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Irán: Offside


Irán inicia hoy ante Nigeria el que puede ser el mejor Mundial de su historia. Hasta ahora su mejor resultado fue una simbólica victoria por dos goles a uno frente a Estados Unidos en Francia ’98; nunca ha conseguido superar la fase de grupos. Las grandes gestas en una copa del mundo las ha conseguido en la fase de clasificación, como otras tantas selecciones pequeñas lo importante no es conseguir la Copa del Mundo sino el camino hasta la fase final y lo que lo rodea. En Brasil, comandada por Carlos Queiroz y capitaneada por el veterano Javad Nekounam, la selección persa afronta su cuarta cita mundialista avalados por una gran fase de clasificación en la que superaron, entre otros, a Corea del Sur. Parte del mérito de esta nueva gesta del fútbol iraní lo tienen dos jugadores criados en Europa: el germano-iraní del Fulham, Ashjan Dejagah y el holandés-iraní del Chartlon Athletic, Reza Ghoochannejhad ‘Gucci’. La incorporación de estos dos jugadores fue una decisión personal de Queiroz que no sentó muy bien en los sectores conservadores de la sociedad iraní pero que ha contribuido de forma clara a lograr el objetivo de la selección persa.

Además de la influencia “extranjera” del equipo, el foco mediático está puesto sobre otras cuestiones extradeportivas. La prohibición a las mujeres iraníes de asistir a los campos de fútbol -o ver con hombres las retransmisiones del Mundial- es un hecho que preocupa a la comunidad internacional. El fútbol y sus valores globales chocan de pleno con la discriminación de género que se ejerce en el país del occidente asiático. El director Jafar Panahi, muestra en «Offside» (2006) la pasión de las mujeres iraníes por el fútbol y como, pese a la prohibición de acceder a los estadios, se disfrazan de hombres para colarse e intentar ejercer un derecho que tienen vetado como mujeres. Con inteligencia para esquivar la censura y humor, Panahi recoge los pedazos de sociedad iraní e intenta unirlos con el pegamento de su selección. Aunque en la película el juego -la clasificación para Mundial de 2006- sucede fuera de campo, interesa observar lo que ocurre más allá del terreno de juego, la capacidad del fútbol para crear un sentimiento transversal que comparten las mujeres reprimidas con los soldados represores. La selección de Irán tiene ahora tres partidos para conseguir algo sin precedentes: pasar a octavos, hacer suyos los valores del fútbol y conseguir que en su país los éxitos deportivos arrojen luz sobre las sombras de su sociedad.

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Referencias:
Revista Magnolia
Gonzalo Ballesteros


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