todos extremos o delanteros de formación, que se iban a ordenar bajo un 4-2-3-1 que tenía dos posiciones clave: la mediapunta y el mediocentro. En la zona del «10», Orellana tenía la misión de juntarse a Nolito y Krohn-Dehli de cara a ser menos previsibles y más dañinos. En la del «5», Augusto debería cerrar las peligrosas contras que podían e iban a tirar Bebé, Ghilas, Heldón y Andone. El resultado no pudo ser mejor. El argentino brilló cortando todo, el danés mandó con mucha continuidad, el chileno apareció por ambas bandas y el gaditano, con un golazo, acabó con tres largos meses sin conocer la victoria.
El titular era obvio: la mala racha que amenazaba con acabar con el proyecto de Eduardo Berizzo en Vigo había terminado gracias a la buena labor de un doble pivote formado por los que en su día, hace sólo dos temporadas, habían sido los extremos de Paco Herrera. Y no era casualidad. La evolución futbolística de Augusto Fernández y Michael Krohn-Dehli es el hilo conductor de las historias que han protagonizado Iago Aspas, Paco Herrera, Natxo Insa, Abel Resino, Rafinha, Luis Enrique, Nolito o Eduardo Berizzo. Es decir, de la historia del Celta de Vigo en su retorno a Primera. Comenzaron como extremos a pie natural, pasaron a ser los interiores de Oubiña, coquetearon con el mediocentro y, finalmente, ambos han acabado formando un dúo sostenible, equilibrado y de mucho toque.
¿Tendrá continuidad durante toda la temporada?
Si esta medida va a tener continuidad lo vamos a comprobar en un día como hoy, ante el Atlético de Madrid, en el cual el entrenador argentino puede entender que con sólo dos hombres quedaría muy desprotegido y, por ende, volver al 4-3-3. Sea como fuere, la importancia de Krohn-Dehli y de Augusto Fernández no se va a difuminar lo más mínimo. Uno es el timón futbolístico del equipo y el otro es el corazón del club. Ambos, con sólo dos temporadas y media en Vigo, se han ganado un hueco en la ilustre lista de extranjeros que han pasado por Balaídos. Por calidad, por tesón y por polivalencia. Jugando como extremoso abiertos, completando un centro del campo dinámico o formando un doble pivote extremo.
Uruguayoafull 15 febrero, 2015
Otro caso interesante puede ser Enzo Pérez que en Estudiantes de la Plata fue volante por fuera en un 4 4 2, ya que Verón y Braña ocupaban el centro del campo. Mi viejo decía que a Pelé lo vio jugar de 5 algunos partidos y era el mejor de la cancha.