Gianni Brera, periodista emblemático del defensivismo italiano, solía hablar de Helenio Herrera en sus escritos con bastante retranca. No era algo personal, puesto que también dirigió dardos similares contra otros técnicos extranjeros, simplemente el éxito de Helenio Herrera le obligó a dedicarle muchas más páginas, un apodo malicioso («Accaccone») e incluso una biografía.
El descubrimiento de su falta de sintonía mutua se había producido en el momento exacto en que se conocieron. Helenio Herrera traía como salvoconducto un caluroso saludo de su maestro, el periodista Gabriel Hanot, y se dirigió a Gianni Brera en los siguientes términos: «Mr. Hanot m’ a dit que vous etes le seul ici a’ comprendre le football». (Mr. Hanot me ha dicho que usted es el único aquí que entiende el fútbol). Esta entrada en un francés zalamero fue clasificada por Brera como «ruffiani» (alcahueta) y no sirvió para ganarse al periodista, que procedió a ponerle a prueba interrogándole sobre su tema favorito: el catenaccio. El escritor lombardo le habló de la “deficiente calidad racial” italiana y por ello le aconsejó adoptar inmediatamente dicho dispositivo táctico, explicándole que la preeminencia de su uso era la conclusión a una larga lucha mediática en la que él y sus afines se habían visto envueltos hasta poder normalizar el uso de un «módulo totalmente italiano». Helenio Herrera, según explicaba Brera, apenas contuvo la risa, «frunció el ceño por encima de unos ojitos un poco oblicuos, de miope» y, supuestamente, defendió la vigencia de la formación en WM.
Helenio Herrera era capaz de departir hasta con su mayor crítico.
El periodista Mario Fossati explicó en 1997 que él había visto a Helenio Herrera y a Gianni Brera discutir sobre esto mismo durante una velada nocturna en el restaurante Riccione. La excusa que propició este encuentro era un artículo que el cotidiano francés «L’Equipe» había encargado a Brera. Se trataba de un análisis del fútbol italiano en general y del Inter de Milán en particular, motivo por el cual se convocó al entrenador del equipo milanés a una cena-coloquio. Según Fossati este tipo de encuentros en el post-partido no eran infrecuentes y, de hecho, él recuerda haber acompañado a Brera y Herrera en por lo menos tres reuniones de este tipo.
Pese a lo que escribía Brera, HH nunca fue un técnico «offensivista»Durante aquella velada los dos principales interlocutores discutieron, aunque sin acalorarse. Fossati ilustró el ambiente diciendo que si bien ambos «manifestaban abiertamente verdades no solicitadas», lo hacían sin «malhumor» ni «retumbar de truenos». De este modo Brera espetaba por ejemplo que: «A su llegada a Italia, usted, en comparación con nosotros, estaba diez años atrasado: y Moratti, instado por mí, le impuso el catenaccio». A lo que Herrera respondía: «Eso no se corresponde con la verdad. He sido yo el centro, el motor de la nueva versión, el que ha proporcionado al Inter copas, campeonatos, títulos internacionales». Cuando existe un debate entre dos posturas encontradas, es fácil caer en la trampa de considerar que una es la correcta y la otra no. El planteamiento de Gianni Brera de considerar que Helenio Herrera era un técnico «offensivista» a su llegada a Italia resulta capcioso. Brera habló de ello varias veces, por ejemplo en el artículo titulado «Il più bel gioco del mondo» (El juego más hermoso del mundo), donde escribe a modo de denuncia que el Helenio Herrera «offensivista» de 1960-61 había sido llamado a Inglaterra en julio de 1964 y les acabó vendiendo a los ingleses que el catenaccio era cosa suya.
Si bien es cierto que el catenaccio italiano tiene un desarrollo anterior a la llegada de Helenio Herrera al campeonato transalpino, es incorrecto considerar que Herrera haya sido un técnico ofensivo durante su etapa previa al desembarco en el Inter de Milán. Una prueba evidente de esto es que Alejandro Scopelli, en su libro «Hola, Míster» (1957), pone como ejemplo de un equipo que emplea una táctica defensiva, sin renunciar al triunfo, al Atlético de Madrid campeón de Liga de… Helenio Herrera, del que dice que emplea el «cerrojo» en muchas ocasiones y que esto le permitiría llegar a la obtención del título.
Tampoco es correcto decir que Helenio Herrera apostó de salida por la WM. El técnico hispano-argentino empezó en Milán utilizando una defensa de 4, que es la misma que venía empleando en el F.C. Barcelona. Lo confirmó el jugador del Inter, Sandro Mazzola, en una entrevista, en la que le interrogaron sobre Helenio y el catenaccio y respondió que: «Él quiso jugar un 4-2-4 en el Inter». También el gran periodista británico Brian Glanville, a raíz de una eliminatoria europea jugada entre el F.C. Barcelona y el Wolverhampton, dibujó el módulo de Helenio Herrera como un 4-4-2 y de forma subrepticia englobó la naturaleza de sus tácticas dentro de la corriente del «fútbol negativo», es decir, netamente defensivo. Para Glanville, si el equipo de Helenio había sido capaz de golear al Wolves, no era por efecto de las tácticas de Herrera, sino por el talento excepcional de sus hombres de ataque (Kocsis-Eulogio Martínez-Luis Suárez).
Se debe diferenciar lo que es una actitud (difensivista) del uso de una táctica particular (catenaccio).
