Hace mucho tiempo que el Manchester City dejó de mirarse y compararse con su rival por la Premier League. Primero porque no es productivo gastar energías en una lucha que ya no tiene sentido a nivel clasificatorio, y segundo porque su narrativa esta temporada tiene muchas aristas que está tratando de limar. En su visita al Tottenham Stadium, quedó claro que creando ocasiones sigue estando muy por encima de los otros 18 equipos pero a la par volvió a transmitir la sensación de que su juego no está del todo preparado para recibir golpes, esquivarlos, anticiparlos o solucionarlos. A las puertas de los octavos de la Copa de Europa parece que a los ‘citizens’ no les queda mucho más margen para solidificar su juego, dependiendo más del planteamiento concreto que de la estructura de su fútbol.
El City sigue creando muchísimas más ocasiones que su rival
Se juntan varios factores que se han ido superponiendo para dar con las dificultades que afectan al Manchester City, confluyendo todos en un punto en común: el paso de un momento del juego a otro, es decir, cuando la pelota pasa de un equipo a otro, el Manchester City está menos preparado que en el pasado para recuperarla en las zonas en las que, teórica y prácticamente, va a perder el balón un equipo entrenado por Pep Guardiola. Es aquí, en la reacción del cuadro ‘skyblue’ ante la pérdida de la posesión, donde el aún vigente campeón de la Premier está sufriendo muchísimo para controlar los movimientos de todo su sistema y pasar a contener la transición del rival. En este sentido, y siendo muy superior al Tottenham de Mourinho hasta la expulsión de Zinchenko, el sistema está encontrando un pequeño agujero que no logra cerrar el técnico de Santpedor.
Conocida la forma con que el equipo suelta a sus interiores para profundizar en el espacio entre el lateral rival que fija el extremo -Mahrez o Bernardo-, es Kevin de Bruyne el que más avanza en el terreno para armar su pierna derecha como foco de enorme peligro, creador de una cantidad programada de jugadas calcadas que meten al City arriba. Esta circunstancia está pensada para que el extremo izquierdo ejerza de segundo delantero cargando el área o recibiendo el juego volcado hacia su aclarado, con tiempo y espacio para acuchillar. Esta idea tan básica sobre el papel, ha sido trabajadísima en el tiempo por Guardiola, moldeando a Raheem Sterling en multitud de conceptos que han llevado al inglés a ser una amenaza muy difícil de defender cuando finaliza.
Las transiciones están condenando la confianza del equipo
Pero Raheem Sterling atraviesa un profundo bache en todo tipo de acciones, y eso influye a la hora de traducir todas esas jugadas en ventaja en el marcador. Porque si esa ventaja no llega con ciertas garantías, el City está potencialmente expuesto viendo los hombres que quedan cerrando la transición, desde su mediocentro a sus centrales. No hay equipo más fiable defensivamente que un equipo de Guardiola dando la hora a la perfección cuando circula la pelota, por eso es tan directa la relación que existe entre los mecanismos que utiliza en campo contrario como la calidad de sus piezas para corregir la primera carrera tras una pérdida de calidad media. Incluso cuando la pelota se pierde en el área, errando una ocasión clara de gol, no es extraño que el rival pueda correr e inventarse una transición. Y eso no es un síntoma positivo en un equipo tan metódico como el Manchester City.
Martín Seijas 3 febrero, 2020
Yo creo que quizás, y esto es una teoría personal, que la temporada del Liverpool le esté pasando factura al City. El equipo de Guardiola ha pasado de ver como se llevaban una liga increíble ante el mejor equipo de Europa, a como este les está pasando por encima en todos los aspectos esta temporada. Es posible que el estado de forma del equipo 'Red' le esté causando a los citizens un desgaste psicológico, una frustración y una desconfianza con la que no están sabiendo convivir, seguramente por no estar acostumbrados a ello, e hilando con lo que dice Arroyo en el artículo, realizar una presión tras pérdida con un equipo falto de confianza, es muy difícil que salga bien.