El quid de la cuestión es por qué empieza el Inter de Helenio Herrera a utilizar a uno de los dos defensores centrales en funciones de battitore libero, y esto tiene hasta tres versiones diferentes: la de la prensa (Brera et al), la de Helenio Herrera y, por último, la de los jugadores. Según Brera, y esto lo repitió con pequeñas variaciones en diversas ocasiones, la llegada del módulo catenacciario fue una imposición de Angelo Moratti después de una derrota ante el Padova de Nereo Rocco. El periodista aseguró en varios artículos, vamos a citar «Vita, morte e miracoli di Habla Habla» (1985) o «L’ alchimista senza patria» (1989) como ejemplos representativos, que el propio presidente le había asegurado en persona que impondría el uso del catenaccio tras la derrota en Padua. Sabemos por la versión de Mario Fossati (1997) que Brera se lo decía a Herrera a la cara, lo que nos permite barruntar que, efectivamente, el presidente pronunció la frase ante Brera, pero esto no significa per se que ese haya sido el motivo del empleo del catenaccio el domingo de la semana siguiente.
Helenio sitúa el origen en una sustitución suya ante su rival de MilánHelenio Herrera dio una versión distinta del episodio en aquella autobiografía titulada «Yo» (1962) que le escribió su «hijastro» Gonzalo Suárez. Según Herrera la derrota ante el Padova permitió a una prensa hostil abrir la caja de los truenos, por lo que el siguiente partido, a disputar contra el Milán, se presentaba como una importante revalida. La descripción exacta, extraída del libro, es que: «tras cuarenta y tres minutos de forcejeo, de juego rígido, Picchi, nuestro gran defensa lateral, incrustándose entre los cinco hombres que defendían la puerta del Milán, lanzó un potente disparo que valía el gol de la victoria». «Entonces -dice Helenio Herrera- retrasé a Balleri». Gipo Viani, que estaba en Milán en calidad de Director Técnico, empezó a rugir en el vestuario que habían jugado cerrojo con Balleri como libre. Casi como si más allá del resultado fuese un triunfo que el altivo extranjero tuviese que plegarse al módulo italiano. A lo que Herrera replicó que él no empleaba esa táctica en todos los partidos, sino que la utilizaba cuando lo creía necesario, dando como anécdota un supuesto empleo temprano del catenaccio mientras entrenaba al Stade Français (1945).
La tercera versión del incidente, la de los jugadores, la encontramos resumida por Sandro Mazzola en una entrevista concedida al diario AS español en 2010: «Al siguiente partido el Inter hizo el primer gol y Picchi, que era el dos, le dijo a Valeri (Balleri), que tenía el seis: «Ahora tú te pones de líbero por detrás de la defensa, no quiero perder otro partido'». Que Picchi pudiese tomar este tipo de decisiones en solitario podría resultar sospechoso al público, pero según dejó constancia Brera en «Storia critica del calcio italiano», Picchi actuaba como un regista difensivo (director defensivo) y sus compañeros le obedecían ciegamente. Durante el partido era Picchi quien prescribía los necesarios ajustes tácticos, sin pasar por Herrera, puesto que el técnico se consideraba contrario a variar la táctica una vez que el juego había empezado. El propio Moratti le reprochó a Herrera en alguna ocasión esta falta de cintura, a lo que el técnico le respondió que si los jugadores ya tenían dificultades para entender una táctica preparada durante varios días, mucho menos podrían adaptarse a una variante improvisada.
El gremio de entrenadores le debe a las gafas de Helenio Herrera el incremento de su prestigio y salario.
La realidad según Brera era mucho menos racional. Los «ojitos un poco oblicuos, de miope» que le habían saludado durante su primer encuentro, eran realmente miopes. Si sus oponentes variaban un marcaje, Helenio Herrera no se daba cuenta porque, literalmente, no veía casi nada de lejos y encima se negaba a usar gafas. Podemos especular con que no se las ponía por un tema de pura presunción. Era un hombre coqueto, hasta el punto de que cuando estuvo en España se cambió su fecha de nacimiento, del 1910 que figura en su partida de nacimiento bonaerense, a 1916, añadiendo una «colita» al cero. Su viuda italiana, Fiora Gandolfi, asegura que ella se enteró cuando él ya estaba muerto, pero no le extrañó para nada que emplease este tipo de «pequeños engaños». Así que demasiado ciego para discernir esquemas, variantes o desplazamientos, pero demasiado orgullo para emplear anteojos, no le quedó más remedio que dejar que Armando Picchi fuese su par de gafas. Las gafas de Helenio Herrera.
José Luis 10 mayo, 2020
Ostras…. qué pena que estemos tan ensimismados en esta mierd… de virus, porque de haber seguido la vida normalmente, con nuestras pasiones (las altas y las bajas), nuestro fútbol, nuestras polémicas y demás, este artículo sería catalogado como uno de los mejores del año innombrable en lo referente a fútbol. Excelente. Me ha encantado. Y no dudo de que en los años a que se refiere este artículo (años 50 y 60) los jugadores tuviesen tanta trascendencia.
Realmente pienso que, cuando miramos esos años, creemos que había menos libertades, más obediencia… Pero no es así. Ahora mismo los jugadores son personajes dedicados casi exclusivamente dedicados al culto al cuerpo y a su trabajo. Pero culturalmente están en las antípodas de los hombres que practicaban este deporte hace 60 años. Lo he pensado muchas veces y este artículo también lo confirma.
¿Alguien cree que Dani Alves le iba a decir a sus compañeros algo que no hubiese pasado por Guardiola? ¿O que Marcelo iba a hacer algo contra los criterios de Zidane? Es que ni Messi ni Cristiano serían capaces. Pues eso pasaba antes. Y creemos que libertad es lo de ahora